En mi vida había escuchado a alguien maldecir tanto en tan poco tiempo como a ella. Aunque apenas la conocía, admiraba la fortaleza y valentía que mostraba a través de sus ojos el día que la conocí. Me hubiese gustado parecerme un poco en su forma de ser y enfrentar las cosas sin miedo a nada.
*–¿Está bien? —me respondió ignorando mi pregunta. Se notaba ansiosa y preocupada a la vez por saber de él.
*–Llegó muy mal herido y se lo han llevado, pero no sé dónde —al terminar la frase y no escuchar respuesta por su parte me percaté de que ya había colgado.
Toda esa situación me desconcertaba y más al saber que ella tenía algo que ver con Jael, pero ¿El qué? ¿Serían parientes? Analizando bien las cosas, los dos tenían un temperamento fuerte, pero no me cuadraba nada, es decir, ella estaba relacionada con la policía y él con gente de mala calaña.
Dejé el teléfono en su lugar y salí de la habitación sigilosamente al escuchar voces.–¿Qué vamos a hacer? —preguntó Mark de repente con un ápice de preocupación.
–¿Tú qué crees? —le respondió la voz de un hombre con tono vacilante— pegarle un tiro y terminar con esto de una puta vez.
Tras escuchar esas palabras llenas de malicia abandonar sus labios, mis piernas comenzaron a temblar. Tenía poco tiempo para buscar otra salida, ya que la puerta estaba cerrada y era imposible ir hacia allí sin que me vieran. La desesperación y el miedo me invadieron de tal manera que me fui directa a la habitación y abrí la ventana. No había mucha altura y aunque la hubiese me daba igual torcerme un tobillo si con eso lograba salir de ahí sin un tiro en la cabeza. Busqué con la mirada algo con que aferrarme para bajar. Un tubo fino de metal oxidado era lo único que había a lo largo de la pared exterior. Lo moví bruscamente para comprobar que estaba bien sujeto y saber si aguantaría mi peso. Me senté y con el aire contenido, me di la vuelta para bajar de espalda. Agarrada y con la punta de los pies apoyados en la pared descendí lentamente. Conforme se movía el tubo sabía que no aguantaría mi peso mucho más, así que no me lo pensé y salté. A pesar del porrazo que me di contra el frío y duro suelo, me levanté y comencé a correr. El callejón donde estaba era estrecho y lleno de tendederos que colgaban de las ventanas. No sabía dónde estaba, pero tampoco me importaba. Sólo tenía una cosa en mente. Salir de ahí cuanto antes. Dejé de correr al llegar a una calle concurrida llena de gente que daba miedo tan solo verla. Caminé con la cabeza alta, como si me diera igual todo, pero ni con eso pude pasar desapercibida.
–¿Te has perdido nena? —gritó un chico que más o menos tendría mi edad con una sonrisa maliciosa. Aceleré el paso ignorándole y seguí mi camino— no te han dicho nunca ¿Qué es de mala educación no responder?
Pensé que quizás se cansarían y me dejarían en paz, sin embargo, al escuchar varios pasos detrás de mí supe que me estaban siguiendo. Anduve un buen trecho con ellos pisándome los talones, evitando los lugares oscuros y solitarios. Se estaban divirtiendo a mí costa diciéndome cosas lascivas que me ponían la piel de gallina. Lo peor era que ha pesar de toda la gente que paseaba por allí, nadie les dijo nada, solo me observaban con lástima.
–¿Aún piensas que podrás huir de nosotros? —soltó un chico más joven, agarrándome del brazo y estampándome contra una pared— cuanto más te resistas peor para ti.
Me rodearon entre risas y silvidos. No pude evitar que las lágrimas comenzarán a descender por mis mejillas al sentir distintas manos tocarme con brusquedad por todo mi cuerpo. Uno de ellos me sujetó del pelo y otro los brazos para que dejara de moverme. Me desgarraron la ropa sin compasión y ni mis llantos ni súplicas para que me soltaran les conmovió, sino todo lo contrario, se pusieron más eufóricos. Les gustaba ver el dolor emocional y físico que me estaban causando y tener el control. Ellos tenían el poder y yo solo era una víctima más. En ese instante solo pude pensar en mis padres, mi hermano y en la única persona que me habría podido salvar aún odiandome. "Jael" no se porque pensé en él si era el causante de que yo terminara en esa situación. Me dolía la garganta de tanto gritar y más cuando me arrancaron el sujetador de un tirón. Estaba expuesta frente a un grupo de chicos que me iban a arrebatar la dignidad por la fuerza y dejándome en claro que yo no podía hacer nada al respecto.
De un momento a otro, escuché un click y vi como ese grupo de chicos se alejaban dejadome ver a Mark y a otro hombre con una pistola en la mano apuntándoles a la cabeza.
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Juego Peligroso (Pausada)
Teen FictionSamy es una chica que siempre lo ha tenido todo. Sus padres deciden darle una pequeña lección para que aprenda a valorar lo que tiene. Un cambio radical en su vida que la hará entrar en un juego peligroso y nuevo para ella. ¿Será capaz de soportar...