Tras una no tan dolorosa despedida, Emma abandonó el aeropuerto camino al coche de Fiona. Nueve días desde el escándalo y el corazón de Emma continuaba igual: vacío.
Tras la mudanza de Regina, la relación con su madre no retrocedió, pero tampoco avanzó nada. Solo se hablaban cuando era necesario. Emma estaba herida, y Sarah, de alguna manera, también.
Sarah y Fiona habían tomado la decisión de dejar a Chelsea, a Archie, a Katherine y obviamente a los dos gemelos fuera de todo, cuantas menos personas lo supieran, mejor sería. Era una situación delicada y tenía que ser resuelta.
En el coche, sentada al lado de Fiona, en la parte de delante, Emma sonrió débilmente al recordar que ese era normalmente el sitio por el que Regina peleaba cuando iban en coche. Las dos no habían vuelto a tener contacto desde la última conversación en el porche. Al acordarse de eso, Emma inmediatamente buscó el colgante de pájaro en su cuello y sintió un alivio recorrer su cuerpo cuando lo agarró. Por un minuto, pensó que lo había perdido.
Llovía débilmente esa mañana, pero todo indicaba que el tiempo se quedaría así para el resto del día: ceniciento, frío y lluvioso. Pegaba con el humor de Emma. Aquellas gotas de lluvia en la ventana hicieron que Emma pensara si también estaba lloviendo en el Soho, y cómo estaría Regina viviendo sola por primera vez después de tantos años.
Una gota de lluvia resbaló por el cristal. Bajó rodando desde la parte alta de la ventana, la recorrió entera y acabó rompiéndose al final. Emma Swan, tan ajena, recordó entonces las lágrimas que resbalaban por el rostro de su mejor amiga al tener que marcharse de Londres. Emma también lo hacía, obviamente. Solo Ruby Luccas conseguía saber cuándo Emma estaba triste. La joven podría enarbolar la mayor sonrisa del mundo, pero Ruby sabía si había algo mal detrás de esa sonrisa. Y bueno, Emma no estaba bien. Y ni iba a mejorar. Y no iba a tener a Ruby para ayudarla. Ahora, sin la familia cerca, y sin Regina. Las personas que más la distraían estaban lejos, sobrevolando algún lugar de la tan grande Unión Europea.
—¿Emma? ¿Me estás escuchando?—Fiona sacó a Emma de sus pensamientos
—Oh, perdona. ¿Puedes repetir, por favor?— dijo, aún ajena
—Te pregunté si te sientes bien para volver a las clases.
—Si soy sincera, estoy más lista que nunca. No te preocupes— Emma sonrió débilmente y volvió su mirada hacia la ventana.
Aquella noche, en su cuarto, Emma notó los pies congelados de tanto frío que hacía. Ah, verano, ¿por qué te has ido tan deprisa?, pensó Emma. La joven encendió las luces y se dirigió al pequeño armario, para buscar unos calcetines. Mientras hurgaba en los cajones bastante revueltos, encontró parte de una gran bolsa de color vino escondida entre algunas prendas de ropa. Se pregunto, frunciendo el ceño, si había metido eso en su maleta cuando vino a Londres, pero acabó concluyendo que no. Olvidándose completamente de su necesidad de calcetines, apartó las ropas que cubrían la bolsa y la cogió.
"Emma,
No sé muy bien cuándo encontrarás esta bolsa, pero supongo que tardarás unos días con todo el desorden que hay en este armario. Será un milagro si la encuentras. En fin, hoy me estoy mudando. Temporalmente, claro está. Desgraciadamente solo volveré cuando tú te marches. Bueno, habrá más notas. Las verás y las leerás. Solo abre la bolsa"
Un pos-it estaba pegado al asa de la bolsa. Emma sonrió como una tonta y abrió la bolsa, tapándose la boca para evitar el grito que insistía en salir de su boca.
La caja con todos los libros de Charlotte Brontë. Emma agarró la caja como si fuera un tesoro, acariciando levemente todo los detalles del lomo de cada uno de los libros. En el lomo del último libro, encontró, esta vez, un papel pegado con una cinta adhesiva.
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Exchange aunt
FanfictionTraducción del fic portugués del mismo título de moonparrilla. Emma Swan es una joven de veintiún años que está a punto de realizar su mayor sueño: ir a Londres a hacer un curso de iniciación a la literatura inglesa durante diez meses. La joven se...