Villette

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La música de décadas pasadas continuaba tocando en el local mientras las dos mujeres conversaban y bebían. Ambas iban ya por la segunda jarra de cerveza y ya podían sentir los efectos de esta porque estaban más alegres de lo normal. Regina miraba cada vez más el brillo en los ojos de la rubia, que no conseguía dejar de sonreír un segundo. Sus uñas largas golpeaban con suavidad en la superficie de la mesa mientras observaba a Emma dar el último trago al líquido oscuro.

—Aquella pelirroja de la barra no deja de mirarnos con una sonrisita— comentó Emma mirando hacia Zelena

—Oh...—dijo Regina revirando los ojos y sonriéndole a la amiga —Es Zelena. Es una amiga. No te preocupes por ella, solo está metiéndose conmigo.

—Hum...Ok—Emma giró su rostro y clavó su mirada en la mujer que tenía al lado, la cual tenía las pupilas dilatadas —Creo que no tomaré otra jarra...Querría apresar nuestra salida.

Regina arqueó la ceja izquierda ante las palabras de la rubia que la miraba seria.

—Con permiso, señorita Swan...Voy al baño

La morena salió desfilando por el largo pasillo mientras sentía la mirada ardiente de la joven por todo su cuerpo. Ya en el servicio, Regina se quito el chaleco, lo dejó encima de la pila, se lavó las manos y se retocó el labial rojo de sus labios. Sintió que un escalofrío recorría su espina dorsal y sus hombros desnudos cuando, a través del espejo, vio a Emma entrando en la pequeña estancia. La rubia se apoyó en una de las cabinas y se quedó admirando descaradamente las curvas de la mujer que estaba de espaldas a ella.

—¿Se te ha perdido algo aquí, Swan?— preguntó Regina con la voz cargada de ironía mientras pasaba sus manos por la falda y observaba a la rubia a través del espejo.

—Mi juicio— dijo Emma acorralando a la mujer contra el lavabo.

La joven rodeó el cuerpo de la morena con las palmas de las manos mientras mordía ligeramente sus hombros y cuello. Las manos de la mayor sustentaban el peso de su cuerpo apoyadas en la superficie del lavabo. Sus ojos estaban cerrados y disfrutaba cada segundo de aquellos labios jugueteando sobre su piel.

—Emma...Estamos en un baño público. Alguien puede entrar— susurró

En apenas un movimiento, Swan giró a Regina de frente y apretó más su cuerpo contra el de la morena.

—Entones, llévame ya a tu coche. No aguanto esperar mucho más tiempo— dijo con la mirada fija en los labios rojos.

—Swan...El efecto que causas en las personas es mucho peor que cualquier bebida alcohólica del mundo— dijo con la voz arrastrada, haciendo que Emma sonriera maliciosa.

Las dos salieron del baño con sus respiraciones entrecortadas y con el nerviosismo plasmado en sus miradas. Al pasar por la barra, Regina pagó la cuenta y le lanzó una mirada de desespero a Zelena, que solo se rió de su cara y le susurró un "Buena suerte"

Ya frente al coche, la joven intentó abrir la puerta del copiloto, pero Regina se lo impidió agarrándola bruscamente de la cintura y acercándose a su oído. "Al asiento de atrás. Ahora", susurró la morena. Y así Emma lo hizo.

—¿Te ha encantado provocarme todo este tiempo, verdad?— preguntó Regina en tono de provocación al entrar en el coche. Cada una se encontraba en un extremo del asiento y se miraban con fuego en los ojos. La morena se acercó al rostro de la rubia y rozó sus labios en los de ella —Ahora te verás obligada a aguantarme, Swan.

En poco segundos, la morena selló el pequeño espacio que había entre ellas con un beso feroz. Sus dedos se entrelazaron en los mechones dorados de la joven, que tenía sus manos recorriendo la espada de la morena por encima aún de la fina blusa que llevaba. Durante el beso, Emma agradeció en su mente por estar finalmente viviendo aquel momento, al fin y al cabo se había pasado días preguntándose cómo sería un beso de verdad de Regina, y finalmente lo estaba descubriendo. Era caliente, dulce y con un ligero toque a cerveza artesanal. Regina, sin soltar en ningún momento a la rubia, se sentó en su regazo, provocando que la joven pusiera los ojos en blanco de satisfacción. Las dos estaban completamente entregadas a aquel momento. Las dos manos de Emma descendieron por la espalda de la mayor lentamente hasta su trasero, que la joven apretó ligeramente. Cuando la falta de aire gritó más alto que todo el deseo que allí habitaba, Regina finalizó el beso con un piquito en los finos y rosados labios de la rubia y pegó su frente a la de ella. Las dos se encaraban con profundidad mientras intentan regularizar sus respiraciones jadeantes. La morena agarró el rostro de la joven entre las dos manos y acarició sus rosadas mejillas.

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