Diario Capítulo-26

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Aparcó en el parking del club y nos bajamos los tres con ese silencio que a diferencia de otras veces, me resultaba incómodo. No hacía falta ser muy inteligente para saber que estaban preocupados por lo que iba a pasar esa noche y en parte yo también. Si me obligaban a poner ese vestido significaba que esa persona estaría observandome y eso me ponía nerviosa. A medida que entrábamos, iba viendo la decoración: luces con forma de estrella rodeaban por todas partes del recinto. Parecía que estuviese viendo el cielo a través de un telescopio y que pudiera tocarlo si levantaba las manos. También había un puente flotante por encima de la piscina que cruzaba de una parte a la otra de el gran salón con pétalos de rosa con las iniciales de los enamorados. Era como estar metida en un cuento de hadas donde la tierra y el cielo se juntaban por una noche.

Íbamos avanzando sin dejar de mirar cada detalle, hasta llegar a unas mesas redondas con centros florales. Nos sentamos en la que ponía mi apellido y esperamos a que el resto de invitados tomarán asiento. La música suave envolvía el lugar con una melodia exquisita, tocada por un grupo de música que habían contratado para la ocasión. Karen miró todo tan sorprendida como yo, en cambio Steve estaba demasiado concentrado mirando el montón de cubiertos que habían en su mesa. Su cara era como si tuviese delante un puzzle, el cual no supiera como montar. Le di un codazo a la pelirroja para que le viera y se puso a reír disimuladamente.

–No tienes intención de explicarle como van ¿Verdad? —susurró ella al ver mi sonrisa de satisfacción.

Negué con con cabeza y acto seguido comenzaron a servir los platos. Fue gracioso ver a Steve como repetía los movimientos de los demás, ya que lo habían puesto en la mesa contigua junto a otros chicos que rondarían la misma edad que él. Durante la cena, pasamos el rato charlando de temas triviales con mis padres y riéndonos por las anécdotas que nos contaban. Al terminar llegó la hora del brindis y del anunció oficial del compromiso. Entre aplausos y copas de champán las horas pasaron rápido. Los mayores se fueron retirando y quedábamos los jóvenes disfrutando de la música que ya no era suave si no marchosa. Me dolían los pies, así que me dispuse a ir a sentarme un rato dejando a Karen, Steven y otros chicos bailando al ritmo de la música electrónica.

Tenía la sensación de que alguien me estaba observando durante toda la velada, sin embargo, no quería alarmar a nadie hasta estar completamente segura de que no fueran alucinaciones mías. Tras asegurarme que nadie me prestaba atención, me quité los tacones y me dirigí hacia el jardín situado en la otra punta del recinto. Una silueta escondiéndose detrás de un árbol me llamó la atención y no dude en apretar el paso sintiendo el frío del césped bajo la planta de mis pies.

–Deja de esconderte y dame la cara —grité a pocos metros— ¡Ya basta de juegos!

No obtuve respuesta alguna de modo que decidí acercarme más. De pronto sentí como una mano me agarraba de la cintura y la otra me tapaba la boca. Quise pedir ayuda, pero los gritos murieron en mi garganta. La pista cada vez estaba más lejos y no dejó de caminar hasta que observé los coches aparcados "el parking" de repente me soltó y me di la vuelta para saber quién era.

–Por una vez maldita vez, no preguntes y sube —me ordenó Jael impaciente. Seguí su mirada y entendí lo que sucedía. Varios hombres trajeados bajaban de un coche negro y supuse que me estaban buscando a mí, por una razón que aún desconocía.

Mi instinto me decía que saliera de ahí, así que sin pensar me subí en la moto.  Condujo por la carretera a toda velocidad dejando atrás la ciudad. Me empezaba a arrepentir de haberme ido con él, después del encuentro tan desagradable que había tenido la última vez, pero ya era demasiado tarde para echarme atrás. 

–Bájate —su voz autoritaria me hizo abrir los ojos. Al mirar lo que me rodeaba, me di cuenta de que estábamos en la misma casa donde estuve con Dylan e intenté escapar. Lo peor fue que de nuevo no tenía los zapatos puestos.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora