Capitulo 19: Buscando respuestas

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Nuevamente comenzaba la jornada de clases acostumbrada y la rutina de siempre dentro de la ciudad de South Park. Esta rutina podía resultar extremadamente aburrida y monótona para cualquiera, pero, para cierto rubio de ojos celestes, aquel día, lejos de ser sólo uno más, era increíblemente especial, porque sentía que, por primera vez y después de tanto tiempo, volvía a sentirse feliz.

Como siempre, se alistó con tiempo para poder asistir a la escuela y tomó desayuno en calma. Sus padres le miraron algo raro al verlo aparecer con una sonrisa desde tan temprano, pero se limitaron a intercambiar miradas y no decir nada. Butters al terminar, rápidamente tomó su mochila y se despidió de ambos mayores cerrando la puerta tras de sí de manera suave. Hoy realmente se sentía feliz, pues era como si se hubiera quitado un peso de los hombros con su decisión tomada y con lo sucedido la noche anterior.

Al recordar al enmascarado, nuevamente dejó escapar una sonrisa algo boba de sus labios. Sabía que tristemente no podía compartir su felicidad con alguien más, puesto que, al tratarse de Mysterion, todo se volvía un poco más escabroso, y la verdad, lo que menos quería era que alguien comenzara a implantarle dudas sobre él y a generarle inseguridades innecesarias. Por ello, lo mejor era mantener en secreto el motivo de tan buen ánimo con el cual se había levantado, sólo esperando que nada en ese día, perturbara su tranquilidad mental.

❧ꕥ☙ 

La distracción de Butters esa mañana, resultó ser un gran aliado para cierto rubio que en esos momentos se encontraba cerca de su casa buscando pasar desapercibido. Era evidente que estaba allí con ciertas intenciones, que ubicaban a Butters como el protagonista, con el cual había planeado cruzarse casualmente esa mañana. Durante la noche, se la pasó pensando y meditando sobre qué haría para poder conocer los motivos que Butters tuvo para llegar a odiarle tanto. Sabía que debía encontrar respuesta a esa interrogante antes de pensar en hacer cualquier cosa, puesto que tenía que saber a lo que se estaba enfrentando para mejorarlo. Aunque claro, no es suficiente solo "arreglar" el problema y eso lo sabe, ya que, de partida, Leo nunca se enoja, ni con el gordo que sí se lo merece todo el tiempo, por lo tanto, quizás la situación sea más compleja de lo que cree.

Pero quedarse con los brazos cruzados no era una opción, por eso había decidido ir esa mañana hasta su casa e intentar toparse con el chico de manera casual para observar la reacción que éste tendría al verlo. Era un plan algo tonto, pero sin duda resultaba adecuado si buscaba respuestas sin tanta gente alrededor. Por ello, al verle salir de casa y encaminarse hacia la escuela, supo que era momento de actuar. De manera casual emprendió rumbo tras sus pasos, pensando en qué decir. Se sentía algo nervioso y el sentimiento que se apoderó de él al volver a verlo no ayudaba. Jamás pensó sonreír solo por ver a alguien, ni menos sentir un impulso de querer tenerle cerca. Eso sólo le provocaba más estragos y dificultaba su deseo de actuar normal.

Tomó una bocanada de aire, intentando tranquilizarse a sí mismo. Estaba actuando como un tonto y lo sabía, cosa que más que enojarlo, le hacía gracia. Nadie sabe las vueltas que da la vida. Cuando finalmente, pensó en estar listo y acortar esa distancia que los mantenía alejados a un par de metros, sintió una mano en su hombro, que le hizo sobresarlarse y girar rápidamente.

— ¡Buenos días Kenny! — le saludaron dos lindas chicas risueñas, depositando un beso a cada lado de su mejilla — ¡¿Cómo amaneciste hoy bombón?! ¡Tanto tiempo sin saber de ti! — hablaron efusivas y contentas por verle allí. Kenny se quedó enmudecido unos segundos y parpadeó varias veces.

Pero que mal momento para encontrarse con ellas...

— ¿No vas a contestar bebe? — interrogó una castaña — ¿no te da gusto vernos?

«La verdad no era el momento...» Pensó pasa sí.

—  Buenos días chicas...— respondió casi de forma cordial con media sonrisa — no las oí aproximarse.

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