Capítulo 18

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A pesar de que Tama perdió a su esposo hace poco tiempo, desde el momento en el que vio que fue acorralado por las hienas, se dijo a si misma que jamás lloraría por él, ya que no sería una manera con la que le gustaría recordarlo, así que decidió que lo honraría dando lo mejor de si.
En el caso Kula, ella no lo pudo aceptar fácilmente, aunque parezca que lo ha tomado bien, por dentro se siente destrozada, pero sabe muy bien que ahora hay cosas mucho más importantes.
La antigua reina de las praderas Sarabi, observó aquella noche con mucho dolor como todos a los que conocía morían a manos de las terribles hienas, con mucho pesar a intentando luchar para que sus muertes no sean en vano.
Ahora las tres leonas estaban metidas en un verdadero problema, lo que los leones que las tienen presas piensan hacer cosas obscenas con ellas, razón por la cual deben actuar rápido y salir de allí.
Tama ha estado vigilando la entrada a la celda, lo que le parece muy extraño es que nadie esté vigilando su celda, pareciera que no creen que sean una amenaza considerable, la leona se sintió muy ofendida cuando pensó en eso. Rápidamente regresó dónde estaban sus amigas.
— ¿Viene alguien?—preguntó Sarabi.
Tama solo negó con la cabeza.
Kula soltó un suspiro. —¿Hay algún espacio por el cual podamos salir?—preguntó algo molesta.
Tama quiso recordar algún lugar, de hecho, habían muchos, el verdad problema eran los leones, su tamaño gigantesco les permitía aplastarlas fácilmente.
Hay muchos lugares para salir—dijo Tama pensando —pero si esos leones no se van, jamás saldremos de aquí.
— ¿Podrías vigilar más por un tiempo?—preguntó Sarabi—talvez se distraigan en algún momento y entonces nos avisas.
La leona solo asintió con la cabeza, pues confiaba en Sarabi, en algún momento dirigió todo un reino, ella sabe lo que hace, de cualquier forma no le molesta vigilar, por ahora lo único que quiere es no ser inútil. Tama se fue caminando por el túnel, tratando de no hacer demasiado ruido, los leones seguían igual que siempre, merodeando por todo el lugar, protegiendo siempre una celda en específico. Ella observó hacia la salida, que quedaba a la vista desde la celda en la que estaban, al fondo se miraban dos enormes leones que bloqueaban la salida. Aquellos leones se estaban descuidado demasiado, dejaban muchos espacios por los que se podría correr hacia la salida e irse sin problemas.
Tama creyó, a causa de los recientes eventos, que nunca las llegarían a vigilar, sin embargo, una leona se estaba acercando a su posición, Tama dió media vuelta y corrió hacia donde estaban Sarabi y Kula, con la mirada les dijo que fingieran estar durmiendo.
Las tres se tiraron al suelo y aparentaron estar inconscientes.
Las he estado vigilando, dejen de actuar—dijo la leona.
Todo el cuerpo de Tama sintió un escalofrío al escuchar lo que dijo, ¿De verdad se dieron cuenta? Miles de preguntas recorrieron su mente en un segundo, estaba asustada.
Vamos chicas, no les haré daño—su tono cambió, ahora parece más calmada.
Las tres leonas se levantaron lentamente, pero nunca bajando la guardia, ellas se alejaron lo suficiente de aquella leona que estaba frente suyo.
Quiero ayudarlas —mencionó susurrando.
Aún no decían nada, pues no creían que fuera confiable, lo que decía parecía sincero, pero ahora no se sabe qué es realmente real.
— ¿Quién eres? ¿Por qué quieres ayudarnos?—preguntó Sarabi, se notaba mucho que no confiaba.
Este lugar ha hecho sufrir a muchos en el pasado, he sido testigo de ello,sus ojos comenzaron a mojarse,—han arruinado vidas sin sentir pena, no lo soporto más, tienen que irse ahora—dijo ella casi llorando.
La preocupación sus rostros se notó de inmediato, no parecía ser una trampa aquella historia, pero ninguna de las tres sabía si era inteligente confiar.
—Entonces, ¿Nos ayudarás?—preguntó Sarabi ignorando las lágrimas de aquella leona.
—Debo hacerlo —respondió mientras limpiaba su rostro.
Sarabi se acercó a la leona, esta retrocedió al ver que estaba muy cerca de la reina.
—Todos hemos sufrido, no debes sentirte mal—dijo Sarabi para luego abrazarla.
La leona no comprendía lo que sucedía, pero solo correspondió al abrazo, pues se sintió muy aliviada, llevaba muchos años sin recibir un abrazo tan sincero, solo su madre sabía cómo hacerla sentir bien y esta leona le recordó a ella.
Tama y Kula solo observan la situación, sintiéndose orgullosas de lo que hacía Sarabi.
Una vez que la leona se separó de Sarabi, volteó hacia las dos que estaban atrás.
Me llamo Shaira, espero poder ayudarlos a salir de aquí—se presentó.
—Soy Tama.
—Soy Kula.
—Y yo Sarabi
Una vez que las tres se presentaron sabían que era lo que debían hacer ahora.
Bien, este es el plan —dijo Shaira,—yo iré hasta la salida e intentaré distraer a los leones, me he dado cuenta de que ustedes saben que los leones guardias dejan muchos puntos ciegos, ustedes irán por ahí, mientras yo me llevaré a los leones guardias lejos, entonces se podrán ir—ya había explicado el plan, esperaba que todos hayan entendido.
Entendido —dijo Sarabi, ella volteó hacia sus dos compañeras.
Las dos sabían que Sarabi sabría qué hacer si algo salía mal.
Vamos, es hora de que salgan de aquí—dijo Shaira.
Ella se dirigió a la salida, las tres leonas prisioneras la siguieron, haciendo esto se estaba sintiendo liberada de una presión que aguantó por años, se sentía a gusto con lo que hacía, y no le importaba si moría que en el proceso, pero moriría feliz. Ellas estaban atrás.
Shaira caminó lo más natural posible, se encontró con los dos leones gigantes.
Hola Morathi, hola Jelani —saludó Shaira sonriendo nerviosa.
— ¿Qué quieres?—preguntó Jelani con una voz que podría asustar a cualquiera.
Necesito su ayuda, el prisionero de la celda 4 le está dando problemas a los guardias, yo me quedaré vigilando la puerta—dijo sonriendo aún—si alguien intenta escapar le sacaré los ojos—su tono cambió súbitamente, la mirada de ambos leones se cambió a una de susto.
Los dos leones se fueron corriendo hacia la celda indicada por Shaira, su mirada en verdad los intimidó, no entendían como esa pequeña leona era tan aterradora.
Shaira volteó hacia Tama Kula y Sarabi, y con la cabeza les indicó que corrieran, y así lo hicieron, sin embargo, dos leonas, las vieron e inmediatamente corrieron hacia ellas.
— ¡Corran!—gritó Shaira muy asustada.
Ellas aceleraron su ritmo ignorando a las leonas que iban tras ellas, sus corazones palpitaban velozmente.
Ya estaban llegando a la salida, pero una de las leonas alcanzó a Kula y la derribó, Tama corrió hacia ella y le dió un zarpazo, Sarabi hizo igual.

¡Shaira! ¡Ayúdame!—gritó aquella leona.

Shaira se quedó parada, sin hacer nada más que mirar.
La leona se sintió traicionada, y destrozada, ella era su amiga, era obvio que las estaba ayudando.
La otra leona golpeó a Sarabi, sin embargo, se levantó de inmediato y le devolvió el golpe, haciéndola caer sin poder levantarse más.
Tama y Kula tenían detenida a la leona restante, Sarabi se acercó a ella, contrajo las garras y la golpeó noqueandola.
Vamos —dijo Sarabi.
Las tres salieron y empezaron a correr, Shaira iba con ellas, sin embargo, se detuvo, Tama también lo hizo.
Shaira, ¿Qué haces? Ven con nosotras—dijo Tama.
—No puedo— respondió ella—yo me quedaré a distraerlos—mencionó ella.
Sarabi se acercó a ella.
Ven con nosotros, si tenemos suerte, podrías vivir con nosotras—dijo Sarabi.
Shaira solo negó con la cabeza.
Yo pertenezco aquí, y aunque ellos no lo acepten, habré cumplido mi cometido—dijo ella.
No le gustaba para nada la idea de dejarla en ese lugar, sin embargo, respetaba su decisión, retrocedió un paso.
Te lo agradecemos mucho—agradeció Sarabi.
Por mucho que lo pensaba, Tama no aceptaba la idea de dejarla aquí, las ayudó demasiado, de no haberlo hecho, podrían hacer sido utilizadas de una asquerosa manera durante una eternidad, es posible que ella tenga que correr con el mismo destino si se quedaba.
Shaira, por favor, sufrirás mucho si te quedas —dijo Tama casi suplicando.

Shaira se acercó a Tama.
Tengo que quedarme, los distraeré para que no sepan dónde están, de cualquier forma, si muero o no, moriré feliz—explicó Shaira,—cuando se vayan, tienen que bajar la montaña y su amigo estará esperándola.
— ¿Kovu? —preguntó Sarabi sorprendida.
Shaira les dejó una sonrisa.
Vayanse, ahora —dijo Shaira empezando a caminar.
Tama, Kula y Sarabi se quedaron observando como ella iba a lo que iba a ser su boleto a una horrible vida.
Poco después se fueron corriendo rápidamente hacia abajo de la montaña. Tama se sentía mal por haberla dejado en ese lugar, pero también se sentía muy agradecida.
La leona Shaira las ayudó sin tener que hacerlo, no tenía razones para hacerlo, pero lo hizo. Jamás la olvidarán.

Gracias Shaira, nos has salvado la vida.

El Rey León 3: La Historia de NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora