XI

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Mauhn se dispuso a ir a la casa de Nekane para recogerla e ir a dar una vuelta.

Tenía ganas, estaba ansioso de quedar con ella para seguir hablando de sus cosas favoritas.

Caminó al ritmo de una canción que le transmitía mucha energía y mucha fuerza, Gladiator de Zayde Wolf.

Llegó a la casa de la chica. La miró de arriba abajo, pensando en lo grande que era. Después, se dispuso a tocar el timbre.

Una chica alta, rubia, le recibió. Ella le miró extrañada, aunque después recordó la conversación que ella y su hermana habían entablado antes.

—Venía a por Nekane, ¿está en casa?

—Sí —. Contestó— ¡Nekane! ¡Es para ti!

Ella sonrió tímidamente y le invitó a pasar dentro mientras esperaba a que Nekane bajase.

—Gracias pero prefiero esperar fuera.

— ¿Seguro?

—Sí.

Ella encogió los hombros y justo, Nekane acababa de bajar. Su hermana les despidió.

—Hola —. Sonrió Nekane.

—Hola.

— ¿Qué tal? ¿Cómo es que has venido a buscarme?

—Bien y no sé, quería verte de nuevo.

—Yo también. ¿Quieres que vayamos a tomar un café? —Preguntó.

—Vale. Sí.

Los dos comenzaron a hablar animadamente mientras caminaban hacia una cafetería.

Ambos se sentaron en una mesa. Uno enfrente del otro, posteriormente, sonrieron a la vez.

— ¿Puedo preguntarte por tus relaciones amorosas? —Preguntó Nekane, tímida.

—Mi vida amorosa se resume en una mierda.

—Seguro que no. Tienes pinta de tener a todas las chicas locas.

—Sí, es cierto pero no he salido con ninguna de ellas.

— ¿Has tenido alguna relación?

—Tuve una relación a distancia pero lo dejamos porque no funcionaba. No nos entendíamos y... —Mauhn iba bajando el tono, Nekane lo notó.

— ¿Estás bien? ¿Solo es eso?

—No. Ella me fue infiel. Claro que nos entendíamos, lo hacíamos siempre. Nos llevábamos bien, genial, hasta que me enteré, y no por ella, de que me había estado engañando desde el día en que nos separamos.

—Mauhn. Lo siento.

—Me sentí tan insuficiente.

—Mauhn —. Nekane apoyó su mano sobre la de él, haciendo que este se sorprendiera.

—Y no quiero ilusionarme contigo. No quiero hacerlo. Temo que en cualquier momento, me demuestres que soy insuficiente.

— ¿En serio piensas eso de mí?

—No. Claro que no.

— ¿Entonces?

—Pero en cualquier momento, hasta la persona más cercana a ti, puede apuñalarte por la espalda.

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