Destinados por la muerte #3 [✔️]

06. Sentimientos y emociones

Zaek

Sostengo las mangas de mi maleta y observo todo el lugar buscando aquel cabello rubio perteneciente a Cristina Andersson.

Doy un par de pasos adentrándome un poco más a la biblioteca y recorro el recinto en silencio, es el cuarto lugar de la universidad donde me encuentro buscándola, si no está aquí entonces me doy por vencido.

Mi esperanza aparece cuándo la veo sentada en una esquina de la sala de lectura. Sostiene en sus manos un enorme libro y luce demasiado concentrada con lo que sea que esté leyendo. Lleva un vestido rosa de encaje y sus pies están calzados por un par de tacones del mismo color.

Al llegar a su mesa apoyo mis manos en la misma e inclino mi rostro para que note mi presencia.

—¿Dónde está tu celular? Te he dejado ciento de mensajes, Cristina.

—Lo sé, los he visto —responde sin alzar la mirada y pasa la página del libro.

Abro mi boca de manera sorprendida y me quito la maleta de la espalda para poder tomar asiento frente a ella.

—¡¿Y no pensabas responderme?!

—Shhh.

—A mí no me Shhh —la señalo.

—Zaek, estamos en una biblioteca y tengo un examen de química orgánica en dos días —dice bajando el libro y solo entonces me mira —Te iba a responder cuando llegara a casa. ¿Qué es lo que quieres?

—¿No que leíste los mensajes? —ironizo y me cruzo de brazos sobre la mesa. Ella rueda los ojos.

—Está bien, no los leí —susurra —Pero si te iba a responder cuando llegara a casa, ahora si me disculpas seguiré estudiando —sube el libro nuevamente para continuar leyendo, pero estiro mi mano hasta el mismo y lo bajo.

—Necesito tu ayuda, por favor, es importante.

Sus ojos me escanean y veo como suspira cerrando el libro de mala gana.

—Te escucho.

—El lunes...

—Hace dos días —enfatiza de mala gana.

—Sí, hace dos días —repito —Luego del anuncio cuando Giselle subió a su habitación para hacerse las estúpidas pruebas de embarazo que le compraste —Cristina hace una mueca, pero no dice nada —Mi padre habló con ella y le dijo muchas cosas y desde entonces mi cabeza empezó con ideas y teorías. He tratado de hablar con él, pero no se deja ver, no tengo idea de donde diablos está.

—¿Y yo que tengo que ver con eso? Tus problemas familiares no me son de interés y tampoco me enseñarán química orgánica, ya para.

Cristina abre el libro y yo se lo quito de las manos para dejarlo sobre mis piernas. Ella me mira mal.

—¡Dame eso!

—¿Podrías dejar de comportarte tan indiferente conmigo? ¿Qué te ocurre? ¿Dije o hice algo que te molestó?

Cristina se remueve incómoda en la silla y mira al techo unos segundos. La miro atento esperando una respuesta que no me da. Cuando baja la mirada niega.

—Lo siento, de verdad estoy estresada por este examen.

—¿De cuándo acá tú te estresas por un examen? Eres demasiado inteligente.

—Ya, mejor dime que ocurre y ¿por qué necesitas únicamente mi ayuda? —pregunta volviendo al tema inicial.

—Eres la única persona que me va a creer cuando le diga lo que creo que está pasando y también sé que me vas a ayudar porque esto incluye a tu hermano.