Capítulo 1

595 27 3
                                    

Mi mirada está fija en los trenes, no por que no quiera verla, sino que al escuchar su voz luego de varios años, ya no sé como reaccionar, ni moverme.

—Hija, ¿Eres tú? —pregunta de nuevo.

Mis manos sudan aunque la temperatura es demasiado baja, parpadeo un par de veces, aún no puedo creer que todo esto esté sucediendo.

A duras penas doy media vuelta solo para ver su rostro de nuevo, casi diez años sin verla, sin embargo sigue estando igual, con ropa tan refinada, un bolso costoso en su mano, calzando zapatos caros, sumado a su maquillaje elegante y peinado perfecto... era ella, aquí, ahora.

—Se equivocó de persona —digo antes de esquivar su cuerpo mientras me queda viendo sorprendida.

Sigo mi camino sin mirar atrás, mientras pienso en todo lo que está sucediendo, jamás imagine volver a ver a mi madre y menos de esta manera.

¿Cómo me reconoció? Ya han pasado varios años ¿Será que aún no me ha olvidado? ¿Porqué me habla como si nada hubiese sucedido? Hace mucho que no la veo...

Vuelvo al hospital, al instante voy a la habitación donde se encuentra mi padre, me siento en una de las sillas que están cerca al mismo tiempo en que medito lo que sucedió.

Tal vez sea un sueño, una pesadilla...

Cierro mis ojos, repitiendo una y otra vez "Solo estoy dormida, es un mal sueño, del que debo despertar" hasta quedar profundamente dormida.

—Keila... —escucho la voz del doctor que atiende a mi padre— tenemos buenas noticias para ti.

—¿Mi padre despertó? —Me levanto abruptamente, miro la camilla, pero todo sigue igual.

—No, aún no —baja sus ánimos, pero pronto vuelve a sonreírme con amabilidad—. Cómo sabes, eres menor de edad y, por las condiciones en las que está tu padre...

—Espere —Interrumpo—, usted dijo que eran buenas noticias.

—Sí, es que —sonríe—, por suerte, alguien vino a visitarte.

—¿Quién? Yo no tengo familia...

—Tienes una madre viva. —Aparece en la habitación una silueta femenina.

Mi corazón se acelera y se detiene al mismo tiempo, en cuanto la veo me pongo pálida, lo sé porque siento mi piel fría, muy fácil podrían confundirme con alguien muerto.

—Encontramos a tu madre —expresa el doctor con fervor—. Y por suerte vive aquí, en esta ciudad, por lo que podrás venir a visitar a tu padre cuando quieras.

—No te preocupes, hija, yo cubriré todas las cuentas del hospital y lo que te haga falta a ti.

Mis sentimientos, emociones y pensamientos están completamente confundidos, para muchos esto tal vez  sería algo bueno, pero... hace mucho que no la veo, y mis recuerdos de ella no son los más lindos, hace varios años que me dejo de importar su presencia.

Pero tampoco podría rechazar su ayuda, ¿de dónde sacaría yo dinero? No tengo empleo y dudo que me den alguno, además que ¿Cómo seguiría estudiando? Y necesito un lugar donde dormir y comer.

—Mucho gusto, Señora —Me levanto de la silla—. Y disculpe, pero no la reconocí ayer en la noche.

—Eso pensé...

—Hace tanto tiempo que quedé sin madre que había olvidado que seguía viva —confieso riendo con falsa inocencia—. Que bueno que esté ahora, conmigo, en un momento tan difícil.

—Sí, bueno, ya es hora de irnos —Agrando los ojos de la impresión, no me preparé mentalmente para esto—. Vivirás conmigo hasta que tu padre despierte.

—Que bien, es... emocionante... —rió nerviosa— ¿No existe la posibilidad de que vuelva a Inglaterra?

—No, cariño, olvídate de ese lugar, ahora estarás conmigo, no te hará falta nada, y jamás volverás con esa gente.

—¡Que bien...!

¡¿Que carajos dice?!

Trato de disimular mi paranoia, espero hacerlo bien, ¡¿A quién se le ocurre raptar a una chica de 16 años y obligarla a vivir en una ciudad, país y hasta continente distinto al que ha vivido toda su vida?! Solo a mi madre...

—Nos vamos de este hospital ahora mismo.

—Pero... —hablo rápido, solo me mira con cierto desagrado— ¿Ahora? Me gustaría quedarme unos momentos más con mi padre.

—Entre más pronto te adaptes a tu nueva realidad mejor, así que, vamos a casa.

¿Casa? Mi casa está a mil millones de kilómetros lejos de aquí, mi hogar, en donde crecí... ¿Adaptarme? Sé que es parte del ser humano y todo lo que está en la tierra, pero... aún así sigue siendo aterrador.

—Entiendo —afirmo sonriendo.

Ni siquiera pude agarrar nada de mi casa, traje conmigo solo la ropa que tenía puesta; caminamos hasta el estacionamiento sin decir ni una sola palabra, en cuanto entro al auto que nos llevará a casa me pongo a pensar sobre lo que me espera.

Nueva vida, nuevo mundo, de nuevo todo...

—¿Y qué pasará con mi escuela? —pregunto un poco angustiada.

—Por supuesto ya no vas a ir allá, en cuanto terminen las vacaciones te incluirás a una escuela pública, espero no te moleste ir a una pública.

—Creo que es mejor, además que no importa donde estudie, lo importante es aprender lo más que pueda ¿No?

—Supongo —responde Liarla sin interés—, por lo que sé te gusta la escuela, ojalá que las escuelas americanas también te gusten.

—Bueno, por lo que sé el sistema educativo de Estados Unidos no es el mismo que en todo el continente —por alguna razón me queda viendo seria, así que no me queda más que sonreír con nerviosismo—, pero supongo que habla solo del país...

—Espero también te gusten los deportes o por lo menos seas atlética.

—Pues más o menos... —digo tímida, aunque tal vez ella si esté de acuerdo con que practique ballet— En realidad...

—Perfecto —interrumpe—, te añadí al equipo de porristas.

—¡¿Que... —respiro hondo— ...genial!!

Hace unos años hacía burlas sobre porristas ¿y ahora seré una?

—Supe que te encantaría —solo observa su celular—. De ahora en adelante tu vida será otra.

—Sin duda...

¡¿Cómo llegué hasta aquí?!

Finalmente un destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora