De pie, sintiendo como el frío se colaba por debajo de la chaqueta y por los pantalones rotos estaba esperando a que todo eso fuera tan solo una pesadilla, pero no. Tras cerrar los ojos repetidas veces, seguía en el mismo lugar y con la misma sensación de vacío. Observé como el coche de Mark se alejaba a toda velocidad, antes de respirar profundamente y girar encima de mis talones.
–¡Mírame Ian! —le exigí sin poder dar crédito a esas acusaciones— ¿Es cierto? —cada segundo que pasaba sin recibir una respuesta sentía como si me estuviesen arrancando el corazón poco a poco, de forma lenta y tortuosa.
–No es lo que piensas, Samy —se pasó las manos por el pelo nervioso sin atreverse a levantar la mirada del suelo— sabes que nunca te pondría en riesgo ¿Verdad?
Le conocía perfectamente para saber que ¡mentía! Desde pequeño siempre se tocaba la oreja cuando se veía acorralado y justamente eso estaba haciendo. Dio dos pasos en mi dirección, pero me aparté de él antes que me tocara.
–No quiero que te acerques a mí —susurré con la voz entrecortada. Levanté la palma de la mano en su dirección para hacerle entender que no me interesaba sus explicaciones, cuando abrió de nuevo la boca para hablar— esto no te lo voy a perdonar.
Sus ojos mostraban un dolor profundo ante mis palabras cargas de una rabia incontrolable y sinceramente me daba igual. Quería trasmitirle la tristeza y decepción que sentía por su culpa. Sabía que era la oveja descarriada de la familia, pero jamás me imaginé que llegaría a tanto.
–Será mejor que mañana lo habléis con calma —intervino Steve en un intento fallido de aliviar el ambiente tan tenso que se había formado— hoy ha sido un día muy duro para todos.
Me mordí el labio aguantando el llanto y negué con la cabeza, porque para mí esa discusión había quedado zanjada. Eso no era una pequeña riña familiar la cual el día siguiente todo habría pasado. Él había cruzado la línea y ya no había vuelta atrás.
Con las manos en los bolsillos y la moral por los suelos, me di media vuelta y empecé a caminar. Al principio escuché los gritos de Ian para que me detuviera, mas no tardó en callarse al comprender que no iba a ceder.
Esa noche quedó marcada por un antes y un después. Desde ese día pasaron dos semanas donde mi vida se había confinado en esas cuatro paredes que era mi habitación y sólo salía para ir a la universidad. Los primeros días no iba al patio para evitar acercamientos y al terminar me marchaba directa a casa. Lo bueno de tener un apellido influyente como el mío, era que nadie me llamó la atención por las faltas de asistencia. Mis padres estaban contentos al ver que mis notas habían mejorado mucho y la tranquilidad había llegado al no recibir ningún papel amenazante durante ese tiempo. Con respecto a Ian y Steve después de lo sucedido esa noche, mantuvieron las distancias sin quitarme la vista de encima cada vez que nos cruzabamos.
A principios de la que iba a ser mi tercera semana volví a la rutina de salir al patio a sentarme en el césped y disfrutar del sol mientras me leía uno de mis libros.
–Por fin te animas a salir —comentó Vega sentándose a mi lado— ¿Estás mejor?
Cerré el libro y me levanté de golpe. Era de esperarse que ella se hubiese enterado, pero no tenía ganas de mantener una conversación con nadie.
–¡Ey! No te pongas así —prosiguió levantándose y agarrándome del brazo— ya sé que ha sido muy jodido lo que te ha pasado, pero tienes que enfrentarte a las cosas. No seas cobarde.
Me solté de un tirón y me fui de allí sin ni siquiera mirarla. Sabía que tenía razón, pero todo me estaba yendo mucho mejor desde que no tenía ningún tipo de contacto con ellos y quería que siguiera así. Desde que se habían cruzado en mi camino no había tenido ni un minuto de paz y realmente lo necesitaba.
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Juego Peligroso (Pausada)
Teen FictionSamy es una chica que siempre lo ha tenido todo. Sus padres deciden darle una pequeña lección para que aprenda a valorar lo que tiene. Un cambio radical en su vida que la hará entrar en un juego peligroso y nuevo para ella. ¿Será capaz de soportar...