XV

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—Nekane, no llores. ¿Qué es lo que te ha pasado?

—Es sobre Mauhn, no debería haberme ilusionado tan rápido con él, fui una idiota al pensar que en un par de días nos íbamos a querer tanto. Solo me ha hecho daño.

—O sea que el pintor es un capullo como los demás, ¿no?

—Sí pero no tenía esa pinta, creía que duraríamos bastante tiempo.

—Siempre pasa lo mismo, Nek. No te preocupes, encontrarás a otro chico y te olvidarás de Mauhn para siempre. Así que ¿te vienes esta noche de fiesta?

—No tengo ganas, Aída.

—Sí. Sí tendrás. Iremos todos, Sam, Aiden, intentaré que Susan venga aunque lo dudo.

—Está bien.

*          *           *

Nekane vestía con un top plateado y unos vaqueros negros acompañados de sus Vans. Llevaba un abrigo negro, aunque lo dejaría en una de las taquillas del local, ya que allí dentro hacía mucho calor.

Aída llevaba un vestido negro, que realzaba su figura. Mientras que, Sam y Aiden llevaban una camisa y unos pantalones vaqueros negros.

Aunque todos estaban listos para la fiesta.

Nekane y Aída llegaron al medio de la pista, siendo el centro de atención. Sonrieron a la gente que las observaba con deseo y muchas ganas.

Aída guiñó su ojo izquierdo mientras que Nekane subió su mentón, mostrando superioridad pero con una sonrisa.

Sam y Aiden se quedaron bastante sorprendidos por el comportamiento de sus dos amigas, Sam y Aída habían dejado lo que tenían, que no fue nada, y quedaron como amigos.

La música aumentó y los focos iluminaron el lugar donde se encontraban Nekane y Aída, estas empezaron a bailar al ritmo de las canciones, mostrando su lado más ambicioso y sexy.

Todos querían ir a por ellas. Otros sonreían al verlas en modo acción, y ellas disfrutaban más que nunca.

Nekane lo estaba pasando bien, demasiado bien y lo mejor de todo, para olvidar el daño que le había hecho Mauhn, aquella mentira le había dolido mucho.

Aída, aquella chica de pelo moreno y largo, sonreía sin pensar en sus penas. Y lo pasaba realmente bien.

Uno de los chicos que se encontraban en la pista fue hacia Aída, ella le sonrió mientras era observada por Sam.

—Enséñame lo que sabes.

—Aún no —. Aída sonrió para después darse la vuelta y continuar bailando con su amiga.

Porque habían ido allí juntas y solo querían pasarlo bien. No querían nada serio con nadie, por el momento.

Aquellos ojos castaños resaltaban entre la multitud, y eso que era un color común. Nekane, no se dio cuenta de la presencia de aquella misteriosa persona.

Esos ojos caminaban entre la gente, abriéndose paso hacia el centro de la pista, para agarrar a Nekane de la mano y volverla a demostrar todo lo que había sentido, y sentía, por ella.

Y eso fue lo que hizo.

Pasó una mano por la cintura de Nekane, esta, se quedó sorprendida pero se esperaba que fuese cualquier chico que estaba por allí, pero no él.

Aquella mano bajó hasta llegar a su trasero, donde ella se dispuso a darle una bofetada a quien quisiera que fuese. Mauhn la frenó disimuladamente y esta, se quedó bastante perpleja al verle allí.

Y a contraluz de los focos, él apoyó sus labios sobre los de ella. La calidez y una suave sensación apareció en el ambiente. Nekane no quiso separarse, él besaba muy bien. Y eso que no había probado otros labios.

Mordió uno de los labios de Mauhn, haciendo que este intentara sonreír. Los ojos de Nekane tenían un brillo especial, que hizo que Mauhn se volviera loco.

—Mauhn, aún me duele todo esto.

—Confía en mí. No voy a matarte.

Ella le miró fijamente, pero después, volvió a abrazarle y a besarle. Aída, no se había percatado de la situación hasta después de unos minutos.

Nekane sabía que si su amiga se enteraba de que estaba besando a Mauhn, quizás se enfadaría.

El aroma de Mauhn, era único. A Nekane le volvía loca aquel olor tan especial y que le recordaba a todos los instantes que habían pasado juntos.

En ese momento, Mauhn se acordó de algo por lo que sacó a sus amigos de allí, Aída no estaba muy convencida con la idea, no le agradaba aquel chico.

—Chicos. Ya vienen.

Ninguno entendió nada. Se miraron entre ellos, sin comprenderlo. Posteriormente, se escuchó un disparo.

Mauhn se dio la vuelta, sin que ninguno de los demás pudiera observar que estaba casi llorando. Y a pesar de todo, era al que más le dolía toda esta situación.

Todos se marcharon a sus casas menos Nekane, ella se acercó a Mauhn para darle un corto abrazo y después, quedarse a su lado.

—Esto es una puta mierda —. Admitió él, mirando al frente, al local.

—Lo sé.

—Es normal que no quieras volver a verme, no entiendo por qué no te has ido con los demás.

—Porque sé que te ha tocado, sé que no lo has elegido al igual que yo este punto rojo. Porque a todos nos ha tocado un destino de mierda, horrible, pero debemos enfrentarnos a ello.

—Gracias por comprenderlo.

Ella sonrió sin que pudiera verle. Pero Mauhn recordó su plan, el plan de matar a David y solucionar todo esto.

—Tengo que confesarte algo.

— ¿Más cosas? —Preguntó Nekane, un poco asustada.

—Una de las compañeras, me ha dicho que me ayudará a matar a David, el jefe. Por lo que puedo acabar con él y solucionar todo esto.

— ¿En serio?

—Quiero que seas feliz, Nekane.

—Lo estoy intentando, y tú me estás ayudando.

Aquellas palabras, encantaron a Mauhn, el cual sonrió.

—Siento mucho no habértelo contado antes.

—No te preocupes, entiendo que no hayas querido preocuparme...

Agarró la mano derecha de Nekane.

—Disculpa, por casualidad no tendrás un mechero, ¿verdad?

Aquella pregunta provocó una carcajada en Nekane porque con esa pregunta empezó todo.

—No. No fumo.

Los dos sonrieron finalmente al recordar toda la conversación que mantuvieron aquella tarde, frente al lago, que se convirtió en uno de sus sitios favoritos.

[ 😊❤️ ]

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