Diario Capítulo-10

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Me paré al escuchar la voz de Jael, pero Steve tiró de mí para que siguiéramos caminando ignorando sus palabras.

–Hoy tenemos entre nosotros a "Dragón" uno de los mejores corredores y espero que esta noche me haga el honor de correr. —la voz alzada de Vega se escuchó por todo el parking  haciendo que todos los presentes se quedaran mudos.

Steve se detuvo de golpe y me miró. En ese instante supe que se referían a él.
¿Dragón? Definitivamente no conocía a la persona que tenía a mi lado.

–Sabes de sobra que me he retirado. —respondió él sin girarse— no voy a correr, así que no sigas.

Se oyeron abucheos y palabras hirientes. Entre ellas "cobarde" o "se cree mucho porque va con una pija" pero lo que hizo que él se diera la vuelta es cuando otra voz intervino.

–Le tiembla el culo porque sabe que jamás podrá ganarme. —el tono grave de Jael se hizo eco por encima de las demás.

Eso fue el incentivo para que fuera directo hacia él como un kamikaze. Los detuvieron antes de que empezaran a golpearse como un par de animales.

–Iré contigo. —afirmé lo bastante alto para que Steve me escuchara.

Las palabras salieron solas de mis labios sin poderlas detener. Era demasiado tarde para arrepentirme y más, cuando todos estaban pendientes de su respuesta.
Afirmó aceptando el reto sin quitarme la vista de encima.

–La cumpleañera soy yo. —añadió Vega con un mohín— y la que tiene que escoger el acompañante, y en este caso escojo ir con Steve.

Si ella iba con él y los demás ya tenían pareja. ¿Entonces me tocaría subirme con Jael? Prefería tirarme de un campanario antes que ir con ese orangután mal vestido.

Le pedí ayuda con la mirada. Esperaba que se negara rotundamente y dijera que quería ir conmigo, sin embargo, se quedó callado.

Steve vino hacia mi y nos subimos en el coche. Condujo detrás de ellos con las facciones endurecidas y aferrándose al volante con firmeza.

¿Tenía pensado hacer la carrera con este? ¿Dónde nos dirigíamos? Eran tantas preguntas que quería hacerle, pero no vi que fuera el mejor momento para hacerlo, así que me mantuve en silencio todo el trayecto.
Tardamos unos veinte minutos en llegar. Aparcamos el coche frente un cobertizo. Se veía viejo y destartalado, con la puerta de acero oxidada.
La abrieron y se escuchó un chirrido infernal. Entraron algunos chicos y sacaron varias motos.

¿Cómo iba a montarme con vestido y tacones de aguja? Jamás me había subido a una y no me imaginé que mi primera vez fuera yendo así vestida.

Las pusieron una al lado de la otra. Me acerqué para verlas y vi el nombre de Kawasaki escrito en el lateral. Sabía cuál era, porque mi padre era aficionado y veía todas las competiciones que salían en la televisión. Me sorprendí porque a parte que era una marca conocida, también era considerada una de las más caras.

Jael se subió a una de color negra con líneas rojas a los lados. Tras él los demás hicieron lo mismo. Caminé sintiendo como las piernas me temblaban a medida que me iba acercando a él. Extendió un casco hacía mi, con cara de asco y lo acepté. Me lo puse  y llegó el momento más incómodo. "Subir ahí arriba sin que se me viera hasta el dni"

–Pon el pie en la estribera y sube. No tengo toda la noche. —habló Jael de forma cortante.

