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Algunos dicen que los monstruos nacen, puede que sea cierto. Pero también existen los que se hacen, la sociedad y la crueldad de su entorno trasforma a esas almas inocentes... hasta volverlos demonios porque la palabra monstruos, ¡ja! esa solo es para novatos.

Desde que tengo memoria recuerdo a mamá diciendo que debía contar, que eso era un juego y que al terminar me daría galletas. Yo obviamente aceptaba, la única condición era no salir del armario hasta que se fuera el monstruo.

Siempre había sido muy obediente, contaba y esperaba hasta que los gritos pasaban. Pero un día mi curiosidad fue mayor, salí del armario y desde las escaleras vi a mi padre gritando mientras mi mamá lloraba en el suelo... en ese momento comprendí dos cosas. Uno el monstruo era papá. Dos golpeaba a mamá.

Claro que a esa edad solo tenía 7 años y desde aquel día, la rutina en mi casa era escuchar gritos y llantos.

Mi padre siempre que podía nos golpeaba, a mí o mi madre sin motivo. Hasta el momento no lo odiaba, ni nada de eso, era mi padre después de todo tenía cosas buenas y malas. Solo quería evitarlo y estar lejos, nada más.

Fingíamos ser una familia perfecta. Era la costumbre, ante los demás cariños y sonrisas falsas, como cualquier familia normal.

Nadie pensaba o sabía lo que ocurría detrás de las puertas de mi casa. Y si lo sospechaban preferían hacerse los ignorantes. Nadie se involucraba en lo ajeno.

Pero mi maravillosa vida no terminaba ahí. En la escuela también era la burla de los demás, era el "anormal" del curso. Muchos se burlaban de mí por no hablar demasiado, ser delgado, ojeroso y débil.

Así que como es de esperar me golpeaban, rompían mis cosas, pero sobre todo iban rompiendo mi alma... Esas gotas de inocencia y sentimientos se iban esfumando.

Día a día cargaba con un peso, que me consumía y asfixiaba.

Era como una sombra, pocos la notaban pero estaba ahí.

La que aumentó más aquel 21 de diciembre del 2009.

Nunca tenía días buenos, pero había días que eran más tolerables que otros.

Sin embargo, ese había comenzado mal; Me encontraba en piso del baño, mi ropa estaba algo estropeada y mis cuadernos completamente rotos, mi pecho dolía por las patadas que había recibido en la zona.

Sé que se deben preguntar por qué no te defiendes.

Y es la misma pregunta que me hacía a mí mismo.

Pero siendo sinceros, para que ya estaba acostumbrado a ellos, golpes más golpes menos, no había diferencia si en mi casa el sufrimiento era peor.

Me miré en el espejo, tenía la ceja y el labio roto, la sangre salía de este manchando mi ropa.

Vi a un idiota fracasado.

Salí del baño y camine a salida tratando de pasar por desapercibido. Lo único bueno del día era el camino a casa con mi madre, a la salida siempre estaba en la esquina esperándome con una sonrisa que me alegraba a mí también, reíamos y conversábamos imaginando una vida distinta más feliz. Donde solo estuviéramos los dos.

Muchas veces quise rendirme, pero ella me alentaba a seguir. Si mamá era fuerte yo también podía serlo.

No estaba, cuando llegue a la esquina no la vi.

¿A dónde estás? Papá te habrá golpeado... estarás con la abuela.

Seguí mi camino, por primera vez volvía solo a casa.

Al llegar pude escuchar los gritos de él desde la cocina.

Mi corazón comenzó a latir con rapidez y apreté mi mano nervioso.

Hasta El Demonio Fue Inocente ( Completa, Libro 1 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora