Diario Capítulo- 23

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Toqué el timbre de su casa y al abrir la puerta salió con un vestido azul marino, el pelo rizado y unos tacones de infarto. Estaba espectacular como siempre.

–¿Preparada? Esta noche lo pasaremos en grande y de paso investigaremos un poco —sonrió con picardía y levantó las cejas varias veces.

–¿Lo pasaremos bien? ¿No me digas que la reunión será en una discoteca? —me miró con una cara de "obvio baby" antes de subir al coche y arrancar. Me subí renegando por la bajo, porque sabía que el asunto de Jael era tan solo un pretexto para que accediera a ir con ella.

Al principio me sentía tensa por no saber si estábamos haciendo lo correcto, pero a medida que pasaban los minutos me fui relajando de tal manera que las dos acabamos cantando a todo pulmón y a bailar como si nos faltara un tornillo.
La zona donde estaba la discoteca era céntrica y según lo que tenía entendido siempre estaba llena de estudiantes por ser de las pocas que abrían entre semana y los precios no eran elevados. Pasamos por delante de la fachada que, a diferencia de las otras, estaba en buenas condiciones. Había unas letras grandes que ponía "Night" en un cartel grande y luminoso que colgaba de la pared. Lo malo fue la cola que había para entrar, era extensa y eso me quitaba las esperanzas de poder un pie dentro sin acabar congelada. Aparcamos en un parking de tierra que estaba cerca y caminamos hacia la entrada. Dos hombres custodiaban la puerta con cara de no haber ido al baño durante una semana por lo menos. Miré de nuevo la cola tan larga, mientras ella tecleaba tan tranquila en su móvil.

No comprendí su tranquilidad hasta que salió un señor que debería de rondar los cincuenta y tantos. Habló con los dos estreñidos y nos señaló para indicarnos con el dedo que nos acercáramos.

–Grabaros bien sus caras, porque no quiero que tengan que esperar cuando vengan ¿Queda claro? —su voz era potente y autoritaria. Daba respeto por la forma en que le trataban y deduje de inmediato que se trataba del dueño. Acto seguido, le seguimos por un pasillo hasta llegar a unas escaleras donde se veía la pista y una barra cuadrada en medio. Se detuvo antes de bajar— cualquier problema que tengáis me lo decís.

Ella le dio un beso en la mejilla y me arrastró entre la marea de gente hasta la barra. Aún seguía en shock por presenciar la manera tan brusca para ordenar y me confundía el tono tan familiar con el que nos había tratado.

–Es mi tío —me informó como si me leyera el pensamiento— es un poco gruñón, pero es un trozo de pan.

Ella hablaba de él como si se tratara de un chihuahua al que le podías tocar la cabeza sin que te mordiera, sin embargo, yo le veía más como un pitbull cabreado.

Unos minutos más tarde se nos acercó el barman. Era un chico alto, de cuerpo atlético que más o menos aparentaba nuestra edad. Al ver a Karen se le iluminaron los ojos y se acercó sonriente a saludarla con un abrazo. Después de hablar como si se conocieran de toda la vida, nos sirvió un cóctel a cada una. Le dio las gracias y nos desplazamos hasta el centro de la pista. Aproveché que la música era menos movida para darle pequeños tragos a mi bebida y deleitarme con su exquisito sabor.

–¡¡Mira!! Ahí está —exclamó eufórica pegándome un codazo. Lo cual hizo que casi mis dientes se quedaran pegados en el vaso— nos podemos acercar un poco y así lo podríamos vigilarle mejor.

Tras comprobar que mis dientes seguían intactos, la agarré de la muñeca para evitar que se fuera. Ya que sería muy difícil pasar desapercibida con una mujer tan despampanante como ella y nos verían al instante.

–No, será mejor que mantengamos las distancias —Karen afirmó con una sonrisa y se bebió el contenido de la copa de un solo trago.

La parte de pasar desapercibida no la llegó a entender muy bien que digamos, porque una hora después empezó a bailar de una manera tan sensual que llamaba la atención de todos los chicos que la rodeaban. No sabía si eran las cuatro o cinco copas que nos habíamos tomado, pero se notaba que no se daba ni cuenta del efecto que causaba a su alrededor.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora