33 obscurité

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Sophi

No sabía, si habían pasado días u horas. Al principio podía distinguir la noche y el día, pero después ya no.

Creo que la primera, fue la más difícil. Estuve despierta gran parte de ella y cuando por fin intentaba dormir, escuchaba o sentía algo sobre mí.

Nos tiró agua helada, bichos, o cualquier cosa que nos aterrara... te atormentaba no sabías en qué momento haría algo. Estaba jugando con nuestra mente.
No los dejaba dormir, no los dejaba en paz.

Una no soportó más y le gritó, rompió cada una de las reglas y él se la llevó. No sé a dónde, pero desde otra pieza podíamos escuchar como ella le pedía perdón, lloraba y suplicaba, pero fue inútil... Al parecer había muerto porque nunca más volvió.

Sentía hambre, sed y mi cuerpo dolía.

El olor fétido a orina y excrementos se estaba haciendo presente. Las condiciones eran inhumanas, no podíamos ir al baño y lógicamente muchas chicas no se aguantaban.

Yo no había llegado al extremo de defecar. Pero tener mi ropa mojada, aumentaba mi frío. Los gritos repentinos de las demás chicas atormentaban mi mente.
Al perecer quedábamos nueve incluyéndome.

Las reglas eran algo que repetía constantemente no podíamos hablar entre nosotras, pero de algún modo habíamos aprendido a comunicarnos por medio de chasquido de lenguas o algún otro sonido que pareciera "normal" para no despertar sus dudas. Obviamente las palabras o la comunicación era limitada posiblemente respondedores: Sí, No, No Sé y viene.

El miedo estaba por todo el lugar y a pesar de que al principio mi mayor temor era morir. Ahora era el seguir viva... porque cada día en ese lugar era una agonía, una tortura y ya recordaba a la chica que había llevado. Me había gustado ser ella, no tenía la mejor de las muertes... pero al menos ya no sufría.

Ese tipo de ideas se hizo más presente cuando estamos solas y nuestra única compañía era el silencio.

Pasos firmes resonaron en la habitación.

—Buenos días—habló con un ápice de diversión- hoy es un día especial...— dijo detenidamente y los pasos continuaron.

Mi corazón palpitaba con mayor rapidez a medida que se aproxima a mí, hasta que envió una mano detrás de mi nuca. Se movió rápidamente y quitaron la venda en mis ojos.

Me quedé inmóvil por un instante ni siquiera me atreví a mirar, hasta que los pasos se alejaron.

Apenas los abrí los tuve que volver a cerrar. Me dolían, posiblemente estaban rojos e hinchados por haber llorado tanto en ocasiones.

Tenía que acostumbrarme a la luz del lugar. De hecho era una habitación algo oscura, cuando por fin lo logré ver con claridad, observe a las demás chicas todas determinadas sin vendas ahora.

Para mi asombro las conocía a todas, eran mis amigas y eran igual o peor que yo.
Repase mi detalle a cada una de ellas: Gisselle, Alizee, Brigitte, Eliette, Jolie, Lorraine, Madeleine, Nicolle.

La mayoría estaba con la mirada perdida, llorando y tal vez asimilado la situación. Luego estaba él, quien nos había encerrado, torturado y jugando con nuestras emociones a su antojo. Llevaba un antifaz negro. No era simple, aparentemente tener la forma de un cuervo, lo que le agregaba intriga a su postura. Esta le cubría la mitad de la cara dejando su boca al descubierto.

—Como verán hay una venda al frente de ustedes, esta pude ser rojo o negro- comentó con calmado, físicamente atlético.

Tenía un traje negro de Giorgio Armani se hizo hecho a medida, lo que le dio un toque elegante y siniestro. Si lo viera desde una perspectiva distinta o la circunstancia fuera diferente, me parecería demasiado atractivo. El corte de su pelo y su postura que demostraba seguridad y control.

Hasta El Demonio Fue Inocente ( Completa, Libro 1 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora