Prólogo

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DISCLAIMER: One piece es de Goda.

ADVERTENCIAS: OC(?), errores ortográficos, AU, capítulos cortos, idioma diferente y TRAMA LENTA, REPITO , TRAMA LENTA.

Gracias a Sofy por la portada <33

Al capítulo . 

ˏˋ((🌿))

Sanji chupo el pellejo de una manzana que había mantenido oculta hace tiempo, le sabia a salubre. Al partirla encontró un par de gusanos, decidió que no era mala idea comerlos también.

— ¡Capitán, lo necesitan a estribor!

Un hombre cuyo nombre no se había aprendido atravesó su camarote mientras el barco fluctuaba en el mar con fiereza, y  el blondo volteó a verlo con la piel en la boca.

—Voy en camino.

Masticó el pellejo y se dirigió a la cubierta mientras que le entregaba un trozo de manzana al hombre en agradecimiento. Este la mordió sin importarle su sabor y los dos se encontraron afuera, en el peor escenario de todos.

— ¿Que- ¡ ¿Qué demonios?!

El cielo estaba gris y nublado, cubierto de luces que parecían relámpagos silenciosos.  Buscó con la mirada a Nami, que veía por sobre la línea del horizonte desde la cofa, y  le envió una señal.

— ¡ESCOLLO AL FRENTE, REPITO, UN ESCOLLO!

Tomando el timón, con los músculos de sus brazos agarrotados por el esfuerzo, lo giró con las poco de energías que le quedaban mientras que ahora sonaba sobre sus cabezas un atronador rugido.

— ¡Sanji, esto es terrible!

Ni me lo digas pensó, viendo a Tony, el doctor del barco. Era un hombre de apariencia pueril con cabello pelirrojo, americano, terriblemente amigable y con la ética profesional muy alta.

— ¡Ya han muerto más de cinco hombres desde que salimos al mar! ¡¿cómo superaremos esto?!

 Con los ojos entrecerrados del esfuerzo y dolor, contempló como sus hombres  arrastraban los cadáveres hasta la orilla para lanzarlos al mar. Miro a Tony tambalearse en la cubierta mientras que llovía sobre sus cabezas, y luego devolvió la mirada hacia el escollo, que estaba a  unas yardas de la proa.

— ¡Mierda!

La tormenta arremetió contra ellos y empezó a caer granizo, como si el mar y el cielo necesitaran hundirlos sea como fuese antes de que vieran la luz. Tony corrió a su lado para ayudarlo, pero Nami lo arrastró hacia dentro, gritando sobre que su supervivencia era lo mas importante. 

— ¡Todos a cubierta!

Los hombres que todavía quedaban vinieron a su ayuda, pero el barco se estremeció por completo, de modo que las olas espumosas y negras empezaron a azotar la embarcación.

Cuando la proa empezó a girar en dirección al viento, las cuerdas vibraron con fuerza y la mayoría de hombres que hace unos meses alimentaba empezaron a trabajar desesperados. El rubio sintió que la sangre se le helaba cuando una driza cedió, pero Nami lo mantuvo en sus casillas cuando lo llamó desde adentro.

— ¡SANJI!

El cocinero la miró con sus ojos rojizos y la larga barba cubriendo la barbilla.  ¿Cómo había pasado esto? se preguntó ¿Cómo termino un cocinero como él siendo el capitán de una embarcación?

Meses atrás todo era completamente distinto. Estaba viajando en un buque de guerra, principalmente su oficio el de cocinero. Había abordado la aventura luego de que su madre falleciera y solo con el objetivo de regresar rico a Francia, pues conquistar tierras no era precisamente de su interés en ese momento. Supuestamente de eso obtendría su recompensa al hacer su labor, y había escuchado sobre tribus indígenas que daban oro como si fuese hierro, en donde las esmeraldas, los rubíes, los diamantes y los zafiros eran tan abundantes como la arena de una playa. Con eso en mente definitivamente podría ser más millonario que su padre, y demostrarle con todo su orgullo que su hijo bastardo ahora era el hombre más poderoso de Francia.

En su viaje conoció a la cartógrafa Nami, mujer sueca, pelirroja y con pecas. Muy hermosa. También al doctor Chopper, que se había ganado cierta parte de su respeto. La cuestión es que luego de un par de meses la comida empezó a escasear y de pronto las enfermedades a propagarse, lo que provocó que el primero en morir fuese el capitán.

Para ese momento no había entrado en pánico, aunque muriera el capitán ¿eso no significa que todos también cierto? Se dio cuenta de su error al enterrarse de que los grumetes eran inútiles, peleándose entre ellos y provocando peleas. Ante esto, a sabiendas de que no quería que  su aventura fuera en vano, tomó el mando. Era complicado manejar a un grupo de bastardos ignorantes y groseros, pero más cuando cotilleaban que un hombre afeminado como él no podría valerse de su virilidad para manejar un barco. 

Entendió que lo veían así por su estilo de vida. Él no orinaba en los imbornales y tampoco escupía sus flemas en la cubierta, además se bañaba todos los días, cuidando su apariencia aunque hubiera escasez. Lo que pasaba es que ellos no tenían en su mente la palabra caballero, persona de la alta sociedad, así que no había forma de corregir su forma de pensar.

Aunque se mantuvo con este comportamiento, se ganó el respeto de los hombres gracias a sus buenas decisiones, lo que provocó que empezara a juntarse más con ellos. Al pasar de los meses - de los cuales había perdido la cuenta-  perdió el acento, y cosas como cortarse la perilla y  su aseo personal pasaron a segundo plano. Nami, que también era igual de remilgada, dejó de lado diversas costumbres y empezó a vestirse más ligero -para gusto de todos y cada uno de los hombres del barco-

Con eso en mente, decidió apelar a su objetivo. Todavía imaginaba muy adentro suyo las miradas de frustración de sus hermanos cuando regresara a Francia y les restregara a todos su poder, porque si antes le enorgullecía pensar que sería rico, ahora era el maldito capitán de una embarcación. Pensar en el rostro orgulloso de su esposa al enterarse le aceleraba el corazón. Aunque haya  olvidado ciertas cosas que fueron importantes en su vida, no podía deshacerse del sentimiento que tenia por Pudding, su divina mujer parisina. 

— ¡Sanji!

Los gritos azorados de Nami lo sacaran de su estupor, pero ya era tarde cuando las olas chocando con el escollo terminaron empapando la cubierta. El timón se resbaló de sus manos y Nami cayó hacia atrás en el mamparo, no obstante rodeó la rueda con un brazo y se levantó con piernas tambaleantes cuando parecía que se hundían sin remedio.

— ¡Sanji!

Tomó valor y giró la rueda desesperado. El barco tambaleándose como un borracho y luego sacudiéndose como un perro mojado le permitió tomar aire. El agua comenzó a fluir por los imbornales dándole esperanza.

— ¡GIRA ESTÚPIDA MIERDA!

Vocifero al cielo, él solo contra el mar. Miro a sus espaldas y Nami parecía estar bien, pero desvió su atención cuando el bauprés choco irremediablemente con el escollo que sobresalía de entre el mar negro. Todos se fueron abajo y las cuerdas cedieron, sus hombres uno por uno fueron botados al mar y una gran sacudida lo tiró al suelo.

Con la mejilla sobre la madera aguazada,   el corazón iba a estallarle si no sucedía algo pronto. Tomó aire y alzó la mirada,  viendo que entre el cielo oscuro un halo de luz empezaba a resplandecer.

ˏˋ((🌿))


Te Here Ohana/ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora