Capítulo 23

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Esgath entró en una crisis, a pesar de que el día anterior estaba seguro de lo que sentía, pero ahora, no sabe qué debe hacer, aquel sentimiento que por tantos años mantuvo claro su objetivo simplemente desapareció, Esgath gracias a Kiara logró entender que los leones también pueden sentir el mismo dolor que sienten las hienas.
Ese sentimiento de venganza y odio se desvaneció, después de reflexionar demasiado, se enteró de que su corazón sigue ahí, palpitando, evitando que sea alguien insensible.
Kiara fue la luz que logró iluminar su mente y su corazón, aquel momento en que ella confesó que estaba embarazada, Esgath recordó a su madre, las memorias de su pasado casi habían sido borradas, cuando era pequeño, juró vengar a sus padres, sin embargo, recordó que aquellos leones, estaban asustados, pues reconocían a sus padres, quienes en algún momento asesinaron a su hijo, pero eso fue por conseguir comida.
Ahora que sabe que todo lo que ha hecho en su vida, no ha sido capaz de sanar la herida de la pérdida de sus padres, su deseo de venganza. Se dio cuenta de que intentando vengar a sus padres matando leones lo único que ha logrado es convertirlo en un monstruo. Cada cierto tiempo, tenía cortas conversaciones con Kiara, en las que ella le explicaba tantas cosas que aprendió mientras crecía, en un claro intento por cambiar su forma de ver las cosas, era impresionante como sus palabras realmente lo afectaban, entonces, se comportaba indiferente y grosero con ella, para ocultarlo. Es ahora cuando logra comprender con claridad todo lo que ella decía, sobre el ciclo de la vida, la paz con la que todas las especies podrían vivir.
Todo lo que ha hecho en su vida solo ha logrado que viva con dolor, creyendo ciegamente que la muerte de todos los leones logrará borrar lo que siente. Es ahora, cuando sabe más que nunca lo que debe hacer.

Esgath se levantó,  se dirigió hacia cueva, Kiara estaba echada junto a otras cuatro hienas.
Pueden retirarse, tengo que hablar con ella —dijo él con un tono de enojo muy notorio.

Kiara levantó la vista, algo preocupada.
Las hienas se fueron.
Esgath se acercó a Kiara, con esa aura tan intimidante de siempre, le daba curiosidad a la leona por saber que tenía que decir esta vez.
Esgath se agachó hasta estar frente a ella.
Voy a sacarte de aquí —dijo él de la nada.
No estaba segura de lo que había escuchado, ¿acoso el dijo que la sacaría de aquí?.
¿Qué? —preguntó ella incrédula.
—Lo que escuchaste voy a sacarte de aquí —repitió él.
—Te escuché pero la verdadera pregunta es... ¿Por qué? —pregunto ella.
—Por que tú me enseñaste que si vivo toda mi vida con venganza, nunca voy a curar la herida de la pérdida de mis padres —respondio él.
— ¿Qué hay de tu plan de exterminar a todos los leones del mundo? —preguntó.
—Lo confieso, nunca perdonaré a tu especie por quitarme a mis padres, pero no seguiré persiguiendo una meta absurda de venganza, y es gracias a ti que pude entender que la venganza jamás me traerá algo bueno —explicó la hiena.
—Esto me sorprende, ¿Cómo se que no me estás mintiendo? —preguntó ella.
Por que jamás me molestaría en hablarte si no quisiera hacerlo respondió Esgath.

Kiara asintió, y se levantó. Se quedó frente a él esperando a que siguiera hablando.
Kiara aún no entendía el porqué del repentino cambio de parecer de Edgath, ahora lo único que podía hacer era creer en él, no se le ha presentado una oportunidad como esa en mucho tiempo.
Ahora vámonos —dijo él empezando a caminar. Ella lo siguió.
Sin embargo, la salida de Kiara fue interrumpida por algo en lo que no pensó Esgath.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Shenzi.
No podía creer la mala suerte que tenía.
—No te entrometas, la dejaré ir, no la necesito más —dijo él dispuesto a seguir, sin embargo, ella se puso frente a él.
—La necesitamos, si Simba y Nala regresan ella será la clave de nuestra supervivencia —dijo ella enojandose.
—Apartate —dijo él.
—No dejaré que te la lleves —respondió ella—¡traidor! —gritó.
Shenzi se fue de la cueva, ella no lo quería creer, pero él parecía estar decidido, perder a Kiara sería perder la seguridad de todos, no lo puede permitir.
Esgath no sabía que planeaba, pero ahora no la puede detener.

Hienas, les vengo a informar que hemos sido traicionados por nuestro líder, así que de ahora en adelante yo estaré al mando —dijo ella.
Se empezaron a escuchar los murmuros de todas las hienas.
Todas las hienas estaban extrañadas, no podían creer lo que ella estaba diciendo, pero al recordar que ella se mantenía bastante con él, terminaron creyéndole.
Edgath apretó los dientes, todo se había puesto en su contra, sin embargo, no podía quedarse ahí parado, tenía que sacar a Kiara de ese lugar, si no jamás podrá volver a estar en paz.
Vamos Kiara —dijo muy asustado empezando a correr.

Kiara intentó seguirlo, pero fue detenida por varias hienas, al igual que a Esgath, ella intentó liberarse de ellas, pero igual que siempre, el número le ganó a la fuerza.
Llevaron a ambos a la cueva.

Quiero que vigilen a ambos, no los pierdan de vista ni un segundo —ordenó Shenzi.
Varias hienas se quedaron allí, observando con detenimiento.

Shenzi se acercó a Edgath.
Yo no quería hacer esto, lo sabes—ella bajo la vista— no puedo creerte, te llegué a tener aprecio, te quería, incluso... Quería que fuéramos algo más que simples compañeros, algo más que solo amigos —dijo Shenzi con los ojos llorosos.
Luego se levantó y caminó hacia afuera.
Si prefieres morir junto a Kiara, es tu problema —dijo antes de salir.
Esgath se sorprendió mucho de la clara confesión de Shenzi, lo hizo sentir mal, muy mal, de hecho, pero ella no podía estar con él, no si ella quería seguir queriendo venganza.

Pasaron las horas, Kiara ya estaba acostumbrada a estar bajo vigilancia y sin la libertad de salir, pero no creía que Esgath se pondría tan ansioso, caminaba de un lado a otro, las hienas que los vigilaban lo observaban con detenimiento, listas por si intentaba escapar.

Parece que nunca habías vivido algo como esto —mencionó Kiara.
—No me ayudas, ¿Sabes? —dijo él enojado.
Kiara solo soltó una pequeña risa y volteó la vista.
Esgath se acercó a Kiara y le susurró al oído.
No te preocupes, aún hay hienas que son fieles a mí, ellas nos ayudarán a salir de aquí —dijo Esgath.
— ¿Pero como lograrás hablar con ellas, sería muy sospechoso si les hablas desde aquí? —preguntó ella.
—No necesito hablarles desde aquí, las hienas cambian de turno cada media hora, esas hiena de las que te hablo, vendrán aquí en cualquier momento —dijo él.
—Espero que tengas razón —dijo ella.

Desde esa última conversación, pasaron unos 5 minutos.
Lamento mucho lo que te hice a ti y a tus amigos —dijo él arrepentido.
—Está bien, no tenías la culpa de tener ese sueño de venganza, pero me alegra que hayas entendido —respondió ella.
Esgath volteó hacia ella, le dio una sonrisa, fue la más sincera que Kiara había visto desde hace mucho tiempo.

No sé si esto te ayude en algo, pero tengo que decirlo —mencionó él.
Ella lo volteó a ver, preguntándose de qué se trataba.
Una de tus amigas, creo que se llamaba Vitani, está viva —dijo él.
Kiara abrió los ojos como platos, esas palabras la golpearon fuertemente, en verdad creía que había muerto en la batalla
— ¿Está viva? ¿Cómo lo sabes? ¿Donde está? —preguntó ella emocionada.
—Hace días, recibí informes de que estaba siguiendo el rastro de su hermano, Kovu —dijo él, —no creí que ella fuera importante en ese momento, así que no está en peligro.
—Que bien—dijo Kiara muy feliz.
—Ella encontrará a su hermano en cualquier momento —mencionó Esgath.
—No conocía este lado tuyo —dijo Kiara sonriendo.
Él volteó hacia ella, extrañado por sus palabras.
— ¿A qué te refieres? —preguntó él.
—Eres tranquilo, amable, y gentil, en verdad creía que eras alguien horrible, sin ofender —respondió ella.
—Espero jamás tener que volver a esconder mi verdadera personalidad —dijo él.
—Gracias —dijo ella.
— ¿Por qué? —preguntó él.
—Por ayudarme —respondió ella.
—Por nada —dijo él sonriendo de nuevo.
Ella se acercó a él, el corazón de Esgath se agitó, nunca había tenido a una hembra tan cerca.
Kiara lo abrazó, era extraño, llevaba años sin sentir eso, era muy reconfortante, él solo correspondió al abrazo. Sintió, como si estuviera abrazando a su madre.

El Rey León 3: La Historia de NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora