Capítulo 45

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—¿Qué estás haciendo aquí?

Aquí vamos...

Lo miro y compongo una sonrisa leve. Cierro la puerta detrás de mí y doy un paso cerca de la cama donde está acostado. Antoine me mira en silencio con el entrecejo fruncido en una actitud clara y pura de desagrado.

—Hola...

—¿Qué haces aquí, Hela? ¿y cómo conseguiste la llave? —resopla —. Olvídalo, ya sé cómo.

—Vine a verte —ignoro su segunda pregunta y me preocupo de la primera, a lo que vine —. ¿Estás bien? Louis dijo que no era nada grave, pero una fractura de costillas no me suena tan despreocupante, ¿hace falta hacer radiografías, o ya las hicieron?

—No es de tu incumbencia, Hela. Que te de igual si me hicieron unas putas radiografías o no.

Auch. Suspiro y cuento mentalmente hasta diez.

—Yo solo me preocupo por ti, Antoine.

—Pues no lo hagas, no me hace falta. ¿Eso es todo? ya puedes irte.

Me despacha con un brusco movimiento de manos hacia la puerta y deja de mirarme feo para mirar la televisión, apagada.

Frunce el ceño y busca el control remoto, pero soy más rápida y lo tomo de la mesita de noche, por lo que gruñe.

De algo que sirva que no se pueda ni mover.

—Dame el control.

—No.

—Maldita sea, Hela, dame el jodido control remoto y vete de aquí.

Me mantengo firme con el control en la mano, niego. No me iré de aquí sin hablar con él, y se lo dejo en claro.

—No me iré de aquí sin hablar contigo y resolver esto, o tratar de hacerlo. Así que puedes gruñirme, gritarme, y verme todo lo feo que quieras, pero me escucharás. Lo harás, Antoine. Me escucharás y al final, decidas lo que decidas, lo respetaré.

Lo piensa un poco. Veo su perfil, mira la televisión con el ceño fruncido pero finalmente gruñe algo entre dientes y asiente, mirándome.

—¿Por qué estás aquí?, y quiero la verdad.

—Estoy aquí porque me importas, porque eres mi amigo. Si fueras cualquier otra persona ni siquiera me tomaría la molestia de venir hasta aquí a pedirte perdón, lo sabes.

—¿Entonces eso soy? Una molestia que debes resolver.

Bufo, está sacando las cosas de contexto. Me desespera, pero más que nada me pone histérica.

—No es eso lo que quise decir y lo sabes —reprocho.

—¿Qué es lo que se supone que yo sé, Hela? porque llegados a este punto cada una de las palabras que salen de tu boca pueden ser cuestionadas. ¿En algún momento dices la verdad, o toda tu existencia se traduce en ir por ahí mintiéndole a todo mundo?

Cierro la boca y empuño mis manos. Tomo una larga respiración para calmarme, porque merezco que no confíe en mí y que no me crea.

—No voy por ahí mintiéndole a todo el mundo.

—No, vas por ahí fingiendo que las demás personas te agradan, y eso es peor. Eres falsa, toda tú lo es.

—Eso no es verdad.

—¿Ah, no? Dime algo, ¿si te pregunto si lo que dijo Camila ese día es cierto, dirás la verdad o tratarás de voltear la situación como siempre haces?

St. Paul's School (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora