Diario Capítulo-33

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Me mordí el labio con fuerza al sentir sus cálidas manos en mis muslos desnudos. Quizás fue por el alcohol que seguía recorriendo mi sistema o esa voz tan profunda que me volvía loca. No lo sé. Pero simplemente me quedé callada conteniendo la respiración para evitar que un gemido involuntario saliera desde el fondo mi garganta. De repente me bajó con tanta brusquedad que perdí el equilibrio y me tuve que agarrar de sus hombros para evitar caerme.

-No me vuelvas a tocar -me advirtió con desdén.

Me dolió tanto su forma de tratarme que no pude evitar empujarle e irme caminando de nuevo a la discoteca con torpeza. Me daba igual que alguien quisiera matarme, solo quería perderle de vista.

-¡Deja de hacer el gilipollas y vuelve! -exclamó con los dientes apretados.

-¡Vete a la mierda! -balbuceé haciéndole una peineta.

Pensé que se iría después de mi osadía, sin embargo, no tardó ni un minuto en volver a sujetarme del brazo y llevarme hasta su moto a rastras.

-¿Subes a las buenas o a las malas? -me preguntó seriamente, sin dejar de observar por los alrededores.

-Yo ahora mismo voy a volver con mi amiga y tú te vas a ir -le aseguré arrastrando las palabras e ignorando por completo su pregunta.

Jael resopló con fastidio y chasqueó la lengua en repetidas ocasiones. Abrió la boca para maldecir cosas que no logré escuchar, antes de agarrarme de las mejillas con una sola mano.

-¿Acaso quieres que tu amiguita cargue con las consecuencias de tus niñatadas? -añadió con retintín antes de soltarme.

Por instinto seguí la mirada de Jael y vi a Karen saliendo de la discoteca furiosa y a Dylan detrás de ella. ¿Se conocían? Obtuve esa respuesta, después de ver cómo ella le gritaba y le pegaba en la cara ferozmente. Debido a la distancia no logré saber lo que decían, pero él se mantenía calmado e intentaba tranquilizarla. Toda esa situación me dejó boquiabierta, ya que jamás la había visto tan agresiva con nadie.

-¡Mierda! -exclamó Jael sacándome de mis pensamientos. Se puso la mano en el bolsillo y sacó su teléfono. Tras marcar un número se lo puso en la oreja- ¡Dejad las escenitas para luego y sácala de ahí ¡YA!

Sus ojos mostraban preocupación y miedo. Algo que hasta en ese momento no había visto debido a su carácter hermético y frio. Eso fue lo único que bastó para que el enfado que sentía minutos atrás se esfumara y reaccionara con sensatez.

-Vámonos Jael -le sugerí gesticulando con la mano para que me diera un casco.

Sin responder me lo dio y se puso el suyo. No sabía hacia dónde nos dirigíamos, pero algo dentro de mí cambió al descubrir esa nueva faceta en él, la cual nunca había visto anteriormente. Pasé mis brazos por su cintura, en lugar de agarrarme en la parte trasera de la moto como hacía últimamente. Sentí como su cuerpo se tensaba y más cuando apoyé la cabeza en su espalda. Poco a poco redujo la velocidad y al ver que estábamos de nuevo en ese barrio donde casi me violan, comencé a temblar.

-No te escapes y no te pasara nada -añadió con tranquilidad. Al parecer, se dio cuenta que su respuesta no me ayudaba mucho, porque puso los ojos en blanco y prosiguió- ya me he encargado de esos tíos. Ahora deja de temblar y bájate.

No sé ni cómo pude llegar a su apartamento sin desfallecer por el camino, ya que la ansiedad se incrementaba con cada paso que daba. Entramos en el salón y mientras él se quitaba la chaqueta y buscaba algo en la nevera, yo me quedé de pie en el marco de la puerta. Las imágenes que había intentado borrar durante esas semanas me golpearon con fuerza y las lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora