Necesitaba hablar con ella aún siendo consciente de que posiblemente tendríamos una discursión por revisar sus cosas sin permiso, pero quería respuestas. Comencé a dar pasos rápidos y poco a poco fui acelerando hasta terminar corriendo como una loca. No me importaba ensuciarme el chándal por pisar charcos de barro o doblarme el tobillo por los desniveles del camino. Mi mente estaba demasiado ofuscada para pensar en eso. Entré en casa con la respiración entrecortada y me senté en una silla recuperando el aire, mientras buscaba su nombre en la agenda. Sentía como las manos me temblaban y un nudo se instalaba en la boca del estómago al tener la esperanza de que pudiese ser él.
* –Mamá —hablé directamente sin dejar que tan siquiera me saludara— ¿Quién es Eros? —le pregunté sin rodeos— esperé a obtener una respuesta, la cual no llegó.
Me desesperaba su silencio y eso me hacía sospechar que tenía razón. Ella sabía que su partida me afectó y por mucho que le pregunté nunca me dijo nada. Mi madre conocía muy bien su familia y aunque jamás me quiso contar de qué, tampoco le dí importancia, hasta ese momento. Todo encajaba. Una carpeta con su nombre, su desaparición repentina y su silencio.
*–¡¡Respóndeme!! —le exigí perdiendo la paciencia— ¿La carpeta con clave de tu portátil, es el chico que yo conocí de niña?
Su respiración pausada me hacia saber que se estaba controlando y eso me desquiciaba más de lo que ya estaba.
*–Samy, ahora no es buen momento para hablar de eso. —cada palabra que salía de sus labios lo decía tranquila, pero a través de su voz notaba un ápice de advertencia.
Resoplé frustrada ya que la conocía lo suficiente para saber que para ella, nunca era el momento idóneo para hablar. Colgué sin despedirme y solo tenia ganas de estampar el teléfono cuando comenzó a sonar y veía su nombre en la pantalla. Lo apagué directamente y lo dejé encima de la mesa de la cocina.
–¡Ey! ¿Estás bien? —levanté la cabeza y me encontré con Vega apoyada en la pared.
Negué despacio y apoyé los codos en las rodillas.
–¿Nunca has sentido que tu vida es una mentira? —comenté con desdén y me miró con cara de ¿Qué te has bebido chica? Pero me daba igual quedar frente a ella como una tonta. Quería desahogarme con alguien— Es decir, darte cuenta que la vida no es como uno piensa.
–¿Te refieres a que la vida no es de algodones rosas, unicornios y príncipes azules? —mientras hablaba se sentó a mi lado y puso su mano en mi brazo— a pesar de lo que creas, es bonito que hayas tenido la oportunidad de ver esas cosas y no vivir siempre en una realidad cruel.
Asentí al darme cuenta que ella tenía razón, pero para mí era difícil de asimilar todo lo que me estaba pasando.
–No te ahogues en un vaso de agua y deja que las cosas fluyan. —agregó tras unos segundos— ahora anímate y vámonos por ahí.
Al principio deseé que se fuera al igual que los demás, pero después de los últimos acontecimientos, preferí que se quedara ya que me gustaba su compañía. A pesar que éramos de mundos tan distintos, sentía que me entendía más de lo que me imaginaba y eso me daba confianza.
Se levantó y me tendió la mano con una sonrisa. Alargué la mano y se la estreché levantándome también.
Entraron Jael y los otros dos que por lo que recordaba uno se llamaba Mark y el otro Dylan.–Vámonos o no llegaremos a la carrera —anunció este último mirando su teléfono— ¿Te animas a venir morena?
Su mirada se centró en mí, al igual que los demás.
–¡Ella no viene! —intervino Jael autoritario— así que vámonos de una puta vez.
Vega negó con desaprobación, pero ninguno fue capaz de llevarle la contraría.
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Juego Peligroso (Pausada)
Teen FictionSamy es una chica que siempre lo ha tenido todo. Sus padres deciden darle una pequeña lección para que aprenda a valorar lo que tiene. Un cambio radical en su vida que la hará entrar en un juego peligroso y nuevo para ella. ¿Será capaz de soportar...