XXIII

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—Sí. Seguimos aquí, he pasado la noche en el hospital, por eso no he pegado ojo —. Nekane hablaba con Aída por teléfono, dentro de la habitación. Habían pasado dos días allí.

— ¿Todavía no ha despertado?

—No. Espero que lo haga pronto.

— ¿Quieres que te haga una visita? Ya sabes, para que no estés sola.

—Como quieras, Aí.

Colgó la llamada. Se pasó las manos por su pelo, mirando por la ventana.

—Disculpa, ¿tienes un cigarro? —Aquella voz grave, provocó un escalofrío en Nekane. Se dio la vuelta deprisa.

Observó a Mauhn, con una leve sonrisa en su rostro. Ella fue en su dirección para besar sus labios.

—Pensé que te perdía.

—Casi me pierdes. ¿Sabes? Escuché todo lo que me decías, todo y absolutamente todo.

—Te quiero. Voy a llamar a mis padres, estaban muy preocupados por ti.

Ella cogió su teléfono móvil para marcar a sus padres.

— ¡Ha despertado! —Ella exclamaba llena de felicidad mientras agarraba la mano de Mauhn, el cual sonreía por sentirse querido.

— ¿Qué? ¡Es una gran noticia!

— ¡Sí!

En ese instante, fue a buscar a la enfermera. Ella, tras unos instantes, entró en la habitación.

—Buenos días, Mauhn.

—Hola.

— ¿Qué tal te encuentras? —Preguntó quitándole un líquido que se encontraban al lado de la camilla.

—Bien. Me siento un poco mareado pero creo que es normal, después de que me dieran un golpe con una pistola... —Intentó sonreír de nuevo.

—Es normal pero debes quedarte otra noche más por si acaso desarrollas algo más.

— ¿Un súper poder? —Bromeó Mauhn.

—Qué graciosillo eres, ¿no? —Sonrió la enfermera aún quitándole muchos cables.

En ese instante, Nekane recibió una llamada por parte de Maia Nethalous.

—Nekane, debo contarte algo. Es importante.

— ¿De qué se trata?

—Justin, ya sabes. Sabemos por qué se ha comportado de este modo.

— ¿Por qué ha querido matarme? ¿Lo sabes?

—Sí. Claro que lo sé y es una mierda.

—Maia, por favor. Dímelo ya.

—Los morados ahora son obligados a matar a la gente, por ello cuando pase un corto periodo de tiempo sin que maten a nadie, su instinto les obligará a hacerlo.

— ¿Qué? ¿A todos los morados?

—Sí. Eso incluye a Mauhn. Lo mejor es que cada uno siga su camino, no podemos permitir que tú mueras ni que él te mate.

Nekane miró a Mauhn fijamente. No podía creer lo que le estaba contando Maia.

—Gracias por contármelo. ¿Se sabe cuándo actuarán así?

—No. Puede ser en cualquier momento por eso he dicho que lo mejor es separarse. Es mejor prevenir desgracias.

—Gracias. Adiós.

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