25. Contemplad

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Ike entonces dio un salto ágil, elevándose por lo menos dos metros en el aire, por encima de Obscurio.

Luego, cuando estaba a punto de aterrizar, lanzó una patada tan fuerte que mandó al señor de la obscuridad a volar hacia el otro lado de la habitación, para luego aterrizar suavemente, en una posición en la que podría seguir luchando al instante.

Los otros señores estaban ocupados con los sirvientes de el señor del mal: Magmion, Lavion, Agujero Negro y Pantanera.

Obscurio no podía creerlo. Un niño humano, sin poderes ni nada así, lo estaba derrotando.

Ike podía ver el terror en los ojos de su enemigo. Era el ser mas terrible del universo... y le temblaban las rodillas al ver al chico.

Entonces el niño comenzó a tomar carrera, se disponía a dar el último golpe cuando todo se frenó, como si alguien le hubiera puesto pausa al mundo.

"¿Que sucede?" pensó, entonces lo supo... "No... ¡No no no! ¡Al menos déjame terminar esto!"

Despertó.

-¡Maldición! -Se lamentó- ¡Otra vez el mismo sueño!

Se quedó en la cama por un rato, pensando sobre ese sueño. Realmente estaba celoso de los chicos, y lo odiaba.

Finalmente, algo extraño lo sorprendió... silencio casi absoluto... Normalmente a esa hora su hermana escuchaba música a todo volumen, y su madre hablaba por teléfono con sus amigas...

¿Por qué ahora solo escuchaba el leve sonido de la freidora en la cocina y una voz femenina tarareando?

Se levantó, solo para ver mas cosas extrañas: Piso reluciente, como no estaba hace años, camas hechas, ventanas abiertas de par en par, dejando entrar demasiada luz para sus ojos.

Finalmente bajó las escaleras, llegando al pasillo que daba a la cocina.

Estaba inmaculado, el piso de baldosas de color blanco marfil estaba recién encerado. Las paredes pintadas de azul cielo tenían una capa nueva de pintura. Los cuatro cuadros en los que estaban él, su hermana, su madre y su padre tenían cristales y marcos nuevos. Decidió dar vuelta el de su padre.

Finalmente llegó a la puerta que daba a la cocina. Allí pudo escuchar mejor a la voz, que estaba tarareando el himno de la alegría.

Se asomó unos centímetros para ver a la figura: Una mujer en sus veintes, con cabellos rubios que parecían de oro y llegaban hasta su cintura ten manos blancas como un papel, al igual que su cara. Vestía un camisón de algodón con diseño de animal print de tigre y unos shorts verde claro que le llegaban hasta un poco mas arriba de las rodillas. No llevaba calzado.

-Finalmente despertaste -dijo, con una dulce voz.

Ike trató de esconderse detrás del rincón.

-Por favor, no te escondas -Dijo la mujer, a lo que el muchacho respondió con duda- estoy preparando tu favorito: Huevos fritos con tocino.

El niño tardó un segundo en hablar, todavía escondido detrás del rincón.

-Si es mi desayuno favorito... -Se asomó un poco- ¿Cómo lo supiste?

-Lo sé todo sobre ti, Ike Pickney. Desde hace ya casi un año que es mi trabajo observarte.

Ike suspiró en resignación. Su único pensamiento era: "por supuesto que esto me tenía que pasar a mí". Se sentó y comenzó a hablar.

-Entonces dime, ¿Cual es tu nombre? ¿Stalker, la acechadora de los mares? ¿Observadora, la mirona del monte?

Ella no pudo evitar reírse. Tenía de esas risas que salen mas por la nariz que por la boca, y además era contagiosa, pues el niño no pudo evitar reírse un poco también.

Gormiti: eclipse eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora