No podía creer que ella estuviese aquí y lo peor es que no estaba sola, sino que Jael y dos chicos más venían con ella. Miré en dirección a Steve decepcionada, porque si antes tenía alguna duda de que fuese él el que había hablado, ya no tenía ninguna. Llegué a la conclusión de que no podía confiar en él y solo quería que se fuera cuanto antes.
–Será mejor que os vayáis. —habló Steve con los dientes apretados.
–¿Quieres que nos vayamos Samy? —preguntó Vega haciendo un mohín .
Se notaba a leguas que habían bebido y aunque hubiese querido decirles que si, preferí negar con la cabeza. No podía permitir que se fueran en el estado que estaban.
Ella sonrió ante mi negativa y a pasos torpes entraron. Era una locura estar bajo el mismo techo que Jael después del beso, pero me tranquilizaba saber que no estábamos solos de modo que no podría volver a acercarse a mí. Subí las escaleras con ellos siguiendome y les enseñe las dos habitaciones que quedaban libres. Antes de marcharme, volví a ver de nuevo el odio que desprendía el orangután mal vestido a través de su mirada.
–Deberías de decirles que se vayan —sugirió Steve posicionándose delante de mí deteniendo mi paso.
No me apetecía discutir con él y menos cuando era culpa suya, así que le rodeé y me fuí de nuevo a mi habitación ignorándole. Antes de cerrar la puerta, puso el pie para impedirlo y la cerró detrás de él apoyando la espalda en ella.
–¿Piensas que he sido yo quién los ha traído? ¿Verdad? —inquirió cruzado de brazos y entrecerrando los ojos.
Me daba rabia que tuviese la osadía de preguntarme eso. Era de lógica que había sido él. Quizás se lo comentó y ahora no quería reconocerlo al igual que lo de las notas que había recibido.
–Por tu silencio, creo que he acertado. —prosiguió pensativo— pero te equivocas conmigo.
La tristeza con la que habló me hizo dudar, pero no podía flaquear sin estar segura que decía la verdad. Tras terminar la frase se fue quedándome sola. Me acosté en la cama con un mal sabor de boca e intenté conciliar el sueño de nuevo, pero los gemidos que provenían desde la otra habitación me lo impedían. Si yo los escuchaba era probable que Steve también y eso me preocupaba a pesar de lo enfadada que pudiese estar. Tuve la tentación de ir a verle, sin embargo, me contuve. Resoplé con fastidio y me puse el cojín en la cabeza para no seguir escuchándolos. Conseguí quedarme profundamente dormida después de un buen rato.
Los rayos del sol impactaron contra mi cara despertándome. Al ver que no podía seguir durmiendo me levanté y busqué un par de toallas en los cajones. Fue difícil saber qué ponerme, debido a que la ropa que utilizaba unos años atrás era muy elegante o me quedaba pequeña. Quería estar cómoda para ir a dar una vuelta por los alrededores y con tacones era imposible. La única opción que me quedaba era buscar algo en el armario situado al final del pasillo donde dejábamos lo que no usábamos. Asomé la cabeza y miré de un lado a otro para comprobar que todos seguían durmiendo. Al no escuchar ruido salí de puntillas hasta quedar frente a la puerta. Detrás de mí quedaba una de las habitaciones, así que tenía que intentar no hacer escándalo o los despertaría. Mi intención era irme y esperar a que cuando volviera de mi paseo ya se hubiesen ido. Por mucho que miré no vi nada apropiado hasta que vi un chándal de mi hermano negro con rallas rojas. Lo observé con desagrado porque hasta para mí era demasiado corriente, pero no me quedaba más opción. Era acceder a ponerme eso, a pesar que siempre criticaba a Ian, o vestirme con lo del día anterior.
–De buena mañana y ya te tengo que ver. —la voz ronca de Jael sonó detrás de mí, sacándome de los pensamientos— no hay peor manera de empezar el día.
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Juego Peligroso (Pausada)
Teen FictionSamy es una chica que siempre lo ha tenido todo. Sus padres deciden darle una pequeña lección para que aprenda a valorar lo que tiene. Un cambio radical en su vida que la hará entrar en un juego peligroso y nuevo para ella. ¿Será capaz de soportar...