Capítulo 8

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Era una noche fría, los reyes de la Roca del Rey estaban recorriendo las praderas buscando sobrevivir a un enorme grupo de hienas los cuales estaban dispuestos a quitarles la vida si ellos se lo permitían, las heridas de sus patas eran tan dolorosas que hacían más lento su paso. Nala estaba demasiado exaltada, Simba notaba esto mientras intentaba no caer del cansancio, realmente le preocupaba la salud de su esposa.
El terreno provocaba que cada pasó fuera realmente doloroso, era rocoso, Nala volteó a ver hacia atrás aún con la boca abierta, las hienas estaban muy cerca, estaban por alcanzarlos.
Nos... alcanzarán—dijo Nala mientras seguía corriendo
Solo sigue corriendo....solo... Sigue corriendo —dijo Simba
Estaban apunto de entrar a un gran bosque, este estaba justo antes de entrar a los límites de las praderas. Como muchos otros bosques, este lugar les serviría para esconderse el tiempo suficiente para dormir antes de que las patrullas de hienas los encontraran.
Sin basilar, entraron de forma velóz a las profundidades del bosque.
Las hienas intentaban seguir su paso, pero mientras más se adentraban al bosques, más era dificil seguirles el pasó, fue hasta que no pudieron alcanzarlos que decidieron regresar, en la mañana enviarán a dos patrullas de hienas, se dividirán en pequeños grupos para evitar que los leones logren salir vivos.
En las profundidades del bosque, ellos lograron encontrar una abertura en una montaña lo suficientemente grande para poder caber los dos.
Simba guío a Nala mientras entraban en la cueva, milagrosamente era un lugar cómodo para dormir.
Nala estaba jadeando del cansancio de la corrida, ella gimió por el dolor de una herida de sus patas, soltó un suspiro. Simba la observaba, sabía perfectamente que pronto no se vería tan bien como ahora, una vez que recuerde a Kiara, no podrá contener las lágrimas, él la conoce, más de lo que ella cree, desde que nació Kiara, ha sido lo que más ama. Esto ponía felíz a Simba, antes de que ella fuera su reina, incluso antes, cuando eran cachorros, Simba creía que Nala no tenía la capacidad de amar tanto como ama a Kiara, aquello lo tranquilizaba mucho, pero ahora Kiara está en peligro, Simba la ama demasiado, tanto como Nala, pero no lo demuestra con lágrimas.
Efectivamente, Nala se quebró en lágrimas, ella se acercó a Simba, él la abrazó, intentando consolarla, ella estrujó fuerte a Simba.
Simba tienen a Kiara —dijo ella entre sollozos.
Ver así a quien tanto ama le dolía tanto como pensar en lo que le pasó a Kiara.
Encontraremos la manera de rescatar a Kiara —susurró Simba intentando consolar a Nala, ella levantó la mirada.
El frío de la noche comenzó a sentirse, en medio de la madrugada, Simba no podía dormir por pensar en Kiara, cuando se despertó vio que Nala estaba tiritando por el frío, para ayudarla la abrazó y la colocó en su pecho mientras él vigilaba la entrada.
Ver a Nala de esa forma, le era muy doloroso, parecía una cachorra indefensa, esto siempre sucede cuando Kiara está en peligro, toda su fuerza se esfuma.
Simba soltó un suspiro pesado, la repentina pelea contra ese líder de las hienas le hizo recordar que nunca se está a salvo, en serio se sentía muy culpable por no lograr impedir que Kiara quedara en manos de las hienas. Estaba muy enojado, sin embargo, se dijo a si mismo que enojarse no resolvería nada, solo le sería más difícil, ahora su preocupación es que Nala se recupere de esto, está seguro que mientras no rescaten a Kiara, Nala no será la misma.
Sintió como Nala estaba temblando, intentó cubrirla con su melena, parecía haber funcionando, nuevamente soltó un suspiro.
Nala estaba llorando, de esto se enteró cuando observó que su pelaje estaba algo húmedo, levantó suavemente su rostro, sí, estaba llorando mientras dormía, le dolía mucho a Simba ver qué ni siquiera dormida puede evitar sufrir.
Sus pensamientos lo estaban matando, debía pensar en una forma de rescatar a Kiara, en primer lugar no perder la esperanza, su líder no parecía tener planeado matarla, pero ¿Cómo podría estar seguro? Después de asesinó a toda su manada, no sabía si Kovu y su grupo habían escapado de las hienas, era un ejército enorme, eran miles de hienas, literalmente.
Simba creyó que al expulsar a las hienas de Scar, jamás las volverían a ver, sin embargo, este no fue el caso.
Después de pensarlo por un momento, al recordar una vez más el rostro de esa hiena, vio la misma maldad de Scar, era como si fuera Scar dentro del cuerpo de una hiena, esto le dió un escalofrío en todo el cuerpo.
Si de alguna lograba poder dormir, en la mañana lo primero que haría después de despertar sería ver si las afueras están libres para seguir alejandose de la cueva.
Él volteó a ver hacia abajo, observó a la leona que tanto ama desde que es un cachorro, con una pata acarició la cabeza de Nala suavemente.
—No te preocupes Nala, haré lo que sea para recuperar a Kiara —pensó Simba.
Empezó a sentir pesados los ojos, era una buena señal, significaba que podría dormir, de esa forma tendría la energía suficiente para ayudar a Nala al día siguiente. Poco después cerró los ojos y los sonidos de los grillos y el movimiento de las hojas de los árboles lo hicieron más fácil.
—Esperanos Kiara, te salvaremos —fue lo último que se dijo Simba a si mismo antes de quedarse dormido.

El Rey León 3: La Historia de NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora