Diario Capítulo-35

183 14 11
                                    

Me sentía culpable por no haberle escuchado cuando tuve la oportunidad y eso me carcomía por dentro. Mi hermano era de los que desaparecía un par de días sin dar ninguna explicación y luego aparecía como si nada con una sonrisa de oreja a oreja. Él se consideraba un alma libre y ni los gritos de mi madre diciéndole lo irresponsable que era, lograron cambiarle.

Me pasé las manos por el pelo nerviosa y me quedé observando la puerta, esperando el milagro de verle entrar por ella. Me angustiaba la idea de no volver a abrazarle y no poderle pedir perdón por haber dudado de él.

-Si por la mañana no ha vuelto saldré a buscarle -me aseguró Steve levantándome la barbilla para que le mirara- le encontraré, te lo prometo.

Sus palabras me reconfortaron y no solo por el tema de mi hermano, sino, en general. Mi vida se había vuelto un caos total y no sabía si tenía la suficiente fuerza para seguir de una pieza en el caso que Ian no volviera.
De repente, sentí como pasaba las yemas de sus dedos por mis mejillas. En ese instante me percaté que las tenía empapadas. Abrí la boca para decirle que no pasaba nada, pero me estrechó entre sus brazos en un cálido abrazo antes de poder hacerlo. Cerré los ojos con la cabeza en su pecho y respiré profundamente su fragancia mientras intentaba calmarme un poco.

-Deberías de dormir un poco -susurró con dulzura con sus labios contra mi pelo. Me aferre a él con fuerza dándole a entender que no quería que me soltara- no pienso dejarte sola, tranquila.

Se separó de mí despacio y me agarró de la mano. Sin soltarme subimos las escaleras y entramos en mi habitación. Cerró con pestillo y me sentó en la cama sin quitarme la vista de encima. Me quitó las zapatillas con suavidad y él la sudadera, quedándose en una camiseta de tirantes, seguido de las deportivas. Se acostó y me atrajo hacia él para que apoyará la cabeza de nuevo en su pecho. El silencio y el calor de su piel me relajaron de tal manera que me quedé profundamente dormida entre sus brazos sin darme cuenta.

Cuando me desperté, Steve ya no estaba. Miré el reloj de la mesita y ya pasaban de las dos de la tarde. Apoyé los pies en el suelo y me quedé sentada para despejarme un poco antes de que mi mente empezara a trabajar a toda velocidad de nuevo. El ruido de un motor me sacó de mis pensamientos y automáticamente sopese en la posibilidad que Ian podría haber vuelto, así que corrí hacia la ventana y la abrí con la esperanza de que fuese él. Al asomarme, los rayos del sol impactaron contra mi cara, a pesar de ser invierno y que los días soleados solían ser escasos.
Con la mano en la frente y los ojos entrecerrados vi a mi madre con su flamante coche entrando en el garaje.

Me apoyé en la pared desilusionada y miré de reojo el cajón donde había guardado la copia de la carpeta. Decidí que ya era hora de encender mi portátil y revisarlo. Me costó unos minutos animarme en poner la memoria en la ranura, ya que me daba pavor lo que podría encontrarme. Con un par de clicks entré en la primera carpeta y revisé detalladamente cada papel hasta que un párrafo me llamó la atención.

"El Señor Samael Mayers, compadece en la policía a las nueve de la mañana acompañado de sus hijos, Samael J Mayers, Jael Mayers para denunciar la desapareción de su hijo menor, Elian Mayers de diez años"

¿Samael J Mayers? ¿Otro hermano? ¿Dónde estaba?
Quisé seguir leyendo, pero unos golpes en la puerta me lo impidieron. Apagué el portátil con rapidez, extraje la memoria y la volví a guardar en el cajón. Me levanté y abrí la puerta para ver a mi madre frente a mi con los brazos cruzados.

-¿Qué está pasando contigo Samanta? -su voz sonaba entre enfadada y preocupada- me han informado que no asistes a la universidad, apenas estas en casa y no comes -mientras me iba enumerando cada cosa, no dejaba de observar su rostro. Las bolsas moradas que tenía debajo de sus ojos, eran tan notorias que ni el maquillaje podía ocultar el cansancio que tenía encima- cuéntame que te pasa hija.

Juego Peligroso (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora