Capítulo 5

371 18 2
                                    

Durante el transcurso del día Nala no hizo nada más que reflexionar las palabras de Rafiki, pero una duda existencial yacía dentro de ella. El no saber si se puede cambiar lo que ve en sus premoniciones le dió otra preocupación, sin embargo, ella se resignó a seguir alterando sus pensamientos con cosas negativas.
Lo mejor era pensar en que ella podrá cambiar el curso de las cosas si todo se pone feo.
Aquellas imágenes de su sueño le hicieron buscar una teoría sobre cómo funcionan sus premoniciones.
Cuando vio que su madre sufría en sus sueños, fue lo primero en que pensó, recordó cada uno de los detalles. Se enteró de que ese sueño se repitió unas tres veces y luego dentro de mucho tiempo se cumplió. Lo que creía era que si sus sueños se repetían varias veces significaba que sí se iba a cumplir. Rápidamente descartó esa posibilidad, ya que cuando vio en sus sueños que Tama la atacaba fue solo una vez.
Ella soltó un suspiro, pensar tanto la estaba alterando de nuevo, simplemente no podía dejar de pensar en eso. Amaba a su hija, la amaba demasiado, tanto como amaba a su madre.
Ese sentimiento estremeció su corazón, recordar a su madre siempre le provoca tristeza. Ahora el problema era Kiara, si le sucedía algo malo a Kiara, o incluso igual que a su madre, sería su sentencia de muerte, aunque no de forma literal, le dejaría un vacío en el corazón tan grande que jamás sería la misma y su relación con los demás no sería igual. Se quedó sin padres, jamás conoció a su padre, y su madre fue asesinada.
- Que gran vida-eso fue lo que pensó ella
Ahora mismo su misión era impedir que algo malo le pase a Kiara, ella volteó hacia el cielo, las nubes se movían con lentitud, el sol completamente quieto. Nuevamente volteó hacia las praderas. Los árboles y las plantas se movían con el viento.
Ella creyó que sería genial vivir de esa manera, sin embargo, no era así, no podía vivir de esa manera, jamás iba a poder. Ella miró hacia atrás, ahí estaba Kiara junto a Kovu, conversando con las demás leonas, aquel momento le saco una pequeña sonrisa a Nala. Ella quisiera que siempre fuera así.
Muchos deben pensar que si tuvieran la habilidad de presenciar el futuro sería lo mejor, pero no saben que a veces esa habilidad puede irse en tu contra y solo enseñarte cosas malas sin decirte si lo que viste es definitivo o si se puede cambiar, eso es lo que agobia a Nala.
-Mamá-dijo Kiara
Aquella familiar palabra sorprendió bastante a Nala, estaba tan metida en sus pensamientos que Kiara la asustó.
-Aah... hola Kiara-dijo Nala sonriendo
- ¿Podemos hablar?-Preguntó Kiara observando al horizonte
Esa extraña pregunta le hizo saber que a Nala que algo o estaba bien.
-Por supuesto hija, ¿Qué sucede?-preguntó Nala
Kiara soltó un suspiro y volteó a ver a Nala, tenía una expresión de miedo.
-Lamento haberme ido con Kovu, en verdad lo lamento-dijo Kiara casi llorando
Nala no sabía que decir ante eso.
-No te preocupes por eso, Kiara eso ya pasó-dijo Nala
Kiara se pegó al pecho de Nala, eso hizo que Nala instintivamente la abrazara.
-Tuve tanto miedo de que estuvieras enojada conmigo, sin tí no importaría que tamaño tenga, me sentiría como una cachorra-dijo Kiara mientras lloraba
-Nunca estuve enojada contigo, solo algo molesta, nunca me alejaré de tí-dijo Nala con un nudo en la garganta
-Te juro que no hice nada con Kovu, solo quería estar con él-mencionó la joven leona
-Lo sé, ya se que no hiciste nada, eso sería algo muy imprudente-dijo Nala
Kiara se separó de Nala, sus ojos estaban mojados.
Nala con una cálida sonrisa limpió las lágrimas de Kiara con su pata.
-El solo pensar que estabas enojada conmigo casi me hace llorar-dijo Kiara
-Yo sentía lo mismo con mi madre, cuando se enojaba conmigo yo no me podía sentir peor-dijo Nala
Kiara le dió una sonrisa a Nala.
-Te amo mamá-dijo Kiara
Ella abrazó muy fuerte a Nala, al cual ella lo correspondió.
-Yo también te amo hija-dijo Nala
Kiara se separó de Nala.
-Bueno...ejem...creo que debería ir adentro, si no lo hago papá se alterará-dijo Kiara sonriendo
Nala asintió.
-Ve-dijo Nala, Kiara se fue caminando.
Nala vió como su hija caminaba hacia adentro de la cueva, justo después de que ella cruzará la entrada de la cueva, Nala se quebró en lágrimas por el miedo a perder a su hija, se volteó hacia las praderas, de esa forma no lo notarían las demás leonas.
Después de unos minutos, ella terminó de llorar e intentó pensar en que todo saldría bien. Hasta ahora eso era muy efectivo para impedir que ella llorara cada vez que piensa en algo malo. Era hora de comer, Nala se levantó, primero intentó limpiar sus lágrimas, luego sí se fue hacia adentro de la cueva con los demás.
Estando adentro todos la voltearon a ver, ella solo los saludó de la manera más disimulada posible, no quiere que se enteren de su dolor, esto causaría que todos se alarmen, y ella no quiere eso.
Ella se sentó al lado de Simba y con una sonrisa demasiado falsa comió su carne de manera tranquila. Ella notaba que Kiara a veces la miraba con detenimiento intentado adivinar que era lo que le sucedía. Sin embargo cuando Nala le devolvía la mirada ella solo volteaba a otro lado.
Simba era muy distraído, no se enteraba de nada, solo comía con una mirada vacía hacia el suelo. Todas las leonas hacían lo mismo, hablaban entre ellas de diversos temas, Tama y Kula eran muy buenas amigas, y sus esposos eran amables con ellas.
Ciertamente era la vida que ella quería, le enojaba tanto temer por la vida de su hija, ese estúpido sueño le ha hecho sufrir demasiado.
Durante las últimas horas Nala estuvo platicando con Simba, eso la pudo distraer de sus penas, lo amaba demasiado, pero amaba aún más a Kiara, era su hija. Estuvo pensando en contarle a Simba sus problemas, pero no está segura de hacerlo, por ahora no le dirá nada.
Sin darse cuenta llegó la noche, estaba sintiendo mucho frío. Llegó con Simba y se recostó en su cuerpo, normalmente ella duerme sola pero junto a él.
Simba la volteó a ver.
-Tengo frío-fue lo único que dijo Nala para que Simba comprendiera
-Está bien Nala-dijo Simba sonriendo
Nala soltó un suspiro de tranquilad por esa respuesta, luego sintió como algo rodeaba su cuerpo, después se enteró de que era la pata de Simba y de esa forma se sintió protegida.
Rápidamente Nala cayó en un profundo sueño que duró hasta la mañana sin contratiempos.
Cuando abrió los ojos, el sol los iluminó.
-Vaya-se escuchó una voz femenina-no me había fijando en lo azules que tan tus ojos-dijo Tama sonriendo
Nala la volteó a ver y soltó una pequeña risa.
-Gracias Tama-dijo Nala sonriendo
-Vamos Nala, estás atrasada-mencionó la leona
Nala se levantó y siguió a Tama, ella salió de la cueva caminando.
Allí estaban todas las leonas esperándola.
- ¿Qué hora del día es?-preguntó Nala
-Es el medio día-dijo Kula-debes comer algo.
Nala asintió y recibió la carne, sabía muy bien, era un cebra, su comida favorita. En la tarde, como siempre, Nala fue a observar las nubes, le era muy relajado, estando sentada se postraba un ambiente muy tranquilo.
Mientras todas las leonas hablaban ella solo quería tener un momento de relajación. Kiara siempre hablaba con su padre o se mantenía con Kovu.
Simba hablaba con Nala cada vez que podía, cuando no tenía una oportunidad solo se mantenía observando las praderas para verificar que todo estuviera bien, más manadas de animales conversando a lo lejos. Aquello era lo que distraía a Simba sin mucha dificultad.
Ha pasado mucho tiempo desde que Nala tuvo ese sueño espantoso, estaba aceptando la posibilidad de que nada de eso ocurriera, lo deseaba con todo su corazón, el día que el cielo esté despejado no va a tener nada con que distraerse.
Simba se acercó a Nala mientras ella miraba hacia arriba, le lamió la mejilla, esto hizo que ella lo volteara a ver y le diera una bella sonrisa, esa que el disfruta ver, aquella que ama desde que es un niño.
- ¿Por qué me miras?-Preguntó Nala sonriendo
-Tu sonrisa me distrae, es hermosa-respondió Simba con una sonrisa
Nala soltó una pequeña risa.
-Nunca dejas de ser tan romántico-mencionó Nala
- ¿Te molesta?-preguntó
-Me encanta-respondió segura
Simba pegó su cuello con el de ella.
-Te amo Nala, desde que era un cachorro-dijo Simba
-Yo también te amo, desde que era una cachorra-dijo Nala
Nala, aunque no lo demuestre, disfruta cada vez que habla con Simba, él podría pensar que no, pero es cierto.
Cuando Simba se fue para adentro de la cueva, ya era el atardecer, estaba por finalizar otro día, sin darse cuenta ya habían pasado tres días muy rápido. Estaba muy feliz con la vida que estaba teniendo, todo apuntaba a que todo iba a salir bien, sin embargo, ella no sabía que un terrible peligro está cerca, según lo que han dicho algunos, la noche del día siguiente va a ocurrir algo desastroso.
Nala se fue a dormir, confiando en que su sueño no se cumplirá.

El Rey León 3: La Historia de NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora