Diario Capítulo-7

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Jael en multimedia

Me di la vuelta y vi a Jael de brazos cruzados apoyado en la puerta con una pierna apoyada.
No tenía ganas de entrar en una discusión. Ahora no llevaba dos copas de más y no sería capaz de hablarle como aquella vez. Me sentía pequeña e insignificante a su lado, aparte de que yo jamás he sido de enfrentamientos y los evitaba a toda costa. Me paré frente a él esperando que se apartara y me dejara salir. Sin embargo, seguía en la misma posición y sin quitarme la vista de encima. Tragué con dificultad. El recuerdo del cuchillo en mi cuello, me hizo temblar de la cabeza a los pies. No sabía que decir o que hacer para salir de allí.

–¿Ahora me tienes miedo? —inquirió con sorna.

Bajó la pierna y apartó su cuerpo de la puerta. Dio un paso hacia mí e instintivamente di uno hacia atrás. Quería alejarme de él, así que seguí dando pasitos hasta que sentí el frío metal de las taquillas en mi espalda. Me sobresalté por el impacto y eso hizo que él sonriera. Avanzó como un león a punto de atacar y con sus brazos me acorraló.

–Déjame ir, ahora. —le exigí con la voz temblorosa— O gritaré.

–Eres demasiado tonta o de verdad aún no lo entiendes —susurró con frialdad dejándome confundida— Aquí nadie te va a defender. Lo que significa que antes de enfrentarte a alguien, primero deberías de averiguar de quién se trata.

Quería girar la cara, pero sabía que si hacía eso era darme a mí misma la estocada final. Me di cuenta al ver como ensanchaba su sonrisa ante mi intento de amenaza.
Si no fuese porque le comenzaba a odiar, diría que tenía una risa preciosa. Es más, al tenerle tan cerca, pude detallarlo perfectamente y tenía que reconocer que estaba delante de un Adonis de pies a cabeza, mezclado con un demonio.

Las palmas de mis manos estaban sudadas y la duda de como tenía que actuar era cada vez mayor. ¿Le giro la cara y le demuestro mi temor hacia él? O ¿Le enfrento con la posibilidad que salga mal parada? Fuera cual fuese, al igual no sería bueno. Al menos quise mantener mi orgullo intacto y con un miedo atroz, levanté la cabeza retándole, mirándole de frente a los ojos.

–Tú también deberías de saber a quien te enfrentas. —aseguré con postura segura y sin titubear.

Sentía su aliento chocar contra mis labios y sus ojos destellaban una rabia profunda ante mi forma de responder. En ese momento me arrepentí al dejarme llevar por mi arrebato. Uno de mis defectos, era que a veces hablaba más de la cuenta y eso me acarreaba más de un problema. Por ejemplo, que justo por eso, me mandaran a una universidad pública.

–Vamos a ver, lo que tardas en venir a pedirme perdón de rodillas, nenita. —soltó de manera déspota.

Sus ojos se desviaron a mis labios unos segundos. De golpe se apartó de mí y salió de allí pegando un portazo.

Me puse las manos en la boca incrédula por lo que acababa de pasar. Me deslicé hasta que me quedé sentada en el suelo. Acababa de desafiarlo y darle un pase vip para hacerme la vida imposible. ¡Ole tú!

No sé cuánto tiempo estuve en el suelo, perdida en mis pensamientos, pero cuando me levanté sentí todo el cuerpo entumecido. Recogí mis cosas de la taquilla y al salir, me encontré con Steve sentado en el banco que había justo al lado del vestuario.

–Llevo más de media hora esperándote, ya estaba a punto de entrar a buscarte. —comentó levantándose. Su entrecejo se frunció al verme la cara— ¿Qué te pasa?

Tenía ganas de gritarle, por dejarme de lado y echarle en cara que por su culpa, Jael se había metido en el vestuario para amenazarme. Sin embargo, me contuve, porque la única culpable era yo, por aceptar venir aquí.
Preferí no dejarme llevar de nuevo por un arrebato y caminé delante de él sin dirigirle la palabra. Intentó indagar con preguntas de camino a casa, pero no obtuvo respuesta por mi parte.
Mis ánimos no estaban muy bien que digamos y si abría la boca me arrepentiría.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora