El frío era intenso, incluso para Nala, era esa fea época donde el frío era muy fuerte todos los días, cosa que nunca le ha gustado.
Ella iba hacia la Roca del Rey, sin embargo, estaba muy cansada, el camino hacia el árbol de Rafiki es muy largo, por lo tanto ya está cansada. Pero ya estaba a mitad del camino para regresar, decidió seguir aunque tuviera que dormir mucho.
Lo que habló con Rafiki la tranquilizó mucho, incluso más que Sarabi. Ella espera con todo su ser que lo que soñó no se cumpla. Si llegase a cumplirse no podría seguir viviendo.
Ya divisaba esa gran roca donde vivía, era hora de dormir un poco. Aunque la noche es jóven, eso decían algunos para evitar irse a dormir temprano. Aquello hizo reír a Nala, un bonito recuerdo de ella con sus amigas cuando eran cachorras.
Una gran ventisca hizo a Nala salir de sus pensamientos, ya estaba llegando.
Sin fijarse quienes estaban dentro, como lo hace siempre, Nala entró a la cueva y se fue a dormir. Sin enterarse que Kiara y Kovu no estaban.
Zazu estaba afuera, él soltó un suspiro de alivio. Estaba preparado para ser regañado por Simba en la mañana, pero sería peor ser regañado por Nala a esas horas de la noche.
La leona entró en un sueño profundo al momento de acostarse.
En la mañana, unas voces muy fuertes interrumpieron su sueño. Nala abrió los ojos y vió a Simba gritándole a alguien. No alcanzaba a ver quién era, sin embargo, cuando se levantó.
Kiara estaba con la mirada baja mientras su padre le decía mil cosas sobre lo peligroso que era que saliera.
Ella se acercó para enterarse de que sucedía.
— ¿Qué está sucediendo?—Preguntó Nala aún despertando
Kiara la volteó a ver con una expresión de alivio. Pero aún así no dijo nada.
—Kiara, salió durante la noche con Kovu—dijo Simba muy enojado
— ¿Qué?—Preguntó Nala, ella volteó a ver a Kiara
— ¿Eso es cierto?—Preguntó Nala muy seria
Simba volteó de nuevo hacia Kiara.
—Lo-lo lamento mamá, es verdad y se que estuve mal—respondió su hija muy apenada
Nala soltó un suspiro.
—Kiara, aunque ya no hayan demasiados peligros en las praderas, eso no dice que no hay peligros—dijo Nala
Simba volteó a ver a Zazu, él ave tragó saliva mientras el rey se acercaba.
— ¿Por qué no e enteré de esto?—Preguntó Simba muy molesto
—Eemh...yo...eeh...—decía Zazu
Kiara volteó rápidamente hacia su padre.
—Fue porque yo le pedí que no te dijera nada, le insistí hasta convencerlo—dijo Kiara de forma firme
Zazu solo asintió, ante las palabras de Kiara. Simba lo observó de forma enojada.
—Necesito que me informes de todo, hasta la más pequeña cosa, no quiero que esto vuelva a suceder—dijo Simba
Zazu asintió varias veces de forma rápida.
—Bien, en cuanto a ti Kiara—dijo Simba volteando hacia Kiara
La joven leona volteó hacia su madre.
—Él te dará un castigo, tú lo conoces—dijo Nala
Kiara soltó un suspiro ante lo que dijo Nala.
—Durante dos semanas no saldrás de la roca del rey—dijo Simba
Kiara solo apretó los ojos con la mirada baja.
Aquel castigo fue algo cruel, según lo que pensaba Nala, sin embargo, le daba tranquilidad, de esa forma podría cuidar a Kiara de mejor manera, aunque lo que dijo Rafiki la dejó más tranquila, ella debía ser precavida.
— ¿Ni siquiera a los alrededores?—Preguntó Kiara
—No saldrás—dijo Simba firme
Kiara asintió y se dirijió hacia dentro de la cueva con la mirada baja.
Nala se acercó a Simba, el cual tenía la mirada fija en Kiara.
— ¿Crees que fue lo mejor?—Preguntó Simba
Nala lo volteó a ver, la expresión de su rostro mostraba mucha duda.
—Definitivamente fue lo mejor, debe aprender a no hacer cosas sin nuestro permiso—dijo Nala
—Pero ya es un leona adulta, no sé si aún debería darle castigos—dijo Simba
Nala puso una pata en el hombro de Simba. Él l volteó a ver.
—Fue lo mejor, eres su padre y yo su madre, somos libres de darle un castigo si es necesario—dijo Nala
Simba soltó un suspiro.
—Está bien, creo que tienes razón—dijo Simba
Kovu no dijo nada por lo que sucedió, sabía que era culpable en cierta forma. El no detener a Kiara.
— ¿Qué fue lo que hizo mientras estaba afuera?—Preguntó Nala
— ¿Quién? ¿Kiara?—Preguntó Simba
—Sí, Kiara—afirmó Nala
—Ella tuvo una noche a solas con Kovu, no se si hicieron lo que creo que hicieron—dijo Simba
— ¿Qué crees que hicieron?—Preguntó Nala preocupada
—Lo que se hace para tener hijos—dijo Simba sutilmente
—No lo creo, no podría ser, ella dijo que tendría hijos hasta estar casada—dijo Nala
—Pero no es un delito tener relaciones sexuales antes de casarse—dijo Simba.
Nala soltó un suspiro y negó con la cabeza.
—Tendré que hablar con ella—dijo Nala
Simba negó con la cabeza, aquello le sorprendió mucho a Nala, él no es de aceptar tan fácil las cosas.
— ¿No quieres que hable con ella?—Preguntó Nala intrigada
—Ella debe aprender por sí sola, intentar acelerarlo solo lo haría más difícil—dijo Simba
Nala entendió porque Simba lo hizo, él no quiere hacerla sentir mal restregandole en la cara lo que hizo.
—Está bien, si crees que es lo mejor—dijo Nala
Él la volteó a ver, sus ojos azules y su cálida sonrisa le dieron tranquilidad.
—Sí, es lo mejor—dijo Simba
El día transcurrió de manera normal después de aquella discusión matutina que molestó a muchas leonas al no dejarlas dormir.
Al ver a su hija tan triste por no poder salir le dolió a Nala, sin embargo, el saber que gracias a eso fue una razón para que ella se sintiera en paz. Debía mantener una buena relación con su hija.
Cuando le preguntaron a Kovu y Kiara qué hicieron mientras estuvieron juntos, ellos solo dijeron que estuvieron hablando sobre muchas cosas. Sinceramente Nala no creía en muchas de las cosas que decían, no obstante, no les reclamó en lo absoluto, simplemente les aclaró que está bien todo lo que hayan hecho ya que son adultos pero que antes lo avisen. Ella está segura de que Simba lo aceptaría, si aceptó a Kovu en el clan es suficiente para saber que el estaría de acuerdo con cualquier decisión que tome Kiara.
Ellos solo asintieron ante las palabras de los dos reyes, no querían problemas con ellos.
Justo antes del atardecer, Nala salió de la cueva para observar ese hermoso momento.
Las flojas nubes se movían con lentitud, dejando ver atravez de un color naranja hermoso.
Nala soltó un suspiro ante eso, le dejó un sentimiento de nostalgia en su interior.
Después de observar con detenimiento el atardecer, llegó la noche, ella se fue caminando hacia adentro de la cueva.En tierras lejanas.
La malvada hiena Esgath estaba preparando un plan para atacar las praderas y capturar a Kiara.
Su plan consistía en llegar en la noche, y matar a cuentas leonas sean posibles antes de que noten su presencia, después, entre cuatro o cinco hienas tomar a Kiara como rehén y así despojar de su hogar a los reyes.
Era un plan muy elaborado, sin embargo, no era el mejor, podría fallar, pero él no se iba a rendir.
Shenzi y un grupo de hienas llegaron con Esgath, hicieron una reverencia al momento de entrar.
—Pasen y que sea rápido—dijo Esgath
—Mi rey, queremos preguntarle cuando iniciaremos el ataque hacia las praderas—dijo Shenzi
—Justo en 3 días—dijo Esgath
— ¿Todas las hienas participaremos?—Preguntó Shenzi
—Claro, necesito a muchas—dijo Esgath con una sonrisa—cuando lleguemos, les daremos 10 minutos para que huyan—dijo él
— ¿Dejaremos que huyan?—Preguntó Shenzi
—A los que sobrevivan—dijo la hiena sonriendo
Eso le gustó más a Shenzi, ella creyó que simplemente los iba a dejar ir.
Esgath les explicó el plan a las demás hienas para que estén enteradas de que es lo que van a hacer.
—Ellos ni siquiera saben que existimos, así que nos acercaremos en la noche y... —Esgath les contó el plan a todos
—Pero ¿qué pasa si no logramos matar a muchos?—Preguntó una hiena
—A mí me gusta hacer sufrir a mis enemigos, ellos verán como nos llevamos a su hija mientras matamos a los demás, Simba y Nala quedarán de último, después, tendrán que huir, o si no, morirán—explicó Esgath sonriendo
—¡Siiiiii!—Gritaron todas las hienas ante el plan de Esgath
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El Rey León 3: La Historia de Nala
FanfictionEste es el desenlace de la historia. Nala y Simba deben enfrentar a un nuevo enemigo, el cual amenaza con destruir todo lo que conocen, Kiara podría tener hijos, el destino y la seguridad de las praderas está en sus manos.