¿Estribera? Busqué a qué se refería, hasta que vi un soporte. Supuse que era ese y de un impulso me subí. Me sujete de su chaqueta para estabilizarme y un gruñido de enfado salió desde su garganta. Aparte mis manos al instante y me sujete en una barra que había detrás de mí.
Aceleraban, haciendo que el motor rugiera con fuerza.
Una chica se puso en medio y cuando bajó los brazos. Salieron todos disparados. "Incluidos nosotros." el aire golpeaba con fuerza contra mis piernas. Sentía mi vello de punta y el frío recorría por todo mi cuerpo. Cada vez aceleraba con más agresividad. Parecía que los únicos participantes eran ellos dos, ya que los demás no lograban avanzar y si lo intentaban les cerraban el paso. Steve iba a la par, con una moto del mismo estilo, pero de color verde con franjas negras. Era fascinante verle ahí arriba y conduciendo con una soltura impresionante, pero Jael no se quedaba atrás.

Subimos por una montaña que tenía muchas curvas. Al mirar hacia abajo, veía las luces de la ciudad y las casas parecían pequeñas. La altura era considerable. Me asusté al pensar que si se le iba la moto podríamos caernos. No me di ni cuenta, cuando ya tenía mis brazos alrededor de su cintura. Sentí como sus músculos se tensaron y apenas dijo una frase, la cual no entendí. Realmente me daba igual si me estaba maldiciendo o tenía la tentación de tirarme por el precipicio por la osadía de aferrarme a él. 
Al volver a la carretera pude relajarme un poco y volví a colocar mis manos en la parte trasera de la moto.

De repente apareció un todo terreno negro, con los cristales tintados y se posicionó al lado nuestro manteniendo la misma velocidad.
Bajó la ventanilla y vi una pistola asomada. Hizo un gesto hacia él y luego me apuntó a mí. Jael al ver sus intenciones, giró el manillar y se metió campo a través. Miraba hacía atrás y nos estaban siguiendo. Un grito desgarrador salió desde el fondo de mi garganta, cuando nos dio un golpe con el que casi pierde el control de la moto. Logró estabilizarla y seguir hasta subir por unos matorrales. Cerré los ojos y me apoyé en su espalda, con la esperanza de perderlos de vista.

No sé cuánto tiempo estuve en esa posición.

–¡Suéltame ya! —exigió autoritario— eres peor que una garrapata.

Abrí los ojos y vi que estábamos frente a un edificio, donde la fachada estaba llena de pintadas y veías gente durmiendo en los portales.
Había escuchado hablar de este sitio por el cartel  de "Barrio negro" que había al principio de la calle. Era uno de los más conflictivos y peligrosos. Mi madre lo nombraba mucho, porque la mayoría de los casos que llevaba, la gente procedía de este lugar.
Según las malas lenguas lo llamaban así, porque solo veías oscuridad al pasar por la calle y no me refiero a que no tuviesen luz, sino a que la gente poseía un aura oscura.

–¿Qué hacemos aquí? —le pregunté con la voz temblorosa.

–¿De verdad tengo que recordarte que casi nos matan? —respondió con obviedad— No sé a quién has cabreado, pero es la primera y última vez que te salvo.

Se bajó de la moto y se quedó esperando de brazos cruzados que yo hiciera lo mismo. Gesticulé para que se diera la vuelta y poder bajar.

–¡Joder! Pareces una puta cría. —expresó con fastidio— O bajas de ahí de una puta vez o te quedas sola.

Tragué en seco y me bajé como pude intentando taparme, para que no se me viera nada. "Por la cara que puso, no lo logré" . Tenía una chispa de diversión en sus ojos. Estaba disfrutando humillándome.

Las palabras de Jael no dejaban de atormentarme

"No sé a quién has cabreado, pero es la primera y última vez que te salvo"

¿Me querían matar a mí? Fue lo primero que me pregunté. ¿Sería por no acatar las reglas del juego? Cada vez entendía menos y lo que más me carcomía por dentro era saber  porque Jael me había salvado si tanto me odiaba.

Dedicado a;
AliciaPirezGranados
EvaRibaltaCaler
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VeroOrtiz044
Llumetes
AnnabelGaleraGarcia
candyoftheunivers
MoniqueTejeroGil
silviamillanes

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora