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Sophi.

Podía sentir como alguien me seguía, pero a cada vez que miraba hacia atrás no veía a nadie.

Relájate Sophi son ideas tuyas nada más.

Trate de calmarme y continué mi camino a casa. Mis amigos se habían ido de compras y para mi mala suerte mi auto estaba en el taller, me quedaban unas cuadradas para llegar.

Así que decidí tomar un atajo, me desvié en una de las calles poco concurridas. Cuando estaba por la mitad de esta arrepentí. No sé nadie más, comencé a ponerme demasiado nerviosa y Camine cada vez más rápido.

Escuche pasos detrás de mí al igual que acelerados y distinguir a alguien con un pasa montañas. Corrí con más rapidez, pero los tacones no me lo permitirían. Los vidrios de botellas en el suelo se puedian incrustar en mis pies. El miedo me hizo tratar de quitarlos y justo en ese instante escuché.

—No puedes escapar, bonita—dijo con voz grave y demandante. Su mano puso un pañuelo en mi boca, trate de no respirar, luche, grite y rasguñe con todas mis fuerzas, pero no sirvió de nada. Además el pañuelo ahogaba mis gritos ¿era mi fin?, las lágrimas salían de mis ojos y el martilleo de mi corazón otra era de mi pecho muy fuerte. Estaba aterrada.

La lucha fue disminuida, junto a mis párpados se volvieron cada vez más pesados. Perdí el conocimiento.

...

Cuando desperté pude sentir un ligero dolor de cabeza, intente abrir mis ojos, pero me di cuenta de que estaban vendados, otra vez me sentí desesperada, con miedo y ansiedad, quise moverme, pero estaba amarrada de pies y manos. El olor a humedad, estaba presente en el ambiente.

Sentía frio y me dolía el cuerpo. Supongamos que estaba botada en posición fetal, ya que mi cara descansaba junto a algo duro.

Mi boca estaba seca, humedecí mis labios con mi lengua.

¡No estaba tapada, podría gritar!

Cuestione el propósito de eso y justo cuando estaba por gritar por instinto de supervivencia escuche sollozos y varios gritos al mismo tiempo.

—¡Ayuda!

—¡Por favor que alguien me saque de aquí!

—¡Auxilio!

Eso solo hizo que el dolor de mi cabeza aumentara. Mi labio porque algo me causó que gritar solo traería cosas malas.

—Hasta que despierta mis hermosas rosas ...—dijo la misma voz que me había atrapado, lo distinguía por su tono característico. Algo burlón pero seguro.

Mi respiración nuevamente se aceleró y me moví tratando de alejarme. Algunas lloraron con más intensidad y otras gritaron más.

—¡Maldito!

—¡Suelta yo, yo no te hice nada!

—¡Mis padres pagarán lo que quieran, pero no me lastimes!

Suplicas, chillidos y sollozos hacían eco en el lugar.

Podías sentir el miedo como una manta que no te dejaba estar en paz.

—¡Silencio!—Ordenó con evidente molestia.

Los sollozos ya no eran tan fuertes, pero otras rebeldes le siguieron gritando.

—Escuchó un grito más y lo van a lamentar—sonaba frío y amenazante.

Comencé a llorar involuntariamente, las lágrimas humedecieron la venda de mis ojos.

—¡No, no me callaré por un maldito enfermo!—chilló una chica, por alguna razón su voz se me hizo sospechada.

Hasta El Demonio Fue Inocente ( Completa, Libro 1 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora