Diario capítulo- 51

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Dedicado especialmente para Cristian.

Mi mente fue recopilando el comportamiento agresivo de "Jael". Empezando por la primera vez que me lo encontré en su casa "Te prohíbo que te vuelvas a acercar a mi hermano" o la vez que me encontré a "Eros" en el hospital por casualidad "He venido a ver a un amigo que está en la otra ala del hospital" (El Psiquiátrico) todo iba cobrando sentido.

-¿Por qué me dejaste creer que él era Eros? -le pregunté abrumada- si me hubieses dicho....

-¡¡Intenté decírtelo de varias maneras maldita sea!! -me interrupió. Se sentó en la cama y con los codos en las rodillas se pasó las manos por el pelo- pero estabas demasiado ciega para darte cuenta.

Al verle tan abatido, la decepción que sentía por haberme ocultado la verdad desapareció. De alguna manera esa situación me ayudó a entender el porque siempre estaba a la defensiva y se encerraba en si mismo.
Llegué a la conclusión que nos pareciamos mas de lo que me imaginaba. Le habían robado la identidad y a mí en cierta manera también. La única diferencia es que él lo supo desde el principio y a mí me costó años.
Me senté a su lado y recosté la cabeza en su hombro.

-Por una vez cállate y no me discutas -refunfuñé cuando le vi la intención de hablar.

Sentí su cuerpo vibrar escuchando su suave risa. Tras un largo suspiro de alivio, pasó su brazo por encima de mis hombros. Se acostó hacía atrás llevandome con él. Era grato oír sus latidos como se iban normalizando lentamente.

-Jael desde pequeño siempre tuvo celos de la buena relación que tenía con nuestro hermano -comenzó a relatar. Por el tono de su voz, se notaba que ese tema le afectaba profundamente- por lo que nos explicó el psiquiatra, él se sentía culpable por no haberle acompañado ese día. Su mente no lo soportó y creó la personalidad de la persona mas cercana a él." Yo" a pesar de ingresarlo varias veces y de las terapias seguía creyendose que era Eros. Por aquel entonces, mi familia era pobre...

Se quedó callado cuando escuchamos unos golpes fuertes en la puerta. Se levantó despacio y abrió el cajón de la mesita de donde sacó una pistola. Con el dedo me indicó que me mantuviese en silencio. "Escóndete y no salgas hasta que te avise" me advirtió antes de salir de la habitación colocándose el arma en la parte de atrás del pantalón.
Me preocupaba no saber en qué clase de problemas estaba involucrado, pero por una vez tenía que controlar mis impulsos y confiar en su palabra.
Me encerré en el baño y me senté en el taburete sin despegar los ojos de la puerta. No dejaba de imaginarme una y otra vez que entraba para decirme que todo estaba bien.
Pasaron los minutos y desesperada por manteneme distraída, comencé a contar las baldosas de la pared y seguí con las del suelo, sin embargo ni con eso lo logré.
La incentidumbre me estaba matando y no pude contenerme más. Dejándome llevar por la necesidad de verle, abrí un poco la puerta.

-Dile de mi parte que venga y me chupe los huevos -vociferó "Jael" de brazos cruzados

Repentinamente unas manos le empujaron estampándole contra la pared. Desde mi posición no le podía ver el rostro, pero ese hombre era corpulento y más alto que él.

-¡Crees qué soy estúpido! Te podría matar ahora -le respondió este último ferozmente. Le sujetó de la camiseta amenazante y sacó una navaja que se la puso en el cuello- mejor no me provoques niñato.

-¿Seguro? -vaciló Jael con una sonrisa maliciosa.

Ese hombre miró hacia abajo al escuchar un click y vio una pistola apuntándole al pecho. La cara le cambió radicalmente y dió un paso hacía atrás con las manos levantadas.

-Le vas a dar mi mensaje ¿Verdad? -insistió Jael friamente.

-La traición se paga caro y lo sabes -fueron sus últimas palabras antes de irse.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora