Capítulo 10

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Para cuando las clases terminan el día viernes todos parecen desesperados en irse a disfrutar su fin de semana.

Yo no. Bueno, tampoco es como si pudiese.

Con la misma tranquilidad que saca de quicio a Antoine voy a mi habitación a quitarme la ropa.

Me quedo en ropa interior, busco un bikini mientras inicio una video llamada en la computadora.

Hablo un rato con mis cinco mejores amigos, nos contamos las cosas que hemos hecho esta semana y se burlan de mí cuando les digo de la estúpida broma a Didier.

¿Tinte verde, Hela? Es lo más insípido que has hecho.

Ruedo los ojos, me quito la ropa interior y me pongo el bikini.

¿Y qué quieres que haga, genio? No puedo ponerle una puta bomba, aunque quiera. Además, solo fue algo tonto para tantear el terreno.

Siguen mofandose de mis habilidades, o la falta de ellas. De vez en cuando hacen algunas preguntas refiriendose a mi estado de ánimo o demás cosas, tratan de hacerlo de forma sutil para no alterarme. Las esquivo lo mejor que puedo y me despido de ellos cuando se ponen pesados con el temita.

Me pongo un vestido flojo, me calzo unas sandalias y tomo mi celular para salir de mi habitación.

Veo a muchas chicas despidiendose en el pasillo, otras muchas con sus maletas listas. A medida que me acerco al área de la piscina me encuentro con menos gente, así que cuando entro al lugar de la piscina techada no hay nadie.

Genial.

Pongo música en mi celular, me quito el vestido y me tiro al agua.

No sé cuánto tiempo nado de una orilla a la otra, dando brazadas fuertes sin descanzar. No me detengo aún cuando mis brazos y pecho duelen debido al sobreesfuerzo, lo hago solo cuando mi mente desconecta de todo lo que me tenía tensa.

Cierro los ojos apoyada en una orilla, tomo largas bocanadas de aire sintiendo mis pulmones quemar debido a la falta de óxigeno.

—Creí que estaba desocupado, ya la mayoría se fue a sus casas.

Abro los ojos y volteo a ver quién llegó.

Miro al chico a unos metros de mí, cerca de la puerta. Tiene una toalla al hombro y solo viste un bañador, por lo que me doy cuenta que tuvo la misma idea que tuve yo.

Me encojo de hombros, con una pequeña sonrisa en mis labios.

—Pues ya ves que no.— le miro con atención mientras juego con mis pies bajo el agua.

Hace una mueca, mira la piscina y luego la puerta.

—¿Te molesta si me meto a la piscina? Vengo todos los viernes cuando ya todos se van, es casi como una rutina.

—Por supuesto que no me molesta, ven. El agua está exquisita.

Deja su toalla junto a mis sandalias y se lanza en un clavado al agua.

Me salpica un poco por lo que me rio por lo bajo, cuando sale del agua se acerca a mi.

—Casi lo olvidaba, soy Zacharias Gumbell, encantado.

Extiende su mano hacia mí y le doy un leve apretón.

—Hela Carvalho, un gusto.

Nadamos un poco en silencio, él en lo suyo y yo en lo mío. De vez en cuando lo encuentro mirándome, pero prefiere guardar silencio y no decir nada.

Cuando la música de mi celular se ve pausada debido a una llamada entrante, salgo de la piscina con agilidad y me acerco a responder.

—¿Dónde estás?

St. Paul's School (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora