—Hela...— lo ignoro.— Maldición, ¿cómo puedes ir tan rápido en tacones?
Inevitablemente disminuyo la velocidad de mis pasos. Antoine se pone a mi lado y en silencio seguimos caminando alejándonos del drama anterior.
—Sé que me dijiste que esto en algún momento podía pasar — digo antes de que hable él.—, pero no tenía idea que sería justamente hoy.
—Tranquila, tú no tienes la culpa de que Calvin odie en secreto a Didier.
Muerdo mi labio inferior cuando la curiosidad quiere hacer acto de presencia. Me gustaría preguntarle por su relación con Didier, sé que fueron amigos en algún punto de sus vidas, aunque no sé por qué dejaron de serlo.
De todas maneras, me quedo en silencio y simplemente asiento. No es mi asunto, me repito mentalmente.
Nos detenemos después de varios minutos de caminar en silencio, me duelen los pies así que le pido si nos podemos sentar a descansar un momento.
Nos sentamos en la acera de una calle silenciosa rodeada de casas con techos altos y jardines bien cuidados, suspiro y me quito la peluca para soltar mi melena.
Mientras nos mantenemos en un cómodo silencio no puedo evitar pensar en lo sucedido. ¿Calvin realmente odia a Didier, o fue solo la calentura del momento?
Detestaría ser la causante del rompimiento de su amistad, aunque realmente no tendría culpa alguna.
—¿Estás bien?
Suspiro. No, mi mente no lo está.
—Sí, es solo que...— aparto la mirada.—, últimamente mi mente se empeña en hacerme recordar cosas que prefiero olvidar, ¿sabes?
—¿Quieres hablar de ello? Soy bueno escuchando.
Sonrío de lado al oírle. Creo que definitivamente lo mejor que me ha pasado en Francia es haber conocido a Antoine, el amargado badboy que tiene cara de culo la mayoría del tiempo y un humor de perros, pero que conmigo es un amigo incondicional.
—Cuando esté preparada lo haré, pero hoy no es el día.— hago una mueca.— Mejor cuéntame qué tal tú y la princesita, os vi llegar cogidos de las manos sin que nadie se diese cuenta.
Subo y bajo las cejas mirándolo con picardía. Suelto una risa emocionada cuando él se sonroja un poco, lo suficiente para notarlo aún en la oscuridad, antes de pasar ambas manos por su cabello con una sonrisa boba plantada en su rostro.
Lo miro feliz por él.
—Ivy es...— suspira sin palabras.—, perfecta. Me encanta, todo de ella me encanta. Su cabello, su nariz, sus ojitos que brillan cuando...— se calla cuando me observa, larga una carcajada.— ¡tú pareces más emocionada que yo!
—No creo que tanto así, pero me alegro mucho por tí, Antoine. Y por ella, la princesita tiene mucha suerte de tenerte.
—No me tiene.— frunce el ceño.— Ese es el problema. Sé que le gusto porque se le nota, pero no sé si siente algo más por mí.
—Lo hace.
Antoine rueda los ojos algo desanimado.
—El punto es que quiero estar con ella, quiero que sea mi novia, pero ella es tan malditamente terca...— gruñe exasperado.— Si no fuera porque sé que no comparten un vínculo sanguíneo creería que ustedes son parientes o algo.
Rio.— Quizá tenga miedo.— me encojo de hombros pensativa.— ¿Quién no lo tendría? Se supone que, según tu imagen dentro del Saint Paul's, eres un mujeriego que se acuesta con cuanta chica se le cruce, eso no da mucha confianza que digamos. Sumándose a eso que no os llevábais lo que se dice genial, según recuerdo os molaba mucho más pelearos entre vosotros.
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St. Paul's School (Terminada)
RomanceHela Carvalho tenía una sola cosa en mente al aterrizar en Paris, Francia: Venganza. Iba a vengarse por todo el daño que su madre le causó a su fallecido padre, iba a hacer que su vida perfecta se fuera al carajo, igual que la suya. Con lo que no co...