Capítulo VI: Hydra, la destructora semidomesticada

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Drake se despertó a la mañana siguiente con la sensación de unas garras que le raspaban el pecho.

Abrió los ojos, pero los volvió a cerrar inmediatamente, tratando que la intensa luz no lo deslumbrara. Sentía una presión en el pecho, provocado por algo que le clavaba unas diminutas pero afiladas uñas y se movía. Volvió a abrir los ojos, parpadeando rápidamente y cubriéndose la cara con el dorso de la mano. Frente a su cara, se encontraba un animal pequeño, reptiliano, que lo miraba fijamente con sus hipnotizantes ojos caleidoscópicos.

Drake gritó. El reptil abrió la boca, y de su garganta salió un sonido rasposo parecido a un chillido. Drake gritó más fuerte. Aún chillando, el animal se acercó a su cara y trató de subirse a su cabeza con sus pequeñas garras, arañando su piel en el proceso. Drake se sacudió y agarró al animalito con ambas manos y, mientras este trataba de escapar de su agarre retorciéndose como un pez fuera del agua, lo metió en su maleta y cerró la cremallera. Después se sentó encima.

Vale, había un animal salvaje en su habitación, y este había intentado atacarlo. Pero más extraño aún, ¿cómo es que sus hermanos no se habían despertado con todo el jaleo?

Miró a su alrededor, desconcertado. La pintura azul no le era familiar, y en su habitación había cinco camas, no dos. ¿Dónde diablos estaba?

Drake se acercó al enorme ventanal sin cortinas, el origen de la luz. El sol salía por encima de la muralla, iluminando las montañas y los jardines y...

Algo hizo clic en su mente. La Academia. Estaba en la Academia. No había sido un sueño.

De pronto, un pitido agudo, como una alarma, resonó por la habitación. Drake se tapó los oídos, deseando silenciarlo con el poder de su mente. Por supuesto, no funcionó. ¿Por qué sonaba la alarma? ¡Ya estaba despierto! Miró a su alrededor, y recordó que no estaba solo. Peter, su compañero de habitación, dormía como un tronco en la otra cama. Peter, quien era sordo.

Para solucionar el problema, optó por la opción más simple que se le ocurrió: Encender y apagar la luz repetidamente.

Funcionó. En apenas unos segundos, tenía a un centauro con los ojos entrecerrados por el sueño y con expresión molesta, pero despierto. La alarma se apagó.

-Cinco minutos más... -Murmuró mientras buscaba a tientas sus audífonos.

Cuando se los puso y sus oídos estuvieron a pleno rendimiento, frunció el ceño.

-¿Qué es ese ruido?

Drake se había olvidado por completo del lagarto salvaje, que seguía chillando en la maleta. Antes de que pudiera explicarse, sin embargo, a su amigo se le iluminaron los ojos. Sonrió.

-¡Hydra! ¡Te dije que no salieras de la maleta, iguana traviesa!

Atravesó la habitación casi al galope y abrió la maleta de Drake, quien miraba sin comprender. El animal salió disparado de la maleta y, antes de que pudiera gritar "¡Cuidado!", la criatura trepó por el pijama de Peter y se subió a su cabeza, ronroneando satisfecha y acomodándose entre los rizos castaños de su dueño, quien no podía parar de reír.

-¡Para! ¡Me haces cosquillas! -luego se dirigió a Drake, con una risita-. Es mi mascota; se llama Hydra. Lo siento si te ha molestado. Es como un gato: le encanta subirse a las cabezas de las personas. ¿Verdad, Hydra?

Drake miró a la iguana con curiosidad. El reptil era como un dragón en miniatura, pero sus patas eran mucho más cortas y era menos delgada y esbelta que un dragón. Sus escamas eran rojas y naranjas, y sus ojos eran como los de los camaleones. Era una elección algo extraña como mascota, pero bueno.

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