Capítulo 2

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Las luces se encontraban apagadas cuando finalmente abrí la puerta del apartamento. El hedor a comida dañada me dió una gran señal para saber que mi compañera no se deshizo de la basura desde los últimos tres días que no estuve.

Jessie me siguió de cerca por la pequeña sala de estar y dejé caer mi pequeña maleta de viaje en el sofá.
Mientras la pequeña nariz de mi mejor amiga se arrugaba ante el inequívoco mal olor.

—¿Desde cuando no botan basura en este lugar? —pregunta horrorizada.

Suelto un suspiro y recojo el sostén rosa fluorescente que se encuentra tirado en el suelo y luego sigo la fila de ropa sucia que llevan hasta la puerta de su habitación y dejo todo frente a la puerta para que lo recoja en cuanto lo vea, lo cual probablemente será nunca, porque va a fingir no haberlo visto hasta que yo termine lavando todo por ella.

Es la dinámica.

No recuerdo cuándo fue la última vez que Cassie Morgan hizo algo más en este apartamento que ensuciarlo, mi compañera no conocía lo que eran los límites y mucho menos lo que era una escoba y recogedor.

A simple vista puede lucir como una chica normal, con su cabello ceniza en una coleta alta, lentes y vestimenta decente, hasta se podría ver como una chica guapa y organizada, sin embargo, solo viviendo con ella sabrías que deja ropa sucia por toda la casa, nunca recuerdo botar la basura en su turno y mucho menos lavar los platos, no sabía que el desorden me molestaba tanto hasta que empecé a vivir con ella.

—Sabes como es Cassie, seguramente olvidó que era su turno de la basura o simplemente lo ignoro como suele hacerlo con todo.

—No sé cómo la soportas —dice con una mueca de horror plasmada en el rostro.

—Pagué seis meses de renta anticipados, no puedo darme el lujo de perder ese dinero— sacó una botella de agua de la nevera y le doy un sorbo. —Además, estamos a mitad del año, ¿dónde encontraría otro lugar cerca del campus y económico?

—Siempre está la opción de que te mudes conmigo—Jessie levanta las cejas sugerente.

—¿Contigo y James? Ni hablar, no estoy lista para escucharlos tener sexo por toda la noche— digo fingiendo estremecerme ante la idea.

—Para que lo sepas, también lo hacemos de día.

—Mucha información —gritó, tomando la cesta de basura. —Ahora, voy a deshacerme de esto y podremos ver unas películas antes de tener que volver a nuestra realidad universitaria mañana.

Ella asiente y toma asiento en el sofá junto a la maleta mientras saca su teléfono celular del bolsillo.

Eso evoca el recuerdo de la cantidad de notificaciones que empecé a recibir de manera constante desde ayer y el simple recuerdo de que ahora era una mujer casada me provocaba náuseas.

No es que Carter cause náuseas, porque él es la definición de la palabra ardiente, pero no podía hacerme la idea de que ahora estaba casada con nada más y nada menos que el tipo más popular de todo el campus. O al menos lo estaría en los próximos treinta días.

Trato de eliminar esos pensamientos de mi mente y me enfoco en lo que tengo que hacer: hacer desaparecer la basura.

Estoy abriendo a la puerta cuando la escucho gritar.

—¡Tú esposo te envía saludos!

Ruedo los ojos y cierro la puerta de golpe con mi mano libre y con la otra sostengo la basura. Las calles siguen solitarias a causa de las vacaciones de primavera, la mayoría de los estudiantes fueron a visitar a sus familiares o simplemente salieron de fiesta.

Química Innegable© (LDD#1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora