No sé cuánto tiempo después me encuentro frente al edificio. Me limpio las lágrimas que no me dejan ver bien. Han cubierto el cristal que rompí con un simple cartón, serán cutres. El corazón me palpita en los oídos como si la cabeza fuera a explotarme en cualquier momento y tardo más de lo normal en subir las escaleras. No tendría que haber bebido tanto.
Al tercer golpe de mis nudillos sanos, la puerta se abre con un chirrido. Sus ojos oscuros se clavan en mí tras sus feas gafas, pero las palabras de Hannah siguen retumbando dentro de mí y casi ni me acuerdo de que él y yo habíamos peleado. Por Hannah, siempre es su culpa.
—¿Te han llegado los papeles de la academia?
—¿Qué te ha pasado?
Hannah. Siempre Hannah.
—Pasa —se hace a un lado cuando no le contesto. El suelo se siente más caliente bajo mis pies descalzos al haber perdido el tacón de Zenda cuando entro en la habitación de Karîm y Abdel. El segundo no está.
Todo está limpio y ordenado. Puto rey del orden.
—Sabes que son las siete de la mañana, ¿verdad? —pregunta y yo asiento. Ambos sabemos que no es verdad—. ¿Has dormido? ¿comido?
¿Por qué se ha puesto así por lo mío con Tabone? ¿desde cuándo le importo? Si hasta me ha lanzado un puto zapato. Se ha peleado con su nuevo novio y ahora lo quiere pagar conmigo, como siempre.
—¿Nayla? ¿me estás escuchando...? Déjate de pataletas infantiles, ¿estás bien?
—Solo dame lo que te han enviado.
Resopla y al final coge varias hojas de su escritorio. Entonces noto que hasta ese momento había estado aguantando la respiración. Joder, es verdad, envió la solicitud y me la han aceptado, Tabone no me ha mentido. Por fin me sale algo bien.
—Lo que hiciste el otro día fue una irresponsabilidad —comenta, mirando mi mano de la venda sucia.
Siempre hago gilipolleces, Karîm, ¿aún no te has dado cuenta? Fíjate que hasta me pareció buena idea venir a vivir con Hannah. Bueno, era mejor que quedarme en Whitehall tras la muer- el asesinato de papá, pero... pero no tengo que sentir lástima por abandonarla ahora. Siento que me consume, que tengo que salir de aquí.
—¿No vas a decir nada? Me contó Zenda cómo te encontró a la mañana siguiente. No puedes seguir así, Nayla, ya tienes una edad.
Ni siquiera le contesto, tengo suficiente dosis de peleas para todo el mes. Solo quiero largarme a la academia de una vez para olvidarme por un tiempo de todo y centrarme en el fútbol.
Suspira y me da las hojas.
Pero es que Hannah me quería cuidar... ella, ¿ella alejó a papá? ¿entonces por qué acabé con él? ¿porque no quería que acabara como ella? Joder, ¿entonces por qué aceptó que me fuera a vivir con ella de nuevo si ahora me... me odia? ¿por qué dice que la estoy abandonando? Porque soy lo único que le queda de papá, supongo, ¿pero por qué dice que papá la abandonó? Él nunca haría algo así, ¿no fue ella la que se fue? Él solo me decía que mi madre no podía cuidarme, nos abandonó ella a nosotros, ¿no? Joder, ¿por qué nunca le pregunté a papá más sobre esto? ¿por qu-
—Rellené la solicitud y la envié, esa es una copia de tu inscripción —la voz de Karîm me devuelve a su habitación.
Se ha sentado en su silla del escritorio y señala el primero de los papeles que tengo en mis manos. Ah, pues sí, está escrito. Sacudo la cabeza, el presente, Nayla. Leo con atención todo el documento y me río sin gracia al ver mi nombre:
ESTÁS LEYENDO
La chica del fútbol
Teen FictionMe llamo Nayla, tengo 17 años, y mi hobby favorito es meterme en problemas. Por algo soy la mano derecha del capo italiano de turno, El Jefe. Él fue quien prometió cumplir mi sueño de dedicarme al fútbol a cambio de un pequeño trabajito. Y yo, por...