Diario Capítulo-18

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No sé en qué momento me quedé dormida, pero al despertar tenía a Steve a mi lado. Me asusté al verle en la misma cama que yo, hasta que lo recordé todo. 
Eric, el beso, estar semidesnuda en el coche y la nota con el vestido. Al principio llegué a pensar que era una pesadilla, sin embargo, al mirar la caja encima del tocador supe que era real. Me levanté de sopetón y me encerré en el baño. Necesitaba aclarar mis ideas y saber qué hacer con lo que dijo Steve acerca de contárselo a mis padres.

Me deshice de la ropa mientras lágrimas de impotencia rodaban por mis mejillas. Todo era demasiado duro y no sabía cómo enfrentarlo. Echaba de menos mi vida anterior, de la cual solo tenía que preocuparme sobre el modelito que me pondría el día siguiente y sacar buenas notas. Era consciente de que nada volvería a ser como antes y tenía que asumirlo.

Aproximadamente una hora después ya había tomado una decisión. Salí de la ducha y pasé la mano por el espejo para desempeñarlo. El reflejo que había en el no me gustó: ojeras, ojos rojos y la piel demacrada, eran algunas de las consecuencias que ya comenzaban a pasar factura.

Me di cuenta de que no podía continuar así y al verme a mí misma, reafirmó lo que ya tenía en mente. Estaba aterrada no lo niego. Si algo me sirvió criarme con gente de dinero, era que debías llevar una máscara de falsedad todo el tiempo, con lo cual hacía que al final supieras poner tu mejor cara aunque tu mundo se estuviese cayendo a pedazos. Por desgracia eso era justamente lo que me estaba pasando a mí.

Me vestí lentamente intentando tener unos minutos más de paz entre esas cuatro paredes, ya que al salir por esa puerta tendría que tomar otro rol. Comenzar un juego el cual yo no quería participar, pero me veía obligada por las circunstancias.

A pasos sigilosos volví a la habitación. Steve estaba sentado en la cama mirando por la ventana, pensativo y con el pelo despeinado. El sol dándole en la cara realzaba la belleza que poseía con más intensidad.

–Buenos días —saludé tras un carraspeo para llamar su atención— lo he estado pensando...y quiero volver a casa.

Al escuchar mis palabras afirmó lentamente y suspiró aliviado.

–¿Vas a explicarle a tus padres lo de las cartas? —tanteo levantándose y posicionándose delante de mí.

Definitivamente estaba perdiendo la razón al no contarle mis verdaderas intenciones y buscar respuestas sola, pero él no hubiese entendido que mi madre llevaba años luchando con lo peor de la sociedad y yo a través de ella. Eso equivalía a que aún teniendo pruebas suficientes, había posibilidades de que esa persona quedara en la calle a los dos días y era correr un riesgo innecesario. Aparte no quería involucrarle después de saber que él tenía un pasado oscuro del cual no sabía nada.

–Se lo contaré, pero necesito tiempo.

Nunca se me había dado bien eso de mentir. Lo peor, fue mirarle a los ojos mientras lo hacía.

–Créeme que es lo mejor —contestó dulcemente con un sonrisa ladeada.

La conciencia no me dejaba en paz y me sentía fatal, sin embargo, le devolví la sonrisa aparentando que todo estaba bien. Mis piernas parecían un par de gelatinas cuando comencé a caminar hacia la puerta para irnos.

–¡Espera! —exclamó deteniéndome del codo.

En ese instante, pensé que se había dado cuenta. Abrí la boca para darle una explicación del porqué lo había hecho, pero no me dio tiempo, porque con sus brazos me rodeó por encima de mis hombros y me estrechó contra su pecho con firmeza. Mi cuerpo se tensó de la cabeza a los pies ante ese impulso.

–Será mejor que nos vayamos —hablé con un nudo en la garganta.

Me alejé intentando no ser muy brusca y me dirigí a las escaleras escuchando sus pasos detrás de mí.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora