Diario capítulo- 49

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Ian se agachó delante de mí y con su mano me levantó la barbilla. Me miró fijamente como si intentara averiguar si estaba fingiendo o de verdad no tenía miedo. Bastó unos segundos para que se levantara de golpe y comenzara a dar vueltas de arriba abajo con los brazos en jarras.

–¿Qué pasa contigo Samy? —su pregunta me dejó desconcertada— desapareces de un día para otro y cuando vuelves  pareces otra persona —agregó señaladome. 

–No tienes de que preocuparte, estoy bien —le dije tajante. Quería que dejara de preguntar, pero mi hermano era de los que no se daba por vencido. Cuando se le metía algo entre ceja y ceja, no paraba hasta que lo conseguía.
Tenía que desviar su atención fuese como fuese, antes de que se diera cuenta que detrás de esa venganza había mucho mas de lo que él pudiese imaginar.
Como si los cielos me hubiesen escuchado mi móvil me avisó de un mensaje nuevo.

Eros;

No sé que he hecho mal,  pero espero que vengas a mi cumpleaños y lo podamos aclarar. La fiesta es de máscaras y puedes traer a quien quieras. Te echo de menos.

Bajo ese texto me mandó la ubicación y la hora. Diez de la noche.
Realmente me sentí mal por haberle tratado tan friamente. Aparte de la duda sin fundamento sobre su identidad, había una pregunta que no dejaba de rondar por mi mente. ¿Él sabía de las acusaciones contra mí?
Lo tenía que averiguar.

Le respondí confirmandole mi asistencia. Le avisé que iría con dos acompañantes. Tenía claro que ellos iban a venir conmigo, ya que si había alguien detrás de ellos yo tenía que estar presente. De alguna manera iba matar dos pájaros de un tiro.
Levanté el teléfono y les enseñé el mensaje.

–¡Estás loca! —exclamó Ian arrebátadome el móvil de las manos— ¿Te quieres meter en la boca del lobo? ¡No! ¡No! y ¡No!

Si en algo nos pareciamos era en la terquedad. Ninguno de los dos solía cambiar de opinión, por mucho que insistieran. Creo que fue por eso que resopló pensativo al cabo de unos segundos y acabó aceptando mi loca propuesta, con la condición de "Bueno, pero si se tuerce la cosa nos vamos"  
De esa manera logré dos cosas. La primera desviar su atención sutilmente y la otra tener a esa familia de frente. Lo único que me preocupaba, era no saber lo que sentiría al volver a ver a Jael después de tanto tiempo.

En esa fiesta no podíamos ir de cualquier manera y los trajes de gala estaban en casa de mis padres. Los necesitábamos. Steve llamó a Nana para asegurarse que no estaban y evitar enfretamientos. Tuvimos la suerte que justo se habían marchado a una cena, por lo tanto volverían tarde.
Los tres nos subimos en el tamagochi  y nos dirigimos hacía allí. Era una situación incómoda para Ian y para mí. Lo notaba en como movía la pierna sin parar y se frotaba las palmas de las manos.
Al llegar, bajamos y fuimos hasta la puerta donde nos esperaba Nana.
Entramos detrás de ella como unos pollitos siguiendo a su madre.
No nos podíamos quedar mucho tiempo, porque aunque sabíamos que ellos no vendrían, era un riesgo.
Cada uno se fue a recoger lo que necesitaba y quedamos en reunirnos en la puerta de salida.
Estar de nuevo frente la puerta de mi habitación fue doloroso y más cuando entré.
Todo seguía en el mismo lugar como si nunca me hubiese ido. Pasé la yema de los dedos por los libros de mi escritorio y miré el retato familiar con un nudo en la garganta.
Seguí caminando hasta el armario. Al abrirlo vi todos mis vestidos  cubiertos con plásticos. Abajo en una estantería tenía tacones de todos los colores.
Sin pensar saqué uno y unos zapatos a juego.
Le eché un vistazo una última vez a lo que había sido mi refugio durante casi toda mi vida y apagué la luz. Al bajar ellos ya me estaban esperando con su ropa en la mano.

–Debería de alegrarme que estéis aquí, pero por vuestras caras sé que estáis tramando algo —tanteo ella mientras nos veía salir. El tono mezclado entre advertencia y preocupación me partió el alma en mil pedazos— tened cuidado con lo que hacéis.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora