Capítulo 14

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Mientras dormían, Esgath realizó movimientos para encontrar a Simba y Nala, quienes han logrado escapar de sus tropas, esto lo está frustrando mucho. Esos dos leones le están dando más problemas de lo que creía, cuando pensó que iba a eliminarlos fácilmente, le complicaron las cosas demasiado, recibió informes de que fueron vistos en las lejanías en dirección hacia las tierras verdes del Norte, esto podría ser algo bueno, sabiendo dónde están, podría enviar a dos grupos grandes de 15 hienas cada uno, todo podría ser perfecto, de no ser por el hecho de que. En ese lugar existe un grupo grande de leones que seguramente estarán dispuestos a ayudar a Simba y Nala, ellos son enemigos peligrosos, acabarían con las hienas sin muchas dificultades.
Sería una perdida innecesaria de hienas, ahora debía pensar en qué iba a hacer para lograr vencer a Simba y a Nala antes de que logren algo en su contra. Esgath pensaba en todo esto mientras observaba el sombrío panorama de las praderas.
Hermoso—mencionó para si mismo.
La hiena se fue caminando hacia adentro de la cueva.
—Es suficiente, ya ha sufrido mucho —dijo Esgath sonriendo.
Kiara estaba tirada en el suelo, con sus patas sangrando. Esgath se acercó a la leona que apenas estaba despierta.
Esto es lo que le sucede a aquellos que intentan atacarme por la espalda—le dijo Esgath a una adolorida Kiara.
Poco después salió de la cueva.

....

No tuvieron problemas para dormir, durante la noche se escuchaba ruidos que podrían asustar a cualquiera, sin embargo, el viento era lo único que se escuchaba realmente, algo que sin duda era tranquilizante. Nala estuvo pensando mucho en la noche, le preocupaba lo que podría pasar en la mañana, ¿Qué pasaría si los encuentran en el tiempo que duermen? Sería un problema demasiado grande, hasta podrían morir. Esto no la dejaba dormir, no quería morir antes de ver a Kiara vivir feliz, y estaba segura de que Simba tampoco lo quería. Pudo dormir hasta que pensó en que talvez los de este reino podrían brindarles su ayuda, cosa que sería muy bueno, ya tendrían algo con que contraatacar a Esgath. Mientras aún estaba despierta, observó con detenimiento a Timon y a Pumba, aquellos eran los más débiles, podrían morir muy rápido si se descuidan demasiado. Pese a que nunca tuvo una relación fuerte con ellos, les agarró cierto cariño, también les preocupaba.
Después de tanto pensar, decidió dormir un poco, en la mañana tendrían que actuar rápido.
Nala cerró los ojos y sin darse cuenta, la despertó Simba moviendo su cuerpo, le sorprendía lo imperceptible que era dormirse.
¿Hay problemas?—preguntó Nala a su esposo.
No, todo está bien, solo que ya debemos irnos—mencionó el león algo preocupado-tenemos que actuar rápido.
Bien —respondió ella mientras se levantaba.
Timón y Pumba se acercaron a los dos.
— ¿Siempre duerme tanto?—preguntó Timón.
Sí, desde que era una cachorra—respondió Simba observando a Nala con una sonrisa.
Bueno, que más da—dijo el suricato saliendo de la cueva.
Simba y Nala salieron antes para verificar que todo esté bien, todo parecía despejado, nada más que animales inofensivos. Caminaron con cautela por los abiertos campos de las praderas, vigilando cada uno de los rincones, hasta ahora no han habido problemas, ya pasó un día entero de tranquilidad, estaban seguros de que en cualquier momento aparecerían.
El viento movía el pelaje de cada uno, haciendo que se sintieran relajados mientras se movían, algo bueno de haber salido del desierto es que ya no hay tanto calor. Encontraron agua varias veces, aprovecharon a beber todo lo que pudieran en cada ocasión, pues temían que en algún momento llegaran a un punto sin agua.
Ya estaban llegando a aquella serie de rocas que habían visto un día antes, estaban seguros de que allí vivía alguien. Sin embargo, su suerte llegó hasta ese momento.
10 hienas aparecieron desde muchos arbustos, todas tan enojadas como siempre.
Simba y Nala se pusieron espalda a espalda, estaban listos para luchar.
Timon, Pumba, salgan de aquí—dijo Simba
Pero...
¡Ahora!—insistió Simba
Los dos corrieron lejos, hasta ponerse a salvo. Simba y Nala observaban a cada una de las hienas, las cuales los tenían rodeados sin atacar aún.
Nadie quería actuar de manera insensata, pese a que solo son dos leones, son más fuertes que todas las hienas, por eso no han atacado.
Nala observaba detenidamente a cada una, cuidando casa uno de sus movimientos, una hiena de la nada aulló. Las hienas se lanzaron encima de ellos, sin embargo, con dos zarpazos lograron derribar a dos cada uno, dejando un espacio suficiente para luchar.
Nala corrió rápidamente hacia dos de las hienas y con la cabeza las empujó haciéndolas caer, después esquivó un ataque de otra hiena, después llegaron dos más, ahora había tres en su contra, dos hienas corrieron hacia ella, Nala saltó hacia la que quedó en medio y le dió zarpazo en la cara noqueandola al instante, esto lo hizo porque sería más fácil derribarlos uno a uno que tratar de pelear con las tres a la vez.
Mientras gruñía, las hienas la observaban con odio, ya se estaban cansando de ella.
Nala solo sonrió ante la reacción de las hienas, las dos corrieron hacia ella, la leona las esquivó y les dió un zarpazo a cada una, dejándolas en el suelo. Ella soltó un suspiro, logró venderlas, sin embargo, parecía que Simba aún no terminaba. Nala corrió hacia él y empujó a una hiena que estaba detrás suyo.
Simba de un zarpazo noqueó a dos hienas, Nala derribó a las dos que faltaban y junto a Simba las hicieron huir. Ambos respiraban cansados, mientras observaban a las hienas huir, por fin dejaron de escapar y se enfrentaron a ellas, eso definitivamente era un logro para los dos, era decepcionante solo huir de ellas. Simba y Nala se vieron el uno al otro y en un rápido movimiento por parte de ambos, se abrazaron muy fuertemente.
Lo logramos —dijo Nala orgullosa.
—Sí, lo logramos, Nala—reapondió Simba.
Los dos se separaron y se observaron de nuevo, en ese instante, sintieron aquel mismo amor que cuando se reencontraron en aquella jungla.
Te amo—dijeron al mismo tiempo.
Nala sonrió y de nuevo se abrazaron, pero aún faltaba un detalle por resolver. Nala se separó rápidamente de Simba.
Debemos ir por Timon y por Pumba—dijo Nala algo asustada.
— Es cierto —dijo Simba.
Él empezó a caminar, ella lo siguió, para su suerte, ellos no se fueron lejos, estaban en la cueva en la que pasaron la noche.
Vamonos chicos, las hienas de han ido—dijo Simba, los dos salieron algo asustados.
— ¿Estás seguro?—preguntó Timon observando a los alrededores.
—Estamos seguros, las acabamos de hacer huir—dijo Nala
Ambos, Timon y Pumba salieron algo preocupados de la cueva, siempre atentos a cada uno de los animales.
Ya, tranquilos, las hienas se fueron —repitió Simba.
—Bueno, Ahora debemos avanzar hacia nuestro objetivo —dijo Nala.
Ella empezó a caminar hacia la zona rocosa, todos caminaban detrás de ella. Nala no perdía la atención del campo, atenta a cualquier movimiento extraño, no sabían si ese grupo de hienas era el único, podrían haber más, muchas más, sin embargo, todo parecía estar despejado. Nala soltó un suspiro de alivio por ello, estaba muy asustada, si por alguna razón habían más, no habrían podido enfrentarlos, ya estaban bastante cansados de la última batalla.
Ya estaban llegando, parecía un lugar grande, no entraron de golpe, caminaron despacio, antes de que pudieran avanzar hacia el interior, de dos cuevas salieron 4 leones del tamaño de Simba o más grandes talvez, en el momento en el que se acercaron, hicieron retroceder a Simba y a Nala, daban mucho miedo.
¿Quienes son ustedes? ¿Qué están haciendo aquí?—preguntó directamente aquel león.
Simba y Nala dejaron cualquier miedo y se pusieron firmes ante ellos.
Yo soy Simba, rey de las praderas.
—Yo soy Nala, reina de las praderas.
Los dos hablaron sin miedo, revelaron quienes eran, así podrían entender con quiénes trataban.
Con que son reyes, eh, bien —dijo él—ahora necesito saber que hacen aquí.
Parecía alguien bueno, aunque era intimidante, no era alguien brusco, aunque los estaba interrogando, no ha mostrado señales de ser una amenaza.
Hemos venido porque necesitamos ayuda, quisiera hablar con aquel que los dirija—dijo Simba.
—Antes de dejarlos pasar, necesito estar seguro de que no son una amenaza—el león a su lado llamó a otros 4 y fueron a revisar a los alrededores.
Simba no apartó la vista de este león.
No hay nadie señor, vienen solos —dijo el león después de revisar todo el lugar con su grupo.
El león se fijó bastante bien en ellos, sus cuerpos estaban manchados de tierra, tenían heridas en distintas partes de su cuerpo, todas sangrando.
Está bien, pueden pasar, y sus amigos también —dijo observando a Timon y a Pumba.
Pero si intentan algo, no dudaré en acabar con ustedes —dijo deteniendo a Simba.
—Seguro —respondió Simba.
Ambos reyes caminaron dentro del lugar, era más grande de lo que parecía, un león los estaba guiando hacia el lugar donde está el rey del lugar.
No es común recibir visitas, es por eso que ellos actúan así, el rey los recibirá bien, es alguien bueno —mencionó el joven león.
—No somos malos, hemos sufrido mucho —dijo Nala
—Todos hemos sufrido —dijo sin voltear a ver.
Llegaron después de recorrer casi todo lo que habían visto desde lejos, eran muchos, tantos se había 4 leones en casa cueva, y habían visto más de 36 cuevas a lo largo del lugar.
Una vez entraron, el joven león avisó al rey que habían visitas.
El rey se levantó de dónde estaba y se dirigió hacia donde estaban ellos, Timon y Pumba se escondieron detrás de Simba y Nala.
Hola Simba, Hola Nala, encantado de conocerlos—dijo el rey.


En las praderas.

— Dijiste que tus hienas estaban bien entrenadas, me dijiste que morirían—dijo Esgath muy enojado.
—Se creía que estaban cansados, no tenían posibilidades contra mis hienas—dijo Shenzi asustada.
—Y sin embargo, escaparon—dijo Esgath.
—Señor yo... —decía Shenzi.
— ¡Fuera de aquí!—gritó Esgath.
Shenzi sin decir nada, salió corriendo de la cueva.
Esgath volteó a ver a Kiara, quien estaba desmayada en el suelo.
Talvez tenga que matarte antes de lo planeado —dijo Esgath observando a Kiara.

El Rey León 3: La Historia de NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora