—¡La bebecita bebe lean y bebe whisky!
—Se van a matar como no se bajen —me dice el principito.
—Morirán felices —le doy unas palmaditas de consuelo y él se ríe.
—¡Pero mira para aquí que estoy haciendo un vídeo!
Carlota y Zahara se están grabando perreando sobre la cama. Qué espectáculo más grosec... grosetc... gforsd...
—¡Venga, sube con nosotras!
—Ni de coña —me río.
Tengo a Bunge tirado a mi lado en la cama. No, no, de aquí no me mueves. Es más gracioso borracho.
—¿Todo bien por aquí?
Uno de los amigos de Penny se sienta a mi otro lado.
¿Por qué habla así? ¿se le ha metido algo en la garganta?
—¿Tú todo bien? —le contesto.
—¿Yo? Sí.
—Hablas raro.
Se empieza a reír.
—Soy francés.
Oh la là un francéeees.
—¿Te gusta Ratatattouaillae?
—Ratatouille.
—Eso.
—Oui.
¡Ha dicho oui! Uiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
—¿Te sabes la canción? —le quito la botella medio llena que lleva en la mano para usarla como micrófono—. El separ de vepa nana na levipooooooooooon.
Espera. Bunge me está mirando raro. El otro se ríe.
Actúa normal.
—T'es mignonne.
¿Qué?
Joder, ¿cuánto he bebido? Ya ni entiendo el castellano.
El que habla raro me pasa el brazo por los hombros.
—Te ha dicho que eres mona. —Al menos a Bunge todavía lo entiendo, menos mal.
Oh.
Le cojo de la cara y le doy un pico.
—Gracias.
Él me sonríe.
Carlota se ríe, Milo grita desde el otro lado de la habitación, Zahara me mira con asco.
Qué pesadoooooooooooos.
A Bunge parece darle igual.
—¡Otro, otro, otro! —canta Carlota. El francés parece querer otro.
Él también es mono.
Y no me vendría mal algo de acción viendo que Bunge no me la va a dar.
A vivir la vidaaaaaaaaaaaaaaaaa.
No, espera. Bunge. Bunge está sentado al otro lado. Seguro que le incomoda estar de sujeta velas.
Triunfa, Nayla, pero con Bunge.
Mejor me voy a pillar otra botella de alcohol.
—¡Pero no huyas!
Alcohol. Alcohoooooooooooooool. Alcohol, alcohol, alcohol.
Hacemos varias rondas con la botella con Milo y la chica que le gusta. Su otro amigo no bebe, pero no ha huido como Laia y Margot.
Acabo tirada en el suelo, riéndonos no sé de qué.
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La chica del fútbol
Teen FictionMe llamo Nayla, tengo 17 años, y mi hobby favorito es meterme en problemas. Por algo soy la mano derecha del capo italiano de turno, El Jefe. Él fue quien prometió cumplir mi sueño de dedicarme al fútbol a cambio de un pequeño trabajito. Y yo, por...