Capítulo 16

224 10 0
                                    

Lo primero que vio fue el techo de una oscura y húmeda cueva, intentó mover la cabeza para tratar de identificar en que lugar estaba, sin embargo, todo lo que vio era desconocido ante su persona.
Tama intentó levantarse pero la detuvo un dolor intenso en sus patas, provocado que cayera, de nuevo intentó ponerse de pie pero le fue imposible. Se sentía inútil en ese momento, ella levantó el cuello y observó a su al rededor, pronto se dió cuenta de que no estaba sola, allí mismo estaban Sarabi y Kula, ambas parecían estar dormidas, se acercó arrastrándose a ellas. Notó que Sarabi estaba muy golpeada, sangraba desde distintas partes de su cuerpo, eso era preocupante, luego miró a su amiga, Kula estaba golpeada, pero no tanto como Sarabi. En ese momento, sintió que su cuerpo le dolía con cada movimiento, se enteró de que ellas no eran las únicas que estaban lastimadas. Tama dejó salir un suspiro pesado. Intentó sentarse, apenas lo logró. Estaban en un lugar muy encerrado, había un camino, de dónde entraba un poco de luz, ella quería ir a investigar pero simplemente no podía. Los recuerdos del día anterior regresaron a su memoria, dándole un fuerte golpe a sus sentimientos, se sentía culpable por todo, Kovu no estaba con ellas.
Talvez esos salvajes leones se lo llevaron a otro lado, esperaba que no fuera muy lejos. En cuanto fueron rodeados, ella pudo notar que eran muchos, pero no los pudo analizar por completo, antes de lograr eso recibió un golpe que produjo un desmayo instantáneo. Estaba frustrada, su plan falló, y no solo eso, ahora están en peligro, sin saber dónde están o que es lo que les espera. Tama escuchó a una de sus amigas gemir, podría estar despertando, rápidamente vio a Kula despertando.
Kula—dijo emocionada— ¿Te sientes bien?—preguntó Tama con preocupación.
Kula la miró y trato de moverse hacia ella, pero igualmente no pudo moverse. Tama se echó en el suelo para poder estar a la altura de su amiga de pelaje café.
Estoy bien—respondió a la pregunta anterior—pero siento algo de dolor en todo el cuerpo.
—No te preocupes, todos recibimos el mismo trato, pero,—ella volteó hacia Sarabi—algunos lo hicieron más que otros—mencionó con tristeza.
Kula notó de inmediato la tristeza en su rostro, se acercó a ella y la abrazó.
Tama se vio sorprendida por esto.
Nada de esto fue tu culpa—intentó apoyarla—solo querías ayudar—dijo con una sonrisa sincera.
Tama le devolvió la sonrisa.
Gracias—dijo Tama a su amiga.
Sin embargo, a pesar de lo que dijo Kula, aún se siente mal, muy mal, pero no la quiere seguir preocupando con sus lamentos. Ambas leonas voltearon hacia Sarabi, aún no despertaba, pero su estómago subía y bajaba, era una señal de que aún estaba con vida.
Pero, dejando de lado ese tema, extraño que ellas tres puedan estar en ese lugar sin alguien que las cuide, porque fácilmente podrían salir e irse sin ningún problema, el problema es que no han visto lo que hay después de pasar ese túnel en dónde están atrapadas. Tama estaba empezando a sentir fuerza en sus patas traseras, intentó levantarse y apenas pudo ponerse de pie, sintiendo el dolor más fuerte todavía, ella empezó a caminar hacia afuera, Kula simplemente se quedó observando. Con mucho dolor en sus patas, llegó lentamente hasta la salida del lugar, sin embargo, esta salida solo era la entrada a un lugar más grande, y ese lugar estaba lleno de leones, todos demasiado grandes para intentar enfrentarlos.
Tama se volteó y decidió volver con Kula y con Sarabi, va a ser muy difícil salir del lugar, pero tendrán que hacerlo de alguna manera. Una vez que llegó se sentó al lado de Kula, soltó un suspiro pesado, demostrando que lo que había encontrado no era muy bueno.
¿Qué fue lo que viste?—preguntó Kula algo preocupada por la respuesta.
Tama volteó hacia su amiga, y sus ojos se llenaron de lágrimas y la abrazó.
Lo siento, yo nos metí en esto, todo fue mi culpa—dijo Tama llorando
Kula creyó que ya había hablado con ella sobre eso, soltó un suspiro y le devolvió el abrazo.

Tama, esto no fue tu culpa, tú lo único que querías era ayudarnos—trató de consolarla.

No, todo fue mi culpa, jamás debí haberlos hecho venir a este lugar—dijo de nuevo culpandose.
Kula suspiró de nuevo.
Vamos Tama, saldremos de aquí, hasta tú sabes que no fue tu culpa—dijo Kula mientras Tama no dejaba de sollozar.
En ese momento le vino una idea a la mente, estaba segura de que con eso lograría calmar a su amiga.
Oye, Nala habría dicho que llorando no lograrás nada—dijo Kula sonriendo.
Ella sabía sobre la admiración que Tama sentía por Nala, es por eso que casi instantáneamente Tama levantó la vista. Su mirada cambió de manera tan drástica y rápida que Kula se dió cuenta de que lo había logrado.
Nala ha hecho demasiado por nosotros, no nos podemos rendir ahora—dijo Tama con una determinación más que notoria.
Kula la abrazó muy fuerte, orgullosa de que por fin Tama estaba bien.
Pero se estaban olvidando de algo muy importante, ambas leonas escucharon a Sarabi quejarse.
Las dos se acercaron preocupadas a ella.
— ¿Sarabi? ¿Puedes oírme?—preguntó Tama algo preocupada.
Ella abrió los ojos lentamente y volteó hacia Tama y a Kula.
¿Dónde... estamos?—preguntó con un evidente cansancio.
—No estamos seguras, pero creemos que somos prisioneras a pesar de no tener a alguien que nos cuide—respondió Kula.
Sarabi solo soltó un suspiro.
Cuando llegué a la cima, me encontré con ellos, creí que podrían ayudarnos, pero sin pensarlo, muchas leonas me golpearon tanto que me noauearon—dijo ella con un tono triste.
—Lamento haberte puesto en esa posición, Sarabi—dijo Tama con el rostro hacia abajo.
Sarabi notó al instante la tristeza en sus palabras, por mucho que haya sido su idea venir a este lugar, ella solo trataba de ayudar.
Nada de esto ha sido tu culpa—Tama volteó a verla—nadie tuvo la culpa.
Ella solo se dedicó a darle una gran sonrisa acompañada con un par de lágrimas desde sus ojos.
Les agradezco a ustedes dos por apoyarme—dijo Tama.
—Para eso estamos las amigas—respondió Tama
—Está bien, pero, ahora debemos pensar en cómo salir de este lugar—dijo Tama mientras limpiaba una lágrima de su mejilla.
¿Pero, qué haremos?—preguntó Sarabi sin levantarse aún.
Primero tenemos que observar bien el lugar, después ver qué tantos guardias hay, y de último buscar una salida—dijo Kula.
—Ese es un buen plan para mí—dijo Tama sonriendo.
Fue allí cuando Sarabi se intentó levantar, sin darse cuenta las tres leonas ya habían recuperado la fuerza suficiente para caminar en sus patas.
Tama intentó levantarse y aunque de cayó en más de una vez, logró quedarse en pie.
Kula hizo lo mismo y fue el mismo resultado. Ahora que las tres estaban de pie, era tiempo de salir y buscar una solución real.
Las dos leonas jóvenes le dijeron a Sarabi que por ahora no se moviera demasiado, tenía que descansar, pues había sido la más afectada. Tama y Kula atravesaron el extenso y angosto túnel que llevaba hacia la salida, antes de poder ser vistas, se detuvieron y observaron con detenimiento. Muchos leones muy grandes se paseaban por el lugar, las dos miraron hacia arriba, había un techo, al fondo se miraba luz, entraba la claridad necesaria para poder ver.
Ellas observaron a la izquierda de donde estaban, allí vieron a dos leones cubriendo un túnel extrañamente similar a la entrada de dónde estaban cautivas.
Las dos se voltearon a ver y sin decir nada regresaron dónde estaba Sarabi.
En cuanto regresaron, la leona mayor se levantó al verlas.
¿Qué vieron?—preguntó Sarabi.
—Tenemos buenas y malas noticias—dijo Kula—las buenas es que vimos una salida, por lo que pudimos notar no está vigila, y las malas es que hay demasiados leones en todo el lugar—explicó Tama.
Sarabi puso una expresión de preocupación en su rostro.
—Por ahora, lo mejor que podemos hacer es quedarnos aquí y esperar a que la salida esté algo libre—dijo Sarabi..
Mientras conversaban, en voz baja, aquello por precaución, escucharon pasos cerca de su posición. Las tres fingieron seguir dormidas, o por otro lado, desmayadas.
Quien había llegado era una leona con un pelaje café, al igual que Kula, ella tenía una expresión triste en su rostro, parecía sentirse mal al ver así a esas tres leonas. Detrás de ella, tomó un par de trozos de carne de cebra y lo dejó allí.
—Esto no está bien—susurró ella para sí misma.
Una vez que dejó allí la comida, se dirigió de vuelta a la sala principal del lugar, de forma lenta, dando a entender de que no está muy feliz.
Tama levantó de vista una vez que escuchó los pasos lejanos, las otras dos hicieron igual.
Al ver la carne en el suelo, les causó una pequeña alegría, pues no habían comido nada desde que fueron capturadas, no saben exactamente cuánto tiempo pasó desde aquello. Pero por ahora sabían que no todos son malos en ese lugar.
Después de analizar un poco la situación se comieron la carne. No era mucho pero era lo suficiente. Tama se asomó de nuevo a la salida de su celda, o como quieran llamarlo, y observó hacia afuera, la luz apenas entraba, era una clara señal de que pronto va anochecer.
Ella estaba apunto de regresar, sin embargo, escuchó a un par de leonas hablar de algo sumamente interesante.

¿Qué haremos con el león oscuro?—preguntó el león más grande.
—Si el jefe no dice nada tendremos que matarlo—respondió el león pequeño.
Al escuchar eso, el cuerpo de Tama se estremeció por el miedo.
— ¿Las leonas para qué nos servirán?—mencionó el león grande.
Tama levantó la oreja al escuchar "leonas".
— No lo sé, talvez el jefe las quiera para procrear—reapondió el león pequeño.
Parecía que no sabía nada, le estaba preguntando sobre todo, cosas que según Tama ya deberían saber todos.
Pero ese no es el tema, al escuchar que posiblemente las quieran para procrear la asustó y prefirió no seguir escuchando. Corrió hacia donde estaban las demás y con una expresión de susto muy notoria en su rostro habló.
Tenemos que salir de aquí, pronto—dijo ella exaltada.

El Rey León 3: La Historia de NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora