Hoy estoy contenta, a pesar de que Christian ha vuelto a faltar al repaso de matemáticas y me ignora tanto como los primeros días después de nuestra pelea del martes antes del entrenamiento. Se ha pasado el miércoles y hoy enteros con Zahara.
Sin embargo, sigo mejorando en el fútbol y por primera vez en mucho he superado los 55 kilos de peso.
Además, Margot me acaba de contar que la pelirroja está rallada porque Christian evita el tema cada vez que ella intenta decirle que le gustaría que fueran algo más.
Y lo más importante de todo: hoy toca de nuevo excursión a Barracas. Me acabo de enterar al seguir a Milo a su habitación porque me ha dirigido la palabra, también por primera vez desde el martes, al salir de cenar. Iba a mandarlo a la mierda, pero nunca lo había visto tan serio, así que le he hecho caso cuando me ha pedido que fuera con él.
Al llegar, me ha dado una nota y se ha alejado al momento como si aún tuviese miedo de que fuera a pegarle.
"Once, Il Paradiso. Irán a recogerles."
Así que eso, excursión a Barracas.
—¿Le dijiste lo mío?
Dejo de releer la nota y le miro al escuchar su voz temblorosa. Está a punto de echarse a llorar.
Puto tonto.
—Claro que no, imbécil, yo mantengo mi palabra.
Él asiente mirándome como un niño asustado y se sorbe los mocos.
—Voy a ducharme y cambiarme de ropa. Quedamos en las escaleras cuando todos se hayan ido a dormir —le indico y me voy de su habitación lo más rápido que puedo. Tampoco voy a quedarme a consolarlo, que se joda si tiene miedo.
Por mi parte no sé si tener miedo, sentir alivio o qué. Voy a quedar otra vez con El Jefe.
Para hablar sobre el secuestro de Christian Bunge.
Se está acercando el momento, se acabó el no pensar en el secuestro. Estoy aquí para eso, después de todo, me guste o no.
Salgo de la habitación cuando ya han dado las diez y media después de decirles a las gemelas que iba a la de Milo para solucionar de una vez por todas nuestras mierdas porque para todos ha sido obvio que estos dos días nos habíamos peleado de verdad, no una de esas "peleas matrimoniales" que diría Laia.
Nora me ha sonreído tímidamente y ha susurrado que le parecía muy bien. Margot también ha intentado mostrarse entusiasmada, pero es demasiado transparente y he podido notar que le ha jodido saber que iba a pasar la noche con él. Por si acaso, le he recordado que Milo y yo sentimos asco mutuo por el otro, y que no íbamos a practicar el Kamasutra entero como forma de arreglar nuestros problemas; y ella me ha dicho que vale, que me creía, triste. Quizá habría sido mejor decirle que me escapaba otra vez de fiesta a Barracas.
—¡Está el guarda en la entrada! —me grita en un susurro él al llegar a su lado. Genial, ya vuelve a estar en su modo chihuahua de siempre.
—¿El viejo?
—Sí.
Claro, es el que habrá metido la nota. Pues vamos allá.
—¡¿Qué hacés?! ¡estás loca!
—Silencio. —El guarda nos mira con severidad después de que Milo casi se haya caído por las escaleras al intentar detenerme, haciendo mucho ruido—. Seguidme y mantened la puta boca cerrada.
Al menos no tendré que hacer el gilipollas saltando la valla esta vez. Ni aguantar las patadas de este capullo.
—¿Me estás jodiendo? —Milo me mira con los ojos muy abiertos, señalando con un gesto de cabeza al hombre que está abriendo la puerta de entrada. La verdad es que sorprende que el guarda acepte trabajar para el rey del barrio de ratas al que tanto asco parece tener. Lo que hace el dinero.
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La chica del fútbol
Teen FictionMe llamo Nayla, tengo 17 años, y mi hobby favorito es meterme en problemas. Por algo soy la mano derecha del capo italiano de turno, El Jefe. Él fue quien prometió cumplir mi sueño de dedicarme al fútbol a cambio de un pequeño trabajito. Y yo, por...