Destinados por la muerte #3 [✔️]

28. Nunca murió

Zaek

Giselle y yo cruzamos la puerta portal y aparecemos en media sala del departamento, la desesperación es incluso muy palpable en estos momentos.

Rachell aparece a los pocos segundos, corre a la puerta del departamento y la atraviesa para ir en busca de Cristina. Ariadne se aparta el dedo pulgar de su boca, ya que al parecer se estaba mordiendo las cutículas y levanta la mirada del suelo para observarme.

—¡¿Qué está ocurriendo?! —se pone de pie y me mira asustada —¿Qué te pasa? ¿Por qué el miedo que te invade es tan fuerte? ¡QUIERO LLORAR Y NO SÉ CUAL ES EL MOTIVO!

Kenneth sale de la cocina con un vaso de agua en la mano.

—Tessabeth se llevó a Zahiel —informo rápidamente.

Kenneth deja caer el vaso y este impacta contra el suelo en miles de pedazos. El agua se esparce por todos lados y Ariadne se lleva las manos a la boca.

—¿Esa víbora no estaba muerta? —indaga el rubio y se acerca esquivando los vidrios hasta quedar frente a nosotros —¿Qué mierda está ocurriendo? ¿Volvió de la muerte?

—Nunca murió —informa Giselle y se limpia las lágrimas —El señor Muerte nos mintió.

—Díganme que no es verdad lo que Rachell me acaba de decir —Cristina entra al departamento con el rostro angustiado y detrás de ella Rachell luciendo de la misma manera.

Aunque volvió a ser un espíritu común, Rachell puede ser vista por Cristina ya que ella heredó aquel don por parte de su abuela.

Si Kenneth y Giselle no fueran ahora mitad espíritus de muerte igual podrían ver a Rachell ya que también poseían ese don.

—Tenemos que encontrar a nuestro padre y rápido —le digo Ariadne —Cada segundo que perdemos aquí, podrá ser un peligro para mi hijo.

—Iré con ustedes —se apresura a decir Cristina —Me pondré ropa más adecuada.

No me da chance de responder ya que sale del departamento. Es sábado por lo tanto se encontraba en ropa de casa, igual que Ariadne y Kenneth.

—Yo también voy —se une Kenneth —¿Alguien más sabe de esto?

—Solo nosotros cinco y Cristina, no queremos que todos entren en pánico. Suficiente es la agonía que estamos pasando Zaek y yo —responde Giselle.

—Bien, entonces Kenneth ve a cambiarte rápido y yo haré lo mismo —Ariadne lo señala y este asiente. Pasa corriendo por mi lado y va a su departamento —Sé dónde encontrar a nuestro padre —me dice con seguridad antes de correr por el pasillo a su habitación.

Rachell se queda quieta en su lugar junto a mí y Giselle camina hasta el sofá y se sienta llevando las manos a su rostro. Yo me quedo viéndola, estoy seguro de que no quiere decir o escuchar algo en estos momentos.

No pasan ni dos minutos cuando Cristina aparece de nuevo vistiendo ropa más adecuada y botas de cuero altas de calzado.

Kenneth viene detrás de ella acomodándose la chaqueta y Ariadne aparece por el pasillo de las habitaciones vistiendo como siempre, toda de negro.

—Andando —dice mi hermana y le seguimos el paso.

Kenneth crea una burbuja magnética y encierra a Cristina en ella para que cruce el portal y yo soy el último en hacerlo, cerrando la puerta detrás de mí.

Aparecemos en una oficina en la que jamás había estado. Mi padre se encuentra detrás del escritorio firmando unos documentos. Cuando nota nuestra presencia sube la mirada y nos observa a todos con atención.