Capítulo 17

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Pese a que la idea de asesinar a Kiara no se iba de su mente, sería algo grave, si no tiene a Kiara, Simba y Nala podrán matarlo sin muchas complicaciones, en cambio, si tiene a Kiara y ellos intentan algo en su contra, lo único que tiene que hacer es amenazar con que matará a Kiara y así estará totalmente seguro. Por lo tanto a decidido controlar su ira, pero si Kiara sigue dándole problemas no tendrá más opción que degollarla al igual que hizo con tantas leonas, de hecho, esas leonas aún estaban vivas cuando llegaron, sin embargo, apenas podían mover los ojos, le recordó cuando vio así a su familia, verlas así me dió mucha risa. Esas leonas fueron llevadas a algún lugar y fueron dejadas para que murieran, Esgath solo les dijo que las sacarán de su vista. Recordó el tema principal, de nuevo volteó a ver a Kiara, y se dijo a si mismo que la dejara hacer lo que quisiera, al menos durante un tiempo.
Pero él sabe más que nadie que su paciencia se podría acabar.

...

Lo he pensado mucho, y mi decisión es que sí les prestaré mi ayuda —dijo él con una sincera sonrisa.
La expresión de Nala se llenó de tanta emoción y alegría, qué aquel león solo pudo reír. Simba por su lado también sonrió y abrazó a Nala.
He decidido ayudarlos porque me identifico con ustedes gracias a las cosas por las que luchan—dijo él.
—Se lo agradecemos... —dijo Nala esperando que él dijera su nombre.
—Mi nombre es Barack—dijo él.
—Se lo agradecemos rey Barack—dijo Simba.
—Por favor, llámenme por mi nombre, estamos entre reyes—dijo Barack.
Con la ayuda de los leones y leonas de el rey será  más fácil luchar contra Esgath y sus hienas, aún no han acordado cuando irán hacia las praderas, pero por ahora Nala estaba demasiado emocionada para pensar en eso.
Ahora, pueden estar aquí cuánto tiempo quieran, sientanse como en casa—dijo el rey.
Ambos se sentían emocionados, felices, ahora más que nunca tenían una oportunidad clara, que les daba ventaja. Nala recordó el día que nació, el día en que esa pequeña leona llegó a su vida, convirtiéndose en el amor más grande de su vida, demostrándole que existe la capacidad de amar tanto algo como para dar la vida por ello. Kiara desde que nació ha sido la cosa más importante para Nala, es en parte casi toda su razón para vivir, sin ella, está segura de que podría ver la muerte muy cercana y no temer nada, ya que pensaría que no tenía nada más que perder, pese al fuerte amor que siente por Simba, el dolor por la perdida de Kiara sería más grande, causando una depresión que la mataría, es por eso que está dispuesta a hacer cualquier cosa para salvar a Kiara. Nala piensa en eso constantemente, teniendo a cada segundo que aquel terrible sueño de hace mucho se vuelva realidad, ha tenido tres pesadillas malas que poco a poco se han vuelto realidad. Pero ahora ya tiene esperanza de que eso no suceda, está realmente agradecida con el Rey Barack. Nala miró a su esposo, notó la sonrisa que tenía, una que no había visto en días, se daba cuenta de que él también tenía esperanza, creyó que lo mejor era dejar de pensar en eso y solo esperar a que pase todo.
Simba y Nala caminaron hacia la aldea, ahora todos sabían quienes eran, con unas muy grandes sonrisas los saludaron.
—Hola Rey Simba, hola Reina Nala—saludaron la mayoría de los habitantes.
Ambos reyes solo saludaron sonrientes, dando la mejor impresión de ellos. Era evidente que todos los conocían, sin embargo, por las noticias recibidas recientemente les daba miedo tratar con ellos, por temor a tener futuros problemas con Esgath y sus hienas, sin embargo, ahora que todos sabían que el rey Barack les prestaría su ayuda ya no temen, todos saben que todos los leones que protegen el lugar son tan peligrosos como un grupo de 15 de hienas. El joven león, que los recibió al principio se encontró con ellos y les pidió que lo siguieran, ellos sin pensarlo mucho lo siguieron. El joven los llevó a una cueva bastante grande, al lado de ella había un manantial.
Esta cueva es para las visitas, mientras estén aquí será de ustedes—dijo el joven.
—Agradecemos toda su amabilidad—mencionó Simba.
El león solo asintió y se fue caminando.
Simba miró a su esposa, ella hizo lo mismo y rápidamente se abrazaron muy amorosamente.
Lo logramos Simba —dijo Nala mientras lloraba.
— ¿Por qué lloras?—preguntó algo preocupado Simba.
—Porque estamos solo a un paso para salvar a Kiara—respondió Nala.
Luego se separaron y ambos se quedaron viendo a los ojos, llevaban mucho tiempo sin prestarse atención.
Te amo —se dijeron ambos antes de sumergirse en un beso amoroso.
Sentían tanto amor el uno por el otro, este acto lo demostró, ya que los dos notaron que ninguno se sentía incómodo. Los dos necesitaban demostrarse amor de vez en cuando, para nunca dudar de lo que siente el otro. Y la felicidad que sentían en este momento, ayudó para que el beso fuera mágico.
Por fin, después de mucho tiempo, sentían alivio, el solo pensar que pronto salvarán a Kiara, los llenaba de tanta paz y tranquilidad.
Pasó el día, estuvieron socializando con todos y escuchando historias sobre los soldados del rey, se enteraron de que los leones que los ayudaran son muy poderosos, todos el día tuvieron una sonrisa en sus bocas, todos los habitantes se sentían agusto con la presencia de los reyes. Les brindaron mucha comida a lo largo del día, después de muchos días por fin comieron algo que los dejó satisfechos realmente.
Al final del día, mientras los reyes de las praderas del centro iban hacia su cueva, el rey Barack se encontró con ellos.
— ¿Cómo saben que Esgath no ha asesinado a Kiara?—preguntó algo preocupado.
— Por qué es su única defensa contra nosotros, en caso de que regresemos a las praderas, él amenazará con que matará a Kiara si nos acercamos—reapondió Nala muy segura.
—Espero que estén en lo correcto—mencinó el rey antes de alejarse hacia el centro de la aldea.
Simba y Nala se voltearon a ver y con una sonrisa se fueron hacia su cueva, necesitaban descansar, pues sería la primera noche desde que escaparon de las praderas en la que podrían dormir sin temer de ser asesinados mientras duermen.
Mientras transcurría el día, ellos se bañaron, sus pelajes estaban relucientes. El color crema de Nala se veía con belleza y el color anaranjado de Simba recuperó su color natural. Ambos se sentían muy limpios.
Una vez que llegaron al la cueva, se recostaron en el suelo, ambos soltaron un suspiro, en señal de que sentían paz.
— Descansa Nala—mencionó Simba observando el cielo de la cueva.
—Descansa Simba—respondió Nala observando fuera de la cueva.
En un rápido movimiento, los dos se voltearon a ver, cada uno tenía una mirada de esperanza. Dejaron ese corto lapso de tiempo para mirarse, el momento lo merecía, Nala le regaló su encantadora sonrisa a Simba, aquella que desde que la conoce lo ha enamorado cada vez que la ve.
Te amo—dijo Simba mientras acariciaba la mejilla de su esposa.
—Yo también te amo —respondió Nala devolviéndole el acto.
Ambos se quedaron abrazados, necesitaban descansar, sin demorar demasiado, se quedaron dormidos.
El plan inicial es que descansen en ese lugar unos días, para después viajar de nuevo a las praderas para por fin enfrentar a Esgath, recuperar las praderas y salvar a Kiara.
Tienen que ser muy sigilosos cuando lleguen a las praderas, tienen que atacar sin ser vistos, pues si Esgath nota su presencia, la vida de Kiara podría peligrar.

El Rey León 3: La Historia de NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora