Al día siguiente, sábado, salí a recorrer un poco el pueblo que estaba cerca del internado. No era muy grande por lo que no me tomó muchas horas conocer las principales atracciones y lugares de interés que tenía, pero tampoco podía considerarse un pueblito pequeño, era nivel intermedio. Lo bueno de todo fue que había unas cuantas discotecas y pubs, por lo que ya sabía dónde pasaría la mayor parte de mi tiempo libre.
El domingo me la pasé encerrada en mi habitación hablando con mis amigos, contándonos qué tal estaba yendo todo en nuestras vidas.
Desde que papá había muerto, seis meses atrás, trataba de mantenerme lo más ocupada que me era posible todo el día para no tener tiempo libre para pensar en él, buscaba continuamente centrarme en distintas cosas para mantener mi mente ocupada en ello.
Antoine, al igual que la mayoría de los estudiantes, se había marchado para pasar el fin de semana en sus casa. Como yo no tenía un lugar donde ir, y no me apetecía realmente tener que estar de aquí para allá con mis cosas, preferí quedarme aquí.
Aunque claro, no me quedé solamente porque no tuviese donde ir, por que de hecho sí que lo tenía y, la verdad, era toda una tentación ir a tocarle los ovarios a Camila, pero decidí dejarle descansar y darle una falsa paz mientras yo perfeccionaba el plan en su contra.
No, la principal razón para quedarme aquí sola (los fines de semana sólo se quedan unos cuantos estudiantes que no superan los veinte, algunos profesores que no tienen casa y los guardias) es tan simple como que me dediqué a conocer realmente esta jaula.
Un lugar tan grande, importante y seguro por lo general suele esconder muchos secretos, y yo soy muy curiosa.
Hoy ya es lunes, lo que me pone automáticamente de mal humor.
Termino de abotonar mi camisa y ya estoy lista para otro puto dia en este lugar.
Salgo de mi habitación y voy directo a la cafetería, donde Antoine me está esperando en la entrada.
Me guiña un ojo cuando me ve y nos encaminamos a las mesas donde se encuentra la comida estilo buffet.
—¿Qué tal el internado el fin de semana? ¿Igual de aburrido a como se escucha?— se burla de mí, mirandome de reojo.
Me encojo de hombros, tomo un poco de fruta y un café.
—La verdad, fue más interesante de lo que crees. Descubrí muchas cosas, Antoine querido.— le sonrío con maldad y me volteo para ir a mi mesa.
Pero claro, olvidaba que estaba en un lugar rodeado de idiotas con ganas de que yo me marche.
Me muerdo la lengua cuando choco con el fornido cuerpo del Didier ese, qué nombre de mierda.
—Ten más cuidado, idiota.— y no, esa no fui yo.
Miro a la chica detrás de él con diversión, a la vez que retrocedo un paso disimuladamente para alejarme del calor que desprende el cuerpo de Didier, mi organismo no acepta que me quedé con las ganas de follármelo.
—Uy, princesita, es un poco temprano para andar de mal humor ¿no crees? Relaja las tetas, guapa.
Bufa indignada cruzando sus brazos.
—¿Disculpa?
—Ya callate Ivy, tu maldita voz de pito me pone de mal humor.— dice Antoine serio, con su típica frialdad.
Sonrio de lado, mirando esta vez a Didier.
—¿Y tú qué, principe de las tinieblas? ¿Te quedarás aquí parado mirándome como bobo toda la mañana o puedo ir a desayunar?
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St. Paul's School (Terminada)
Lãng mạnHela Carvalho tenía una sola cosa en mente al aterrizar en Paris, Francia: Venganza. Iba a vengarse por todo el daño que su madre le causó a su fallecido padre, iba a hacer que su vida perfecta se fuera al carajo, igual que la suya. Con lo que no co...