Capítulo XIII: Ser secuestrado no es divertido

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Querida familia:

Supongo que os habréis enterado ya de lo del ataque de los hombres lobo. Si no, os lo detallo en esta carta. Estoy escribiendo actualmente desde mi habitación de la Academia, a escondidas de Peter, ya que el asunto del ataque es alto secreto.

En tres palabras: Fue un desastre.

Estábamos en clase y, de repente, sonó la alarma de emergencias. Un ataque, nos dijeron. Los profesores se pusieron al frente, pero sabían que no serían suficientes. Así que nos mandaron coger las armas y defender la Academia. Con nuestras vidas, si era necesario.

Hubo muchas bajas. Unas sesenta en total, entre alumnos, profesores y dragones, según me dijeron.

Sé que fue mi culpa. Soy el Jinete, tendría que haberlos protegido. La directora me dijo que este es mi primer aviso. Al tercero, estoy fuera. Así que trabajaré duro para  no irme. Estoy empezando a sentir que la Academia es mi hogar, a pesar de que ahora, más que nunca, echo de menos estar en casa. Os echo de menos, chicos.

En los entrenamientos voy un poco mejor, o al menos es así como lo percibo. Archer me felicitó ayer por acertar con una flecha en la diana. No sé clavó en el centro, pero fue muy gratificante sentir que por fin estoy haciendo algo. Además, Archer está algo decaído por la muerte de su hermana. Todos lo hemos notado: las lecciones son más duras, ya no bromea ni sonríe como solía hacerlo, y suele ponerse de mal humor cuando ve al sustituto de Evie, un centauro algo débil y flacucho, pero serio y disciplinado. Creo que lo odia, aunque no le culpo. Todos estamos diferentes desde el ataque; hay algo en la muerte en general, en el fin de tantas vidas valiosas e insustituibles, que nos cambió a todos. Por eso, me alegré cuando me felicitó. Puede que algún día recupere su antiguo carácter. No lo sé.

La Academia está algo silenciosa últimamente. No es que no aprecie el silencio, pero es como... Si faltara algo. Faltan alumnos, por supuesto. Hubo un funeral la semana pasada, y asistimos todos los alumnos, profesores y dragones. Estos últimos incineraron los cadáveres con una sola llamarada, todos juntos, a la vez. Fue triste. Además, muchos padres opinaban que el entorno no era seguro para los niños, así que se llevaron a sus hijos. Quedan unos setenta Jinetes en la Academia, a pesar de que al principio éramos unos ciento cincuenta. El comedor, la biblioteca, los jardines... están vacíos. No quedamos muchos.

Yo estoy bien. Unos cuantos rasguños menores, pero ya casi me he recuperado del todo. Peter y Amber están bien también; Amber habla ahora mucho más, parece más confiada con la gente. Peter está aprendiendo a leer mejor, gracias a la influencia de Max, el bibliotecario. Ambos están muy orgullosos con sus progresos, y yo me alegro mucho por ellos. No hace falta que os preocupéis por nosotros ahora.

Ah, se me olvidaba: ¿Os acordáis de aquella chica, Kira, que había empujado al chico que nos estaba molestando a Peter y a mí? Bueno, pues me la he vuelto a encontrar. Antes me daba un poco de miedo, porque es súper alta y parecía algo intimidante al principio. Pero, ahora que la he conocido, me he dado cuenta de que es muy agradable, en realidad. A veces ayuda a espantar a los abusones, me da consejos para pelear mejor, ¡incluso trató de que Omega se juntase con los dragones más jóvenes! Le presentó a su dragona, Krystal. Es algo pequeña, poco más que el tamaño de un caballo, y sus escamas son de muchos colores que brillan con la luz del sol. Omega se dedicó a quejarse de ella y de su generación durante todo el rato que la tuvo cerca, pero parecía satisfecho por la admiración que los cachorros de dragón le suelen tener a los veteranos. Kira incluso le mostró a Amber fotos de su tierra cuando estaba nostálgica, y le dio a Peter un libro en una letra grande y fácil de leer en cuanto se enteró de su dislexia. Es muy amable, espero que podamos conocernos mejor.

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