— ¿Estás viendo eso? —Preguntó Sam nervioso, mirando la televisión.
—Sí —. Los ojos de Nekane temblaban al observar la imagen que teníamos enfrente.
—Mierda —. Maldijo mientras ella se inclinó hacia atrás en el sofá.
Cogió su teléfono móvil, con las manos temblorosas y marcó el contacto de Susan.
—Hola —. Dijo con un hilo de voz —. Pon el canal cinco, por favor.
— ¿Qué está ocurriendo? —Preguntó buscando el mando.
—Hazme caso.
Un silencio apareció en la línea. Solo se escuchaba el sonido de la televisión hablando.
Susan suspiró y sin decir nada más, colgó la llamada. Nekane la comprendía, era normal su reacción.
El gobierno ha tomado una decisión. Pronto se hará el sorteo y recibirán una carta con el punto del color seleccionado. Posteriormente, cuando llegue la carta, este punto se tatuará de forma automática en la mano izquierda para facilitar el trabajo al gobierno cuando el día de la despedida llegue.
Miró de nuevo aquel enunciado, intentando encontrarle alguna solución. Pero no la había.
Observó a Sam, callado en el sofá, mirando atentamente la televisión y deseando, que aquella mierda de enunciado cambiase.
Se puso a su lado, para darle un abrazo. Eso hizo que una lágrima cayese por su mejilla.
—No puede estar pasando esto, ¿por qué? —Preguntó aún en el abrazo— No merecemos esto.
—No lo sé.
— ¿Y el gobierno qué? —Preguntó enfadado— ¿Ellos no realizarán el sorteo?
—No tengo ni idea —. Contestó separándose del abrazo para apagar la televisión y posteriormente, levantarse del sofá.
Abrió la puerta, seguida de Sam, y salió a la calle. Necesitaba hacer algo pero no sabía el qué.
Ellos éramos inocentes en este mundo, en ese asunto.
Los dos se dirigieron al parque más cercano, nerviosos. Allí, para su sorpresa, estaba Aiden junto a Aída.
—Veo que os habéis enterado —. Contestó Aiden —. Esto es una auténtica locura.
—Y tanto. ¿Qué narices vamos a hacer?
—No podemos hacer nada —. Contestó una voz a sus espaldas. Era Susan.
Todos se quedaron en silencio, sin nada qué decir. Los cinco se sentaron en el banco, mirando al suelo, pensando en nuestro destino.
—Necesito irme a casa.
—Eso es peor.
— ¿Por qué? —Preguntó Aiden— Nadie dice o hace nada.
—Lo sé.
—Miradlo por el lado bueno —. Contestó Sam —. No habrá que estudiar más.
Todos le miraron, Nekane no podía creer que hubiese dicho eso en un momento como este. En un momento en el que la tristeza invadía sus cuerpos. En un momento en el que solo pensaban en la muerte. En un momento en el que el dolor era el protagonista.
Nekane decidió levantarse del banco. Sin despedirse se fue de allí hacia su casa. Anduvo por las calles, mientras se hacía de noche a sus espaldas.
El cielo se tiñó de un color anaranjado, con tonos rojizos y algún que otro rosado.
Llegó a su casa e introdujo las llaves en la puerta. Sus padres ya se encontraban allí y para su sorpresa, la televisión estaba encendida con las noticias.
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OVER
Teen FictionEl planeta se encuentra en exceso de población por lo que los gobiernos deciden, al azar, quién muere y quién sigue vivo. Para ello, sus habitantes obtendrán en su mano izquierda un punto, que puede ser verde para los afortunados que sigan viviendo...