04. El inicio de un fin

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Giselle

—Mamá ¿Todo en orden?

Me inclino en el sofá donde con mucho esfuerzo los hermanos Ryder se encargaron de acostar a mi madre.

—Ay, Giselle —susurra llevando una mano a su frente —Tuve un sueño tan extraño... Estabas allí —dice y señala a Zaek que se encuentra a mi lado —Tú también, Ezequiel, y luego anunciaron que se iban a casar y...

Le extiendo mi mano izquierda para que se siente en el sofá y su boca se abre en una perfecta O al ver el anillo.

—Suegra, no fue un sueño, usted se desmayó.

Mi madre se mantiene en silencio. Nos mira a los dos y palmea con sus manos ambos lados del sofá para que nos sentemos junto a ella.

Zaek en la izquierda, yo a la derecha.

—¿Qué está ocurriendo? ¿Acaso estás embarazada?

Trago el nudo en mi garganta. Zaek por su parte se ríe por lo bajo ante la sola idea de eso.

—No, Giselle no está embarazada.

El alivio surca sus facciones ante esa respuesta. Mi madre deja salir aire por su boca y pone una mano en mi hombro.

Muerdo mi labio inferior y juego con el anillo en mi dedo. Veo que Cristina entra en la estancia y pasa frente a nosotros con dirección a la cocina.

—Mamá —digo poniéndome de pie —Te traeré un vaso de agua.

No espero respuesta, solo sigo a Cristina con rapidez.

Al entrar veo a la rubia sirviendo agua en dos vasos de cristales y cuando me ve detrás de ella arquea una ceja.

—¿Las conseguiste? —pregunto.

—Sí, las dejé en tu habitación —responde y se acerca lo suficiente para poder mirarme con atención —¿Acaso crees que estás...?

—No lo sé, por eso necesito sacarme la duda.

—Creí que Zaek no podía...

—¿Qué cosa no puedo? —pregunta Zaek, adentrándose a la cocina.

Miro a Cristina con los ojos muy abiertos y formulo un: —No lo digas.

—Estamos hablando de ti, pero no contigo. Que entrometido eres, quítate del camino.

Sostiene bien los dos vasos de cristales en sus manos para salir y dejarnos solos.

—¿Y ahora? —Zaek abre los ojos en sorpresa al no entender la actitud de Cristina.

—Está algo alterada por lo de Kenneth enfermo y eso, no le hagas caso.

Respondo con lo primero que se me ocurre, aunque después de todo no es mentira. La chica se ve muy preocupada por su hermano, puedo verlo en su cara.

Me giro para tomar un vaso de cristal de la alacena y me pongo de puntillas al no llegar. Estiro la mano lo más que puedo, pero mi estatura no me es de mucha ayuda.

Siento una mano de Zaek rodearme la cintura y veo la otra estirarse a la alacena y tomar un vaso de cristal con facilidad. Me sonríe con burla cuando me lo entrega.

—Gracias —susurro.

—De nada, amor —deja un beso en mi frente y cierro mis ojos disfrutando de su toque —Volveré a la sala con tu madre, creo que ya está más tranquila.

—Espera, llévale esto —me apresuro a verter un poco de agua del grifo en el vaso y se lo entrego a Zaek —Necesito ir al baño, no demoro.

—Listo —asiente y sale en dirección a la sala mientras yo dirijo mis pasos a las escaleras a toda prisa para ir a mi habitación.

Destinados por la muerte #3 [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora