Capítulo 26

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—¿Dónde me llevas?

Miro a Walter con una sonrisa, me acomodo mejor en el asiento de cuero color caoba de su auto y paso una mano por mi cabello suelto, un gesto que hace que Walter me mire por escasos segundos antes de volver a mirar el camino.

Sonríe de lado.— Primero iremos a comer algo, luego... ya veremos.

Asiento fingiendo que no sé qué significa ese ya veremos. Me acerco al estéreo y subo un poco el volúmen para tatarear la canción que suena.

Miro por la ventanilla sintiendo el viento chocar contra mi rostro y mover mi cabello, cosa que me relaja. El ambiente dentro del auto es cómodo, silencioso incluso. Walter pregunta qué tal la semana en el internado, mis notas o cosas sin importancia, yo me dedico a responderle con suavidad y hacerlo reir.

No tengo idea cómo consiguió que Louis me dejase salir en día de semana, pero aquí estamos: un jueves a las cinco de la tarde camino a Paris, en un hermoso Audi último modelo.

Llegamos al centro de Paris una hora después, observo atenta el exterior del lugar donde cenaremos. Detiene el auto frente a la fachada y se gira para mirarme.

—¿Qué te parece?

Miro el restaurant. Parece alegante, algo lujoso. Los ventanales dejan ver a las personas comiendo, todas ellas vestidas para la ocasión.

Miro mi ropa: un vestido negro de seda con tirantes delgados. El escote caído resalta el valle de mis pechos y se pueden notar las bolitas de los piercing en mis pezones. Me llega hasta una palma sobre las rodillas, cae sobre mi cuerpo de manera delicada y, pese a no ser ceñido ni nada, remarca mis curvas como si lo fuera. Me alegro de haber escogido mis tacones negros de cinco centímetros. Complemento todo el conjunto con un brazalete de oro y pendientes de plata, los cuales convinan con mi cabello gris y las suaves ondas que hice en él.

En efecto, me alegra verme de acuerdo al lugar.

—Si la comida se ve tan bien como el exterior, por mí genial.— le sonrío, ante lo que rie y asiente.

—Te aseguro que sirven los mejores Escargots de Bourgogne*.— me guiña un ojo y abre su puerta para bajar.

Espero sentada en mi lugar mientras hago una mueca, preferiría mil veces comer en un Mcdonal's pero si él quiere comer aquí, se hace. Total, yo no voy a pagar.

Compongo una media sonrisa cuando abre mi puerta, tomo la mano que me extiende y me ayuda a salir.

Tomo el pequeño bolso donde tengo mi celular y me afirmo del brazo que me ofrece, Walter le tiende las llaves al valet parking y entramos al restaurant.

Evito abrir la boca asombrada y quedarme mirando todo como boba, en cambio le sonrío al Maître una vez llegamos frente a él y Walter es quien se encarga de la reserva que ha hecho.

El hombre trajeado nos guía a una de las mesas alejadas de los ventanales, lo cual agradezco porque no me hace mucha gracia que las personas me vean comer. Walter corre la silla por mí y me ayuda a sentar, ante lo cual le sonrío agradecida.

De algo que sirvan las clases con Madame Greta.

El maître se retira tras despedirse, y de inmediato se acerca el sumiller a ofrecernos algo de beber. Le digo a Walter que pida por mí, así que termino bebiendo una copa de Cabernet Sauvignon.

Conversamos un poco más sobre distintas estupideces que se le ocurren, rio de vez en cuando porque me parece divertido charlar con él. Un mesero nos trae la carta, ante lo que me dejo llevar por recomendación de Walter y pido esos caracoles que ha dicho en el auto. Además de pedir un Chardonnay para maridar.

St. Paul's School (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora