Habían pasado un par de días desde el "incidente" de mi madre, ahora estoy en la clase de ballet, donde doy mi mayor esfuerzo, pero las expectativas son para un medallista olímpico asiático.
—Lo siento —exclamo cansada—, Profesora, últimamente...
—Haz estado comiendo de más —escupe las palabras sin remordimiento.
—¿Disculpe, qué?
—Si realmente te interesará el ballet y tuvieses respeto, no estarías tan desalineada.
—No tiene derecho a hablar sobre mí de esa manera.
—Lo digo como un consejo, querida, tienes una cara linda, pero tu cuerpo debes cuidarlo como un templo.
Usted debería cuidar su cerebro, parece que se averió ¡O su boca! En lugar de voz salen sapos y culebras.
—Haré un esfuerzo por mejorar.
Se va sin decir nada más, pero con mil miradas de mal juicio, no era la primera vez que me decían ese tipo de "comentarios". Últimamente he estado muy apresurada, revisando demasiadas cosas que no doy abasto, y aunque tengo días libres, sigo pensando en todo.
Salgo sumamente indignada de este lugar, de la gente que me rodea, de este mundo patético. De repente recibo una llamada de mi celular rosa, rápido atiendo.
Al parecer tengo aún más trabajo, pero si quiera la paga será buena, estoy justo terminando la llamada cuando una motocicleta casi me pasa encima.
—¡Fíjate, idiota!
—Lo siento —dice una voz más que conocida—, ¿Estás bien?
—No, ¿Harás algo al respecto?
—¿Te sientes bien? —pregunta poco convencido.
—¡¿Acaso te importa?!
—Si —Se quita el casco—, me importa.
—Te importa porque... "A lo que le tomo importancia me ayudará a mejorar en mis movimientos de artes marciales". Tu y el mundo entero pueden irse al carajo.
—Ey, ey, ey... —me sujeta del brazo— No vamos a practicar nada.
—¿Porqué carajos estás aquí? ¿No se supone ya acabe clases contigo?
—No vengo como tu instructor.
—¿Vienes a cobrar tu apoyo? Puedo pagarlo, no quiero deudas.
—Keila —nuestras miradas se entrelazan tiernamente—, me importas.
—Tu no me importas.
—Ni siquiera lo pregunté.
—Ryan, estoy cansada —confieso abatida.
—¿Y piensas que podrás descansar en el lugar del que siempre te quejas?
Es verdad, siempre me estoy quejando de estar en cualquier lugar, mucho más tratándose de la casa de mi madre, donde hasta las paredes tienen ojos para juzgarme y los espejos me gritan mis peores verdades y falsas realidades.
Sin esfuerzos niego con la cabeza, me pongo el casco para subir a la motocicleta, no se si fue el agotamiento, o es que el camino me pareció corto.
—Te traeré un té —habla Ryan estando en casa—, te ayudará a relajarte.
Ryan se va a la cocina mientras yo voy hacia su patio trasero, cuando a mi memoria viene aquel dato que en alguna ocasión leí, donde decía que practicar algún deporte o actividad favorita te ayudaba a tranquilizarte.
Primera posición, segunda posición, tercera, cuarta, quinta y me pongo a danzar libremente, todo iba normal hasta que di el tercer giro, me sentí mareada levemente, pero no le tomé importancia.
Vuelvo a dar un giro más, saltos, vueltas, movimientos míos, pasos prohibidos, doy algunos muy básicos y conocidos, pero al dar una vuelta más tropiezo; reaccionó al instante evitando caer bruscamente.
—¡Keila! —grita la voz de Ryan.
—¿Tu que haces aquí? —digo desconcertada mientras me ayuda a estar de pie nuevamente.
—Te dije que solo iría por el té.
—Cierto —digo parpadeando un par de veces.
—¿Te encuentras bien?
—Siempre doy esos giros —balbuceo mirándolo a los ojos—, nunca tropiezo.
—Lo sé, eres buena.
—¡No, es que no lo entiendes! —grito frustrada— ¡Siempre doy esos giros! ¡Cualquiera tropieza, yo no! Yo...
Empiezo a sentir náuseas, escucho la voz de Ryan a lo lejos decir mi nombre, parpadeo varias veces intentando volver a la normalidad, pero de un momento a otro mi mente oscurece.
Abro los ojos con delicadeza, siento los párpados pesados, tengo la vista fija al techo y la mente en blanco, pronto entra en mi campo visual la silueta de Ryan.
—Keila —me habla con voz pasiva—, ¿Como estás?
No doy respuesta alguna, lo cual le causa un poco de preocupación, noto su respiración inquieta y nerviosa por lo que volteó a verlo.
—Estoy bien —digo en voz baja, pero audible.
—Ok —muestra una sonrisa tímida—, te desmayaste hace un minuto.
—¿Solo un minuto?
—Aproximadamente, aunque parecía una eternidad.
—Espero no hayas llamado a emergencias.
—Estaba a punto de hacerlo.
—Lo normal es tardar 1 minuto desvanecido.
—¿Sabes porque te desmayaste? Pocos segundos antes te sentías mal.
—No me sentía mal, solo estaba con un poco de náuseas.
—Y te mareaste al dar esos giros.
—¿Que tratas de decirme?
—Solo son síntomas comunes en...
—¡No estoy embarazada! —me levanto bruscamente causando un leve mareo.
Ryan no tarda en reaccionar para sujetarme por la cintura, respiro profundo antes de mirarlo con una mirada sería, pongo mi mano cerca de la sien.
—Tal vez sea algo serio —expresa con inquietud.
—O tal vez sea porque no he comido.
—¿No haz comido? ¿Cuándo fue la última vez que ingeriste algo?
—No lo sé, no es como si estuviera al pendiente de eso.
—¿Te estás escuchando?
—Oye, estoy bien —digo riendo—. Ni siquiera tienes que preocuparte por mí.
—Pero me preocupo.
—No tienes que ponerte así —me alejo un poco—, no es para tanto.
—Keila, es en serio —su mirada demuestra todo—. Vamos a la cocina, debes comer algo.
—No es necesario. —me alejo un poco.
—Dime que no es necesario cuando tu vida no esté en riesgo.
Su semblante es serio.
¿Mi vida en riesgo? ¿Él está exagerando o... yo estoy tomando muy poca importancia?
![](https://img.wattpad.com/cover/209427844-288-k95776.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Finalmente un destino
Teen FictionKeila tenía una vida feliz a lado de su padre, pero ahora es tiempo de estar con su madre, una mujer famosa y adinerada; su vida tendrá muchos cambios... ¿Su destino?