Diario Capítulo-9

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Las horas en clase pasaron con una lentitud asfixiante y por mucho que quería concentrarme no lo lograba. La profesora hablaba sin parar explicando la lección y su voz sonaba como si estuviese lejos, cuando en realidad la tenía a unos pasos de distancia.
Miraba a través de la ventana como el aire movía los árboles de forma violenta, indicando que se acercaba de nuevo una tormenta. Con el brazo apoyado en la mesa y la palma de mi mano en la mejilla dejé de prestarle atención a ella, para dejarme llevar por mis pensamientos.

La campana sonó y salí de clase a paso rápido. Quería llegar a casa lo antes posible después de pasar por la tienda y buscar en el ordenador de mi madre alguna información sobre Jael. Necesitaba saber que clase de persona era y si tenía antecedentes policiales.

Crucé la puerta y vi a Steve apoyado en el capó del coche, fumando un cigarro y mirando su teléfono sin percatarse de mi presencia. Carraspee para llamar su atención y levantó la vista, encontrándose con la mía.

-¿La llevo a casa señorita? -preguntó tirando la colilla y abriéndome la puerta de atrás.

La indiferencia en su manera de hablar me dolía. Yo no le había hecho nada. Inclusive cuando estuvimos solos, me dio a entender que le gustaba o quizás eran imaginaciones mías. O sea, me parecía bien que mantuviese las distancias conmigo y seguía pensando que era lo mejor, pero ni cuando apenas hablábamos era tan frío como lo estaba siendo en ese instante.

-Sí, pero primero pasaremos por la tienda de Caroline. -respondí sin mirarle.

Me acomodé en el asiento y esperé a que él subiera. Apoyé la cabeza de lado mirando hacia la ventana y me puse los auriculares. Quería evadirme un poco de todo y relajarme antes de llegar y comenzar a probarme ropa para la gala benéfica del fin de semana.

La gala benéfica era una de las más importantes del país y como siempre los organizadores eran mis padres. El tema de ese año eran familias sin hogar. Querían recoger fondos para construir más centros, donde personas sin recursos pudiesen tener un plato de comida caliente y que los niños pudieran estudiar. El aumento de niños abandonados había crecido considerablemente y era un tema que preocupaba bastante.
En ese tipo de eventos se presentaban los típicos que se creían mejor que nadie por tener un talonario en las manos y apuntar una cifra con varios ceros. Cualquier persona creería que lo hacían por pura bondad, pero no. Ellos sacaban partido ante los ojos de los demás con arrogancia y prepotencia. Yo solía encargarme de recibir a los invitados y que no les faltara su copa de champán en toda la velada y de la presentación inicial.

Al frenar, me di cuenta que ya habíamos llegado. Me bajé del coche sin esperarle. Al cruzar la puerta sonó la campanilla que avisaba de mi llegada.
Caroline no tardó en salir del mostrador para venir a recibirme.
Caroline era una mujer muy bonita a pesar de sus años. Tenía el pelo rubio muy corto, unos pendientes en forma de lágrima y muy pintada. Era una mujer refinada que siempre vestía con vestidos ceñidos que ella misma diseñaba. Era una de las mejores diseñadoras y también una de las caras.

-Hola querida. -saludó con cortesía- tengo un par de modelos de mi última colección que seguro que te quedarán genial.

Le devolví el saludo y me hizo un ademán con la mano para que la siguiera. La tienda tenía lámparas en forma de araña en el techo, el suelo era blanco y negro. Parecía que estuvieses en un tablero de ajedrez. Tenía unas escaleras en forma de caracol y una especie de salón muy amplio lleno de espejos y probadores grandes.

Apretó un botón y al minuto vino una chica con un carrito con varios vestidos colgados. Sacó un par que iban envueltos en un plástico transparente.

Me quedé impresionada al ver lo bonitos que eran. Uno era blanco con bordes dorados, largo hasta los pies, con una abertura en la pierna y escote palabra de honor. El otro era negro con tirantes finos y llegaba un poco más arriba de las rodillas.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